Dos manos capaces de atar 1.800 chorizos en menos de una hora

Fernanda Follana LUGO

CASTROVERDE

Una vecina de Baralla intentará batir un récord Guinness atando chorizos

05 feb 2011 . Actualizado a las 23:56 h.

Carmen Fernández es una abuela joven, incluso precoz en unos tiempos en los que a su edad, 47 años, algunas mujeres son todavía madres. Sin embargo, lo que le hace destacar entre sus vecinos no tiene nada que ver con cuestiones familiares. Por lo que sobresale es por su don para atar chorizos. Cerca de 1.800 en una hora. Y todo sin casi prestar atención a lo que tiene entre manos. Un minuto le basta para atar 30 chorizos

Para realizar esta labor propia del invierno gallego utiliza unos guantes de goma. «Empecei a usalos na fábrica na que traballaba porque a zorza viña da cámara, tanto en verán como en inverno, e non aguantaba o frío. Ao principio costoume adaptarme, pero xa non sei atar sen eles», afirma Fernández. Y la destreza y velocidad con las que realiza su labor ya le han hecho famosa en los concellos de Baralla, Baleira, Castroverde, Póboa de San Xiao, As Nogais y Bóveda , donde vecinos y conocidos acostumbran a llamarla cada vez que hacen matanza. «Este ano tiven vinte clientes novos e xa é común que teña que facer os chourizos de todo un pobo», indica. Como contrapartida, sus clientes le suelen recompensar con una comida y, en una ocasión, incluso recibió un traje nuevo.

Una predicción errónea

Ágil, vivaracha y rauda, Carmen Fernández es abuela con solo 47 años, aunque su cuerpo aparente el de una mujer de 30. En sus primeros pasos dentro del oficio, su jefa en la fábrica no le pronosticó un buen futuro: «Carmen nunca chourizos ata», le dijo. Pero la predicción no se cumplió y Fernández, poco a poco, fue mecanizando un movimiento que tuvo que ejecutar casi cada día durante 18 años.

La destreza que fue adquiriendo con el paso del tiempo le hizo ganar prestigio entre los vecinos y, de paso, le sirvió para demostrar a su jefa que aquella vieja predicción no se cumpliría. Aún así reconoce que lo importante no es tanto demostrar la valía o experiencia de cada uno. Según dice, lo importante es que te guste lo que haces. Una condición a la que ella suma la experiencia, la vocación y la genética.

A por el Guinness

Después de todo este tiempo, en cambio, hay algo que Fernández no olvida. Hace tres años dejó su puesto de trabajo en la industria cárnica y, aún hoy, reconoce que cuando se fue de la fábrica sabía que dejaba un trabajo que le gustaba.

Su habilidad hace que, ahora, Fernández se plantee obtener un récord Guinness. Sus allegados, por lo peculiar de esta tarea, no dudan de que obtendrá el premio.