Un desencuentro amoroso llevó al padre de Fidel Castro de Láncara a Cuba

Xosé Carreira LUGO / LA VOZ

LÁNCARA

Se enamoró de una vecina de San Xoán de Muro, pero cuando regresó de la mili en la isla, ella ya no estaba disponible

30 nov 2016 . Actualizado a las 23:18 h.

Era delgada, de pelo largo, ojos negros, «silenciosa y de rostro hermoso». Vivía en San Xoán de Muro (Láncara) y consiguió enamorar locamente a Ángel Castro Argiz, padre de Fidel Castro, cuando no llegaba a los veinte. La mili hizo tambalear el idilio. Angelito, como así se conocía en Láncara al padre de los Castro, se fue voluntario con la milicia española a Cuba en 1895, pero antes de marchar hizo a su amada una promesa: «Volveré a por tí». «Prometo esperarte», respondió ella.

La historia de amor la cuenta la periodista cubana Katiuska Blanco Castiñeira en una biografía autorizada del padre del comandante. «Ángel, la raíz gallega de Fidel», es el título del libro publicado por la editora cubana Abril en el año 2008. Pero la vida da muchas vueltas, especialmente en la de Ángel Castro.

La biógrafa de Angelito recoge muchos avatares de la vida de este lucense que nació en el año 1875. Perdió a su madre cuando apenas pasaba de los diez años y su padre se casó en segundas nupcias con María Fernández López, una vecina de la zona. La difícil situación en la que quedó su padre provocó que, durante algún tiempo, Ángel Castro fuese a vivir a la casa de su abuelo Juan Pedro de Castro y que incluso trabajase haciendo chorizos para dos tíos suyos.

Con quince años marchó a Madrid para residir con su tía Ángela María y en la capital de España pasó tres años hasta que llegó el sorteo de los quintos y le tocó marcharse a la mili. Es en ese momento cuando el destino encarrila a este hombre a Cuba.

Y es precisamente al regresar de Madrid a Láncara cuando se enamora en Láncara. «Su espíritu andaba en vilo gozoso. Cerraba los ojos y la veía a ella», cuanta su biógrafa. El primer flirteo entre ambos tuvo lugar en unas fiestas de San Roque. Después volvió a verla en la feria de A Pobra y también en la de Láncara. «Cada mes esperaba con ansiedad los días 2 y 17, días de feria en A Pobra de San Xiao y los 24 en Láncara (...) Acudió en numerosas ocasiones a la misa del domingo a San Xoán de Muro (...) Cuando pensaba en su futuro, el mundo se le venía abajo porque no tenía recursos para ofrecer matrimonio», cuenta la biógrafa.

Ángel optó mor marchar a Cuba a la guerra, alistado en un batallón español. En los momentos previos a la marcha, los jóvenes se prometieron amor, regresos y esperas. «Dio su palabra para retenerla en el tiempo; pero de veras no sabía cuánto podría durar su viaje. Tal vez no tendría retorno. No podía dar fe de su destino», escribió Katiuska Blanco.

El 24 de agosto de 1895, Ángel se marcha a Cuba. Regresa en 1899 para buscar a su amada. «Llegó de la guerra con la esperanza de reencontrarla y casarse, pero todo se derrumbó de un portazo», dice la biógrafa. La muchacha no lo había esperado.

Este fracaso amoroso lo llevó de nuevo a Cuba poco tiempo después. «Con los pocos ahorros disponibles decidió reponer fuerzas, alejarse e intentar fortuna por segunda vez», relata Katiuska Blanco Castiñeiras.

«Llegó de la guerra con la esperanza de reencontrarla, pero todo se derrumbó de un portazo»

Aprovechaba las ferias de A Pobra y Láncara para los encuentros con su amada