Desde ayer, todos los fines de semana se organizan visitas guiadas para conocer el proyecto Artabria, que está recuperando el castro de Elviña
21 sep 2002 . Actualizado a las 07:00 h.«No tiene nada que envidiar al de Santa Tecla». Ésta era una de las frases más repetida en las visitas guiadas que se realizaron ayer al castro de Elviña. La lluvia no impidió que subiesen al emplazamiento 18 personas en el turno de las 12 horas. Para vivir esta aventura sólo tuvieron que marcar el 010 o el 981?184?278 y reservar plaza. Los caminantes ascendieron a pie desde el aparcamiento de la Facultad de Derecho hasta la parte más alta del castro, desde donde se divisa toda la ciudad. «No eran listos ni nada los castreños. Menudo panorama tenían», señalaban algunos. La sorpresa al llegar a la zona de las últimas excavaciones arqueológicas era tremenda. «Yo vine hace 15 años y está irreconocible», comentaba una mujer que convenció a toda su familia para que acudiese a la visita. Un pozo aljibe y la casa donde se encontraron los tesoros de Elviña despertaron la mayor admiración. Al acercarse a las murallas, no faltó quien le encontrase «clarísimas» semejanzas. «Parecen las de Lugo», decían. Óscar Castro, historiador del arte, fue el encargado de guiar la expedición. «Con estas visitas se trata de que la gente aprecie los recursos de la ciudad y se sensibilice», afirmaba Óscar. Lo más difícil para el guía fue explicar a los niños por qué el templo del ídolo fálico se llamaba así. «Mamá, ¿qué es un falo?». No hubo respuesta. Sólo que ese símbolo representaba la bienvenida y la buena suerte en la cultura castreña.