03 feb 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

Hasta el día de ayer, el hospital Gómez Ulla de Madrid era aquel al que acudían las familias de los militares ferrolanos cuando la enfermedad cobraba cierta envergadura y las especialidades del viejo hospital de Marina, donde muchos nacimos, se quedaban raquíticas. El Gómez Ulla era de lo mejorcito. Los enfermos volvían con la certeza de que si allí no les curaban era que Dios ya había puesto fecha a su reposo entre los cipreses de Catabois; y varias décadas después, todavía son legión los gallegos que viven para contarlo gracias a las visitas periódicas a estos médicos de tres estrellas. Pero nada ni nadie merece el aplauso absoluto. Ayer se supo que el Gómez Ulla impide a los homosexuales donar sangre. Otro escándalo, ya hay anuncio de querella y es más que probable que los militares apelen a motivos científicos para justificarse. Pero sin ánimo de ofender a los doctores y generales, parece más científica la afirmación del Padre Feijoo en 1742 de que «es insigne temeridad usar la transfusión para curar enfermedad alguna» que esta exclusión en pleno 2003. Habrá que ver. El mismo hospital estudia estos días el estado psíquico de una soldado de Lugo que denunció por violación a un teniente ya condenado.