Juan Antonio, el niño de Friol que llevó en 1803 la viruela a América para salvar miles de vidas

Suso Varela Pérez
suso varela LUGO / LA VOZ

FRIOL

Detalle de la portada del libro «Isabel Zendal, la madre de todas las vacunas», de Antonio López Mariño, publicado por Teófilo Ediciones
Detalle de la portada del libro «Isabel Zendal, la madre de todas las vacunas», de Antonio López Mariño, publicado por Teófilo Ediciones

Una muestra en San Paio de Narla recuerda a los expósitos que portaron la vacuna

08 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Se llamaba Juan Antonio y a pesar de morir con 10 años su corta vida fue fundamental para salvar la de miles de niños en América. Nacido el 22 de enero de 1797 en Santa María de Xiá (Friol), con seis años formó parte, junto a otros 20 niños de entre 2 y 9 años, de la más ambiciosa empresa médica que se había acometido hasta ese momento en la historia: la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, todo un ejemplo de sanidad pública y universal que bajo el reinado de Carlos IV buscaba vacunar de la viruela, de forma gratuita y masiva, a la población infantil de los territorios de ultramar (desde México hasta Chile, Filipinas, Cantón y Macao) y crear así la inmunidad de grupo.

De aquella expedición existen varios estudios y libros, además de reconocimientos, entre ellos el de las figuras principales: el jefe de la expedición, el cirujano militar alicantino Francisco Javier de Balmis, y la coruñesa Isabel Zendal, la primera enfermera de la historia en misión internacional, reconocida por la OMS. Pero poco se sabe de las vidas de los 21 niños de hospicios de Santiago y A Coruña y que habían sido abandonados a su suerte desde bebés en los tornos que no paraban de girar en las inclusas de finales del siglo XVIII e inicios del XIX.

Documento que acredita que Juan Antonio nació en Xiá, Friol
Documento que acredita que Juan Antonio nació en Xiá, Friol

Este sábado, a las cinco de la tarde, en San Paio de Narla, la Rede Museística Provincial presenta en una exposición la historia de uno de esos héroes, la de Juan Antonio, el niño de Friol. Además se podrá conocer lo que supuso aquella aventura pionera en la medicina. En la cita participará el periodista e investigador Antonio López Mariño, autor de un libro sobre Zendal, y que ha estudiado aquella misión y la vida de alguno de sus protagonistas, entre ellos la de Juan Antonio.

Bautizado en Xiá

Este niño de Friol fue bautizado por el párroco de Santa María de Xiá. Cinco días más tarde de nacer fue entregado al Real Hospital de Santiago, y tres semanas después su crianza fue asumida por María Batallán, una nodriza que vivía con su marido en San Mamede de Rivadulla (Vedra).

En aquel momento, cuando un expósito acogido cumplía siete años debía regresar a la inclusa, donde recibiría formación para con 14 años salir al mundo real a buscarse la vida. Pero en el caso de Juan Antonio, explica López Mariño, se cruzó el destino al ser escogido, por su buena salud y no haberse contagiado de la viruela, para transportar la vacuna de esta enfermedad a América.

«Estes nenos eran moito máis que portadores do remedio contra a máis letal das pandemias. Eran a vacina, viva e activa. Os expósito, o grupos máis desamparado da sociedade, teñen máis que traballada e merecida esta homenaxe», señala Mariño.

La corveta María Pita, que llevó a los niños expósitos, en América.
La corveta María Pita, que llevó a los niños expósitos, en América.

El 30 de noviembre de 1803 salió del puerto de A Coruña la expedición. Juan Antonio y sus compañeros tendrían por delante tres meses de travesía hasta llegar a Puerto Rico y luego se dividió la comitiva, una en dirección al cono sur y otros desde Cuba hacia México y luego Filipinas. El niño de Friol formó parte de esta última. Terminada la misión, los niños fueron destinados en agosto de 1804 al Real Hospicio de Pobres de México, desde donde pasarían en julio de 1806 a la Escuela Patriótica, de formación profesional, donde aprenderían un oficio.

Como explica López Mariño, el rey Carlos IV prometió a los niños expósitos de la vacuna que «serían mantidos e educados en Indias e colocados oportunamente coas mellores familias». Pero la vida de Juan Antonio, que sirvió para salvar la de miles de otros niños, no tuvo fortuna: «A oportunidade social de ser acollido por unha selecta familia mexicana non petou na porta de Juan Antonio, que morreu, con 10 anos, cando aínda esta na Escola Patriótica».

El método de la vacunación: trasvasar pus de brazo a brazo

La propuesta oficial para vacunar de la viruela las tierras de ultramar era la usar el método que se aplicaba entonces y que era infalible, el uso de vacas infectada. Pero Balmis se opuso por los problemas de logística que supondría en el viaje y luego su operatividad por América.

El cirujano impuso la idea de una cadena de niños que transportase la vacuna en vivo: «Linfa de orixe vacúa sería inoculada nos brazos dunha primeira parella de cativos; aos 9-10 días, cando os grans resultantes da reacción ante esta vacinación estivesen máis cargados de pus, faríase o transvase a un novo par de nenos. Así, de brazo a brazo, a vacina iría facendo camiño dende A Coruña a Porto Rico e por toda América e Asia», explica Antonio López Mariño.

La vacuna partió de niños expósitos como Juan Antonio, el único lucense que consta de la expedición pero, en Ultramar, se buscó contar, como portadores, con hijos de padres conocidos, «co que lle daba á expedición unha máis favorable imaxe pública. Para garantir a mellor acollida popular ás inoculacións e disociar vacinación de enfermidade, as Xuntas de Vacinación funcionaban fóra dos hospitais, en locais céntricos e confortables», una especie de origen de centros de atención primaria.