Un refugio de perros en la montaña de Lugo hecho con lotería vendida en las ferias

María Guntín
María Guntín BECERREÁ / LA VOZ

BECERREÁ

Pilar, una de las mujeres al frente del refugio de Becerreá, con varios perros rescatados
Pilar, una de las mujeres al frente del refugio de Becerreá, con varios perros rescatados M. GUNTÍN

El Nuevo Hogar de Quin, en Becerreá, busca ayuda pública para poder salvar animales abandonados y maltratados

23 dic 2022 . Actualizado a las 12:45 h.

A dos kilómetros del centro urbano de Becerreá, entre árboles, casas de aldea y explotaciones ganaderas, se esconde un rincón de paz y tranquilidad. Un refugio en el que los perros abandonados y muchas veces maltratados inician una nueva vida, o más bien una transición que les permite llegar a tener nuevas familias y les regala la oportunidad de empezar de cero.

Este santuario animal, que lleva por nombre El Hogar de Quin, es una idea de cuatro mujeres —ahora son tres— que han tenido que remover cielo y tierra para materializar este gran sueño. Es más, ha sido la venta de lotería de Navidad la que lo ha hecho posible: «Todo lo que hicimos fue con lo que ganamos vendiendo lotería de feria en feria, con algún sorteo y gracias también a los carnés de padrinos que ofrecemos», explican. Más de 200 personas ya se han solidarizado con la causa, aportando su granito de arena.

«El terreno lo hemos alquilado, pero tenemos derecho a compra. Por el momento, recogemos a los animales que podemos, pero de forma simultánea no podemos tener a más de 10 en el refugio», explica una de las capitanas del proyecto, Pilar Deiros. En estos momentos hay cuatro animales, además de ocho cachorros.

Como particularidad, este refugio situado a los pies de Os Ancares dista mucho de las protectoras convencionales. Aquí no existen los caniles, ni las jaulas, ni los espacios delimitados. Las tres encargadas se ocupan de que socialicen progresivamente cuando llegan, y después viven libres, corriendo por una finca de más de 4.000 metros cuadrados.

El Nuevo Hogar de Quin, más conocido ya como el refugio de Becerreá, tiene varias casetas de madera. En la entrada, Pilar fantasea con que una de ellas pueda servir para acoger escolares que acudan de visita y puedan entender la lacra del abandono animal, así como disfrutar de los perros. «Esta nos la donó la Consellería de Educación y las demás las hicimos nosotras mismas, con palés y madera que fuimos recogiendo. Todavía estamos en obras; queda mucho trabajo por hacer», cuenta Pilar.

Los únicos cierres que existen en este refugio, instalados también por las tres mujeres, son los que delimitan la parcela y otra zona interior que contiene además varias casetas y que sirve para cuarentenas y salvaguardar los cachorros, ya que está completamente cubierta para evitar sustos nocturnos.

Sin subvenciones ni ayudas

Sin embargo, el proyecto dista mucho de estar terminado: «Necesitamos ayuda de las administraciones porque no cobramos por adopciones ni tenemos subvenciones. Los animales que entregamos salen castrados, desparasitados y con todos los papeles en regla», desgrana Deiros.

«Uno de nuestros padrinos de honor es Pocholo Martínez-Bordiú, que difundió nuestro proyecto a través de las redes sociales», cuentan orgullosas las gerentes del refugio. Tanto es así, que los carnés resultaron ser un éxito, así como la venta de lotería. Poco a poco, el refugio gana renombre y ya cuenta con cientos de seguidores en las redes sociales.

 
 
 
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Una de las perras que viven en este hogar provisional es Laika. «Recibimos una llamada que nos avisaba de que le iban a pegar un tiro porque no ladraba, y además estaba preñada. Estaba cerca de Lugo y no dudamos en ir a por ella», explica Pilar. Por suerte, Laika pudo tener a sus cachorros rodeada de paz y tranquilidad, después de que la rescatasen: «Cuando llegó tenía mucho miedo y con cualquier movimiento se agachaba esperando el golpe, por eso supimos que también fue maltratada».