Diálisis en casa: una máquina pionera que aporta calidad de vida al paciente

María Guntín
maría guntín LUGO / LA VOZ

COSPEITO

Carlos Castro / Carolina Jerez

Paulino Blanco muestra cómo realiza el tratamiento de forma autónoma

16 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Pasadas las ocho y media de la mañana, Paulino Blanco se levanta de la cama para desayunar. Vive en San Xoán de Sistallo, a tres kilómetros de Cospeito. A las nueve, empieza con los preparativos para su tratamiento de hemodiálisis domiciliaria. Lo primero que hace es lavarse las manos. Después, se pesa para saber cuánto líquido ha ganado en las últimas 24 horas y cuánto debe perder en las próximas dos. Entonces, empieza a preparar la Physidia, con la que ya se ha familiarizado en los dos años y medio que lleva utilizándola. En España hay 110 máquinas de este modelo y de estas, 17 son utilizadas en la Comunidad de Madrid y una decena, en la provincia de Lugo, que se consolida así como una de las zonas de España con más aceptación. «Aquí, todo o que conseguimos loitámolo os pacientes, axudados polos nosos médicos», explica Paulino Blanco.

El tercer paso para empezar con el tratamiento, al que Paulino se somete dos horas diarias y seis días a la semana, es preparar cinco bolsas de solución e introducirlas en las bandejas anexas a la máquina. «O bo de todo isto é que a máquina se adapta a ti, e non ti a ela», cuenta este paciente. Seguidamente, prepara el campo de trabajo y coloca todo el material necesario -y esterilizado- sobre una mesa auxiliar que coloca frente al sillón en el que se sienta para conectarse a la máquina. «Todo chega por mensaxería», explica Paulino. Sobre la mesa, este hombre pone paños estériles, desinfectante de manos y agujas.

Entonces, llega el momento de introducir una tarjeta de identificación personal en la máquina, que contiene la prescripción del médico de este paciente. Sin ella, el aparato no arranca. Seguidamente, se coloca un tensiómetro que está conectado con la Physidia y que cada hora hace una medición que, posteriormente, figura en el informe digital que le llega al médico de Paulino. 

Formación en hospitales

El siguiente paso es conectar todas las bolsas entre sí y la carcasa que cierra un lateral de la máquina, además de colocar el suero. «Eu aprendín a usala en sete días, pero porque xa tiña experiencia con outros aparatos de hemodiálise», cuenta Paulino Blanco, que recibió formación en el Hospital Universitario Lucus Augusti (HULA) para este fin. A él, lo que más le costó fue aprender a colocarse las agujas. Entonces, llega el momento del pinchazo y de comprobar con suero que la aguja está bien colocada. Pero primero, Paulino se desinfecta las manos, se quita la costra, palpa las venas e introduce las agujas en la fístula que tiene en el brazo izquierdo, puesto que siempre se pincha en el mismo sitio.

«Co campo de traballo xa listo, acendo a máquina, que tarda uns minutos en comprobar que todo funciona axeitadamente», explica este paciente. Paulino coloca las llamadas líneas de sangre y el dializador. Entonces, la Physidia sella automáticamente la parte en la que está el baño de diálisis para garantizar así la seguridad mientras dure el tratamiento.

Duración: dos horas

Con el proceso en marcha y durante dos horas, Paulino Blanco aprovecha el tiempo para leer el periódico o ver la televisión. Cuando termina, la máquina envía automáticamente un informe que expone cómo ha ido la sesión y que le llega al médico en cuestión de minutos.

Con 12 años, Paulino empezó con problemas de oído. El otorrino no sabía lo que le pasaba, y lo derivaron a un urólogo que le dijo que tenía el riñón inflamado. Fue a Madrid, donde le detectaron una insuficiencia renal crónica cuando era un adolescente. «Con 16 anos tiven un derrame cerebral provocado por un coágulo. E estiven en coma nove días», explica Paulino, que ahora tiene 59 años y cuenta que, en aquella época, se dializaban dos de cada diez pacientes porque «non había máquinas suficientes». Paulino fue paciente de diálisis y después, de hemodiálisis. Además, le trasplantaron un riñón que funcionó durante 36 años, el que más duró en toda Galicia hasta el momento.