Con el fuego en la puerta de casa: «Pensamos que ía arder todo, isto era o inferno»

André Siso Zapata
André S. Zapata LUGO / LA VOZ

BALEIRA

El fuerte viento hizo que el fuego se extendiese rápidamente por todo el valle del río Eo, en Baleira.
El fuerte viento hizo que el fuego se extendiese rápidamente por todo el valle del río Eo, en Baleira. ALBERTO LÓPEZ

El incendio forestal de Baleira obligó a desalojar a 30 personas de cuatro aldeas de la montaña de Lugo. Ahora está estabilizado tras haber arrasado 1.400 hectáreas

31 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Ya casi no hay fuego en los montes de Baleira. Tampoco se ve ya el característico verde del valle del río Eo. Allí, ahora, solamente queda ceniza y olor a quemado. El incendio forestal que nació el martes en la parroquia de Cubilledo y que ha devorado 1.400 hectáreas de monte raso se dio por estabilizado en la tarde de este jueves. Medio Rural informó de que las más de 30 personas que tuvieron que ser desalojadas pudieron regresar a sus casas, que se salvaron —en algún caso de forma milagrosa— de las llamas. Los núcleos de Murias, Fórneas, A Cortevella y Estremeiro vieron como sus habitantes se marchaban con lo puesto debido a la cercanía del fuego.

El primer gran incendio forestal del año en Galicia tuvo su origen en una negligencia. Según el director xeral de Defensa do Monte, Manuel Rodríguez, «parece» que la chispa saltó durante una quema realizada por un vecino de la zona. De hecho, Rodríguez afirmó este jueves que el autor ya ha sido identificado.

El incendio se inició en la tarde del martes, a eso de las 17.00 horas, en la parroquia de Cubilledo. Aunque parecía que iba a ser controlado el miércoles, las ráfagas de viento dieron un giro al operativo de extinción. Al caer la tarde, las llamas se extendieron con rapidez y arrasaron todo el monte bajo del valle del río Eo. Zonas de Baleira, A Fonsagrada y Ribeira de Piquín resultaron severamente afectadas. La Xunta elevó la emergencia a nivel 2 y se desplegaron decenas de medios, tanto terrestres como aéreos. Incluso la UME acudió al incendio. Los vecinos que habían sido desalojados por la tarde pudieron volver a sus casas a última hora de la noche, aunque muchos esperaron hasta la mañana del jueves.

«Dixéronnos que non había esperanza, que íamos perder as nosas casas»

No fue el caso de varias familias de la aldea de A Cortevella. Ubicada en una de las laderas del valle, desde allí se podía observar perfectamente la devastación provocada por el incendio. El verde característico de la primavera dejó paso al negro de la ceniza y del monte quemado. Una decena de personas residen allí. «Eran sobre as cinco cando chegaron os servizos de emerxencias e nos desaloxaron. Dixéronnos que non había esperanza, que íamos perder as nosas casas», explica una de las afectadas.

Y es que el fuego se quedó a apenas un par de metros de sus viviendas. De hecho, un alpendre ardió ligeramente hasta que los bomberos apagaron el fuego. «Nós puidemos volver á casa de madrugada, pero non durmimos en toda á noite», añade otra vecina de la zona. Y es que el incendio alcanzó A Cortevella de un momento para otro. «Fun a recoller á miña filla á gardaría a iso das tres e media. Saín da casa e estaba todo normal. Ás cinco, chamoume miña nai e díxome que viñera correndo, que estaba o lume ao lado da casa. Só me deu tempo a vir a rescatar ao can», cuenta una tercera afectada.

A unos cientos de metros de allí, unas ovejas quedaron a merced del fuego. «Aínda non quixen ir a mirar, pero xa me dixeron que imos ter que sacrificalas», contaba otra vecina. «Cando chegamos aquí a desaloxar aos veciños, o lume estaba pegado á carretera. Pensamos que ía arder todo. Era o inferno, de verdade o digo», añadía Miguel Ángel Fernández, el teniente de alcalde de Baleira.

Vecinos de A Cortevella (Baleira), observando las miles de hectáreas de monte quemado.
Vecinos de A Cortevella (Baleira), observando las miles de hectáreas de monte quemado. ALBERTO LÓPEZ

«Se desmadró en media hora»

Cerca de allí viven Kike Maceira y Diana Forero, un matrimonio de científicos que se mudaron a la aldea de Murias, en Baleira, en el año 2020. Son los dueños de los apartamentos de turismo rural Sons do Eo. La noche del miércoles al jueves, sin embargo, no la pudieron pasar en su casa. «Tuvimos que dormir en una pensión de Baleira, porque ordenaron desalojar nuestra aldea», cuenta el padre de familia. Tienen un hijo menor de edad, «que fue el único que pudo pegar ojo», dice Maceira.

La familia se encontraba en sus apartamentos este miércoles cuando el fuego se descontroló. «Se desmadró todo en cuestión de media hora. Antes de comer, echamos un ojo y todo parecía controlado. Luego, volví a salir y ya vi una enorme columna de humo», dice Kike. Entonces, y antes de recibir ninguna notificación, hicieron las maletas. «Queríamos estar preparados», aseguran. Poco después, la Guardia Civil les dio la noticia: había que desalojar.

Ellos se marcharon a la pensión de unos amigos, ubicada en el núcleo de Baleira. «Antes de irnos, llamamos a nuestros vecinos de Murias para que estuviesen listos y resolviesen sus cosas, como llevarse a los animales», cuenta la familia. Este jueves, después de hacer noche en el hostal, se levantaron y regresaron a sus apartamentos. «Lo cierto es que nadie nos dijo que podíamos volver. Eso lo echamos de menos por parte de la Xunta o del Ayuntamiento. Pero vimos que no había peligro, entonces los vecinos fuimos volviendo», confiesan. «Fue un gran susto, pero podría haber acabado mucho peor», termina Kike.

El fuerte viento que sopló estos días en la montaña de Lugo fue el causante de que el incendio se descontrolase. En un abrir y cerrar de ojos, las llamas devoraron todo el monte bajo. Su paso fue tan rápido que no ardieron las copas de los árboles, ya que el fuego pasó a ras de suelo y como vino, se marchó.