Salir de noche en los 80 en Becerreá: «Fora como fora, en burro ou andando, todos iamos á festa»

PAULA ÁLVAREZ / M.G LUGO / LA VOZ

BECERREÁ

La Discoteca Primavera, en Becerreá, lleva sobre 25 años cerrada.
La Discoteca Primavera, en Becerreá, lleva sobre 25 años cerrada. Paula Álvarez

Muchos de los lugares que frecuentaban generaciones anteriores están ya cerrados y los jóvenes tienen cada vez menos ofertas de ocio nocturno; el municipio llegó a tener tres discotecas abiertas

06 ago 2022 . Actualizado a las 19:50 h.

Con el paso de los años, los jóvenes vieron como muchas de las discotecas que frecuentaban sus padres cubrían la puerta con el candado. Los establecimientos de las ciudades se llenan, y más ahora en verano, mientras que los pequeños municipios se quedan sin lugares de ocio para divertir a su juventud.

Es el caso de Becerreá, una villa donde los vecinos recuerdan hasta tres discotecas allá por el año 1985. Una de ellas se está cayendo a pedazos, y a los dueños de las otras dos ni se les pasa por la cabeza volver a abrir: «Para cubrir os gastos, necesitamos un volume de xente que non hai».

Las generaciones anteriores saben lo que es hacer grandes colas para entrar en los establecimientos. Cuentan que la Discoteca Primavera «enchíase a tarde, botaba á xente fóra e volvía abrir a noite». El dueño repetía noche tras noche: «Deixade entrar, por favor! Parecedes un rabaño de ovellas!», recuerda entre risas Julio Ferreiro, que no se perdía un sábado en «O Pedrín» (así es como conocen en el pueblo esta discoteca). Y otra de ellas, la Jaguar, «botaba aberta de luns a domingo».

También por el Pub de Ramiro, conocido ahora como Pub Neo, uno se los lugares más emblemáticos de la noche en Becerreá, pasaron varias generaciones, desde padres a abuelos. Y, aunque ahora sigue funcionando, el responsable percibe como «cada vez somos menos. E non só aquí, senón na vila en xeral».

Entonces, la pregunta es ¿dónde está toda esa gente que llenaba las calles de Becerreá por las noches? La respuesta es clara y unánime: la despoblación. El instituto pasó de tener 500 alumnos a menos de 200 y cada vez son más los estudiantes que se marchan de casa, y menos los que regresan durante el fin de semana.

Los vecinos confiesan que «antes a xente tiña máis fillos e había outra unión nas aldeas. Fora como fora, en burro ou andando, todos nos poñiamos de acordo para saír. Agora temos coche e somos máis independentes»

En esa opinión coincide el propietario del bar y pub Coco Loco. Cristóbal Rodríguez explica que «as rutinas cambiaron. Antes o sábado era inamovible en Becerreá e agora se hai calquera outra festa aquí non vén ninguén». Él mismo define el ocio nocturno como «un negocio a cegas nestes momentos, que só funciona en ocasións puntuais». Y quizás sea ese el motivo por el que nadie se lanza a abrir una discoteca lejos de la ciudad.

La opinión de la juventud

Para los adolescentes que aún residen en pequeños municipios como este, la situación del ocio es, como dice el refrán, la pescadilla que se muerde la cola: «Non hai actividades porque non hai xente e non hai xente porque non hai actividades».

«Queixámonos de que os novos non quedan no rural, pero como pretenden que queden se non hai ningún tipo de entretemento», explica la joven María Núñez, mientras añade que «se non se incentiva á xente nova e se non se trata de xerar interese, o que nos queda é marchar».

Tienen la referencia de sus padres y de sus abuelos, de cómo mataban el tiempo libre y, en parte, sienten «envidia sana». Envidia por tener que coger el coche para salir de fiesta y desilusión por ver cómo poco a poco se van apagando las luces de los locales en los que sus antepasados vivieron tan buenos momentos. «Que non é que nos non os vivamos, pero gustaríanos poder facelo aquí, coa xente de toda a vida».