Más líos en el gobierno provincial y el nuevo partido que puede nacer

Enrique Gómez Souto
enrique g. souto PULSO LUCENSE

BECERREÁ

11 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El historiador inglés Arnold J. Toynbee (1889-1975) estaba convencido de que «el mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que serán gobernados por personas que sí se interesan». En la Diputación de Lugo se ve muy bien qué quería decir Toynbee: los que la gobiernan están empeñados en castigar a los lucenses que pasan de política y dejan que gobiernen las instituciones políticos como ellos, instalados en la gresca permanente. Y, encima, gresca interna, en el propio grupo de gobierno, en el socialista; en el propio PSOE. Llega la Semana Santa y Campos y Martínez parecen decididos a que su partido pase de nuevo por el calvario de la división, el enfrentamiento y la ruptura. Las diferencias de criterio y voto entre los dos socialistas citados, esta vez a cuenta del papel de Suplusa en la gestión de las residencias de la tercera edad, es un capítulo más en el culebrón que protagonizan desde las pasadas elecciones locales.

El secretario provincial del PSOE, Álvaro Santos, tiene en la Diputación un buen escenario para demostrar hasta dónde controla el partido. Santos ya dejó claro en la más reciente reunión de la ejecutiva gallega que una de sus preocupaciones es la posible aparición de una nueva fuerza política en el panorama electoral provincial. Entre los más notables de quienes están dispuestos a embarcarse en una aventura así, hay quien fija como límite la Semana Santa para tomar una decisión. Para esa operación, la vista está puesta en Martínez. Y la Semana Santa está a la vuelta de la esquina. Tal parece que alguien en el PSOE está empeñado en dar al alcalde de Becerreá, vicepresidente de la Diputación, argumentos para tomar las de Villadiego. El asunto Suplusa desprende un tufillo muy similar al del engaño por partida doble en las primarias para elegir candidato a la presidencia de la Diputación. Es el tufillo que confirma que «la política es el campo de trabajo para ciertos cerebros mediocres», según opinión de Nietzsche. La contundencia de las reflexiones del filósofo alemán puede resultar molesta a las almas pusilánimes, las que dejan que las gobiernen «cerebros mediocres». Pero lo cierto es que caen de lleno en el castigo del que avisó Toynbee.