«La bonanza absoluta no va a volver, afortunadamente»

Susana Luaña Louzao
Susana Luaña REDACCIÓN / LA VOZ

GUITIRIZ

EDUARDO PEREZ

La vida transcurría con aparente facilidad para ella cuando la enfermedad de un hijo le cambió los esquemas. Para poder compaginar sus obligaciones y su trabajo, se hizo empresaria, y ya no quiso dar marcha atrás. Optimista y positiva, nunca perdió esa vitalidad, pero las circunstancias le enseñaron a priorizar y a valorar lo que realmente importa. Y creció tanto personal como laboralmente.

12 may 2019 . Actualizado a las 05:07 h.

Estudió Publicidad, Márketing y Comunicación en A Coruña, y desde muy joven compatibilizó los estudios con el trabajo. «Me apuntaba a todo porque era fácil y divertido; fui azafata y luego estuve seis años y medio en Superco, llevé la publicidad de Cuatro Caminos y trabajé también para el centro de Camelias, en Vigo», recuerda Ana Isabel Ulloa (Guitiriz, 1969).

-¿Qué le empujó a establecerse por su cuenta?

-Tuve un hijo que nació con problemas de salud y pedí un año de excedencia. Entonces decidí hacerme autónoma, para trabajar solo cuando podía, y ya no me planteé otra cosa. Cuando el niño era pequeño anduvimos de médicos de un lado al otro, recorrimos muchos hospitales. Finalmente lo operaron aquí, en el Materno, y no puedo estar más agradecida. Afortunadamente ahora hace una vida normal, pero esa experiencia te hace ver las cosas de otra manera, priorizar y valorar lo que realmente importa. Yo me hice muy solidaria y muy sensibilizada con las enfermedades raras. Tenemos dos hijas más que nacieron sanas, pero aquello me marcó y pesó mucho a la hora de establecerme por mi cuenta, para no dar explicaciones a nadie y poder organizar mi vida.

-¿Cómo fueron esos primeros pasos en una aventura que ya nunca abandonó?

-Mi hijo, Fernando, nació en el año 1995, y un año después yo ya era empresaria. Mi compañero en la vida, el padre de mis hijos, tenía una empresa de comunicaciones y empecé a ayudarlo, luego llegué a ser gerente de Sitelco. Empezaba el bum de las telecomunicaciones y nosotros cogimos una época dorada en el sector. Siempre trabajé mucho pero siempre me ha ido bien. Instalamos las comunicaciones en la Volvo Ocean Race, en Valencia; en la Universidad de Málaga, en la de Alicante, y muchas otras obras importantes.

-¿Fueron pioneros en el sector?

-Creo que vimos antes que otros esta necesidad y llegó un momento en el que íbamos enganchando unas obras con otras, éramos nosotros los que elegíamos a nuestros clientes.

-Hasta que llegó la crisis.

-Muhas empresas que trabajaban con nosotros cerraron y los empresarios se arruinaron porque avalaban con su propio patrimonio. No te pagaban un pagaré y entonces tú no podías hacer frente a tus obligaciones, y así entrabas en un bucle. Nosotros sobrevivimos porque teníamos nuestros ahorros y nos adaptamos a la nueva realidad. Ahora somos una empresa pequeña. Aquella época de bonanza absoluta no va a volver, afortunadamente.

-¿Por qué afortunadamente?

-Era excesivo. Las empresas concursaban a la baja y eran bajas temerarias, y las obras se presupuestaban en ocho millones y a lo mejor acababan en quince. Aprendimos a racionalizar y a aprovechar los recursos, y eso que en España todavía nos falta mucho, no hay conciencia ecológica. La parte buena de la crisis es que nos ha puesto a todos en nuestro lugar.

-Y ahora gestiona Iworks. ¿En qué consiste?

-Iworks es Integral Work Space, un centro integral de trabajo. Teníamos un edificio en A Grela al que no le estábamos dando uso y en nuestros viajes vimos centros de negocios y nos pareció una idea muy innovadora, porque en A Coruña no había ese servicio. Lo escrituré hace seis años, el día de mi cumpleaños. La primera empresa que se instaló fue Hibu, y ahí sigue. Hace año y medio lo ampliamos y está casi completo.

«La fundadora de AECO llevaba a su padre a firmar al banco; ella, la gerente, no podía»

Ana Isabel Ulloa es, además, presidenta de la Asociación de Empresarias de A Coruña, una de las más antiguas de España y que tiene en la actualidad 167 socias.

-La asociación nació en el año 1971. Supongo que, al menos oficialmente, no habría entonces muchas empresarias, ¿no?

-Oficialmente no, en efecto. La presidenta fundadora, Elvira Otero, que murió el año pasado, tenía mercerías y solo daba trabajo a mujeres, casi siempre chicas que iban del pueblo. Luego se quedó viuda joven, con un hijo, y no podía firmar nada, ni las compras. Llevaba a su padre a firmar al banco porque ella, que era la gerente, no podía. Pero salió adelante. La vida lo obligó porque tenía que criar un hijo.

-Mucho habrá cambiado la asociación desde entonces.

- Al principio ni siquiera estaba permitido que las mujeres se asociaran. Ellas se juntaban para contarse las penas y para darse apoyo mutuo, y después vino el asesoramiento, la tutorización...

-Y usted, ¿cómo entró?

- En el año 1997, la que entonces era presidenta me dijo que me asociase. Yo al principio no participaba mucho porque no podía, esto es algo voluntario y no remunerado y cada una aporta dependiendo de su momento vital. Más tarde fui miembro de la directiva y mi antecesora, Isabel Pacheco, me lo pidió, y hasta que le dije que sí. Al principio me arrepentí y ahora, después de siete años, ojalá encuentre a alguien que me releve porque es bueno que venga gente nueva.

-¿Pero valió la pena?

-Sí, desde luego. Te ofrece muchas oportunidades y contactos. Estás más al día, incluso en política, aunque ahora yo ya no entiendo nada porque veo muy poca validez en la política, los veo aferrados a un cargo y a un sueldo.

-¿El balance es positivo?

-Sin duda, los últimos cuatro años los pasé sin vacaciones. Tuvimos que apretarnos el cinturón; no digo que hayamos pasado necesidades, pero somos una familia numerosa con sus gastos. Tuve que centrarme en ofrecer servicios para Iworks, diferenciarme para que te elijan a ti y adaptarme al mercado y a su demanda. Las empresas pasaron de no escatimar medios a mirarlo todo con lupa. Pero yo soy muy optimista y eso es contagioso e imprime entusiasmo.

Un autorregalo para entender algo

Su hijo mayor tiene ya 23 años y tiene una hija estudiando en Finlandia y otra que hace bachillerato. Los viajes familiares se redujeron pero los siguen llevando a cabo, y por encima de todo, a Ana Ulloa le gusta Bali: «Me da mucha pereza porque el viaje es muy largo, pero la gente es amable y generosa y me gusta el clima y la paz del lugar». Afronta con sentido del humor los tiempos que corren y, como dice que no entiende la política actual, «por el día de la madre me autorregalé Manual de resistencia, el libro de Pedro Sánchez, a ver si me aclaro». Le encanta el arte y colecciona pintura de autores gallegos, por eso ha querido aprovechar esta ocasión para rendirle homenaje al recientemente fallecido pintor Alfonso Abelenda. «Cuando yo era joven expuso un cuadro en la primera edición de la Mostra de Arte de Unión Fenosa; fue su obra emblemática y ahora la tengo en mi casa. Hay una muestra póstuma de su obra en Abanca y, desde luego, creo que se merece este homenaje».