Juan Carlos Teijeiro, guardia civil jubilado: «Moría más gente en la carretera en un mes de los 80 que ahora en un año»

CASTRO DE REI

El agente será homenajeado este viernes por su jubilación. Repasando su trayectoria, se felicita de la seguridad que se consiguió en las carreteras
03 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Juan Carlos Teijeiro Sanjurjo, (Castro de Rei, 1956), se jubiló como guardia civil del Subsector de Tráfico en julio del año pasado, al cumplir los 65. Lleva más de medio año jubilado y mañana le organizan una despedida sus compañeros y amigos con un almuerzo en el Restaurante España, donde aprovechará para estar con todos ellos, porque reconoce que los echa de menos. «Seguiría en el trabajo unos años más porque estaba muy a gusto con los compañeros. De hecho, presenté solicitud para seguir, pero no me la aceptaron».
—Casi 40 años de servicio habrán dado para mucho. ¿Cuáles fueron sus destinos?
—Entré en 1981 y fueron 39 años. Empecé de guardia en el puesto de Navafría y después pasé al de Villacastín, en Segovia. En 1983 hice los cursos de atestados y entré en el equipo de Tordesillas en Valladolid, en Tráfico. Estuve allí tres años y en 1987 pasé a los equipos de atestados del Subsector de tráfico de Lugo, en donde estuve hasta que me jubilé. Fueron 34 años en Lugo, donde estuve muy a gusto. De hecho, decidí no presentarme a ascensos, aunque tenía el bachiller superior y con ello, en su día, podía haberlo intentado. Pero preferí mantener a la familia en Lugo, porque a veces los ascensos llevan consigo traslados que causan trastornos familiares y personales que no se pagan con dinero.
—El trabajo de atestados e informes hace años tampoco debía ser muy fácil, con la cantidad de accidentes que había.
—A veces era duro. Yo creo que asistí aproximadamente a unos 300 accidentes con fallecidos a lo largo de mi vida laboral. Por ejemplo, fue muy triste encontrar a dos hermanos muertos en la N-VI un día de Nochebuena. En general, era muy triste llamar a las familias para darles la noticia del fallecimiento de un ser querido. Recuerdo el caso de un conductor que llamó a su casa para avisar de que había tenido un accidente leve y estaba bien. Pero poco después fue atropellado por otro coche mientras esperaba a la grúa y murió. Tuvimos que hablar con la viuda, que no se lo creía, porque decía que el marido le había dicho que el accidente no había sido grave. Antes de abrirse la autovía A-6, había más fallecidos en un mes en la provincia que hoy en un año. Y no solo en Lugo. Recuerdo que en los tres años que estuve en Tordesillas había accidentes muy graves, muchos por colisiones frontales, con dos, tres o cuatro fallecidos. Con la apertura de las autovías bajó la siniestralidad en la N-VI y también en el resto de las nacionales porque se hicieron muchos informes de puntos negros que se fueron mejorando, pero, por ejemplo, hubo un año en el que Lugo batió el récord de España, con 25 fallecidos.
—¿Qué otros aspectos cree que han ayudado a bajar esos nefastos datos de muertes?
—El carné por puntos y la concienciación de la gente. Y además ahora el carné lo sacan mayoritariamente los chavales con los 18 recién cumplidos, y antes había mucha gente que se incorporaba a la circulación cuando ya era mayor.
—¿Qué se podría seguir mejorando?
—Además de la atención y las distracciones al volante de los conductores actuales, desde el punto de vista de las autoridades también se podrían mejorar las limitaciones de velocidad en España. Por ejemplo, en un viaje por autovía entre Lugo y Coruña en un día de buen tiempo y con poco tráfico, no tiene mucho sentido la limitación a 120, porque realmente se podría ir a 130 sin ningún peligro, teniendo en cuenta la seguridad pasiva de los coches actuales. Sin embargo, bajar la Costa do Sal en ese mismo trayecto pero en un día de fuertes lluvias y viento, puede ser muy peligroso a 120 por hora. Sin ir más lejos, en Francia cambia la limitación de velocidad cuando empieza a llover. Y por contra, en las carreteras locales, que ahora mismo están generalmente limitadas a 80 por hora para turismos y motos, hay muchos lugares en que resulta una velocidad excesiva. Y eso es evidente porque muchas curvas en esas carreteras ni siquiera se pueden tomar a esta velocidad. Pero además, son carreteras que pasan por medio de los pueblos, pegadas a las casas, con presencia de peatones, de gente mayor conduciendo vehículos agrícolas, niños al borde de la vía, o animales. Y hay que tener en cuenta que Galicia es casi permanentemente una travesía a través de núcleos o pueblos, debido a la dispersión de la población.
—¿Cómo ve al subsector de tráfico en la provincia actualmente?
—Se está trabajando muy bien. Hay gente muy bien preparada, tanto técnica como personalmente y fruto de esta labor, también es el descenso paulatino de accidentes y víctimas. Creo que las altas instancias y los legisladores deberían consultar más a estos agentes, porque son los que están en la carretera y ven la realidad con sus ojos. Quizá la población no conoce al detalle todo el impresionante trabajo técnico y de prevención que hacen los compañeros del Subsector de Tráfico de Lugo, y de los demás subsectores. Y también hay que tener en cuenta que los compañeros de seguridad ciudadana colaboran mucho en las medidas de seguridad en el tráfico.
—Aún hay quien opina que están muy volcados en las sanciones porque se lo exigen.
—Todo el ansia que tienen los compañeros de Tráfico es que se cumpla la ley para reducir el número de accidentes y víctimas. Es la misión principal que llevan en la cabeza cuando se suben a sus vehículos. La gran mayoría de los agentes hacen normalmente mucha labor de vigilancia, que incluye consejos e incluso amonestaciones que no siempre traducen en denuncia, aunque podría hacerlo.
—¿Cambió el trato de la gente con la Guardia Civil a lo largo de estos 40 años de su vida laboral?
—Cambió mucho, porque el ciudadano ahora nos ve como una fuerza policial de ayuda, y ya casi no hace menciones a la época franquista, que era muy habitual cuando yo empecé, porque el régimen acababa de desaparecer. Pero hay que recordar que la Guardia Civil ya casi va a cumplir 180 años, y su contacto con la dictadura solo fueron 40 años. Y tampoco deberíamos pasar por alto que Franco no fue precisamente un aliado de la Guardia Civil, porque tuvo el decreto de disolución del cuerpo varios meses en su mesa, también fusiló a altos mandos leales a la República.
—¿Y también cambiaron mucho sus condiciones laborales?
—Las condiciones laborales, que siempre se pueden mejorar, cambiaron muchísimo desde mis inicios en Lugo hasta hoy. Entonces, hacíamos turnos de 24 horas y trabajábamos continuamente, en días alternos. Luego se crearon las bases de atestados en Burela y Monforte, y las condiciones ya mejoraron mucho, y también la rapidez de llegada a los siniestros.
—¿También ha cambiado mucho la relación con los mandos en estas cuatro décadas?
—Sí, en la misma medida. Ahora tenemos tan buena relación con los mandos del subsector de Tráfico como la ya mencionada con mis propios compañeros. Y debo decir que siempre se portaron muy bien conmigo tanto a nivel profesional como personal. Pero además, me parece de justicia decir que ahora también tenemos al frente de la Guardia Civil de la provincia a uno de los mandos más competentes y querido y respetado que yo recuerdo en mi trayectoria.