Isabel Cedrón, exdiputada provincial de Lugo: «Esta política no es la que yo conocí»

A FONSAGRADA

Manuel

Con 85 años sigue muy pendiente de la evolución de la política aunque echa de menos un poco más de educación en los debates

28 feb 2023 . Actualizado a las 10:09 h.

Cuando Isabel Cedrón (Cervantes, 1938), se decidió a entrar en política se convirtió en una rara avis. No le importó. Y estuvo en la pelea hasta que se retiró. Hoy, con 85 años, sigue bien informada sobre lo que ocurre e intentando ayudar a su partido, el PP, en lo que puede.

—¿Qué tal se encuentra de salud?

—Muy bien. Tengo un problemilla de espalda pero, por el resto, bien.

—¿Está al tanto de lo que pasa en la política de hoy?

—Sí, sí, pero me tienen la cabeza loca, porque esta política de ahora no es la que yo conocí cuando era joven.

—¿Qué quiere decir?

—Que estoy al tanto de lo que los políticos nos mienten y nos quieren hacer ver, pero no me gusta cómo lo dicen. Deberían hablar con algo más de educación.

—Y a Feijoo, ¿cómo lo ve?

—Muy bien y espero que no se contagie del vocabulario de los demás. Aquí nos gobernó y estábamos muy contentos, porque era una persona atenta, afable y cercana.

—¿Llegará a presidente de España?

—Puede llegar a presidente y ojalá lo haga... pero hay muchos partidos por detrás y a lo mejor no alcanza los diputados suficientes. Y sería una pena.

—Usted fue una pionera en la política. Empezó como concejala.

—Sí, fui concejala 20 años en A Fonsagrada. Empecé con treinta y algo. Estaba muy contenta. En los plenos discutíamos, pero éramos todos conocidos; en el concello cada uno defendía su postura pero después, muchas veces, salíamos juntos a tomar algo porque, al salir, éramos las personas de siempre. Había una buena convivencia.

—Su padre fue alcalde.

—Sí, de Cervantes, durante muchísimos años.

—Le animaría él a entrar en política.

—Murió muy joven. Yo le veía a él funcionar en la política y veía lo que se hacía en el ayuntamiento. Y siempre le tira a una lo que ve.

—¿Cómo empezó, entonces?

—Por amigos que teníamos. Cuando empezó la democracia y se empezaron a formar los partidos vinieron a hablar con mi marido y conmigo. Al principio quedamos un poco sorprendidos porque no teníamos mucha idea, pero nos insistieron y accedimos. Era todo muy difícil. Nos llamaban de todo, pero nosotros no hacíamos caso. Yo hice por el ayuntamiento todo cuanto pude y traje mucho dinero para hacer cosas. La Diputación también me ayudaba.

—Usted militaba en Alianza Popular.

—Y antes de que se llamara así era Coalición Democrática. Anduve con Fraga cuando estaba de presidente, buscando gente por ahí. Porque de aquella no era tan fácil fichar gente para este partido.

—Seguro que ahora es más fácil.

—¡Ahora es facilísimo! Pero en aquel momento la situación era distinta. Pero yo siempre me encontré a gusto y tuve unos compañeros extraordinarios. Y, como era la única mujer, me mimaban más.

—¿Nunca se sintió marginada o ninguneada por ser mujer?

—Nunca. Al contrario. Siempre tuve preferencia en todo. Y en la Diputación era la única mujer.

—La Diputación de Cacharro Pardo, que mandaba mucho.

—Cacharro fue una gran persona, aunque le criticaban mucho. Decían que era muy cacique. Era amigo de mi marido desde la infancia. Era un hombre muy trabajador y conocía la provincia con pelos y señales.

—Para la oposición era el demonio.

—Sí, porque veían cómo avanzaba la provincia. Aquí, en A Fonsagrada, la mayoría de las carreteras eran de tierra. Cuando dejé de ser concejala estaban todas asfaltadas.

—¿Cuánto se tardaba entonces de llegar de Lugo a A Fonsagrada?

—La primera vez que hice ese trayecto pensé que no llegaba. El coche de línea tardaba hora y media. Y son sesenta kilómetros. Ahora no tarda ni cincuenta minutos.

—¿De qué se siente más orgullosa de su etapa como política?

—Del instituto. Era una maravilla cuando se hizo. Y el centro médico. Aquí, para estudiar, era muy difícil. Había que ir a Lugo o a Asturias para hacer el bachiller... algunas familias podían, pero otras no. Y con el instituto aquí ya podían estudiar todos.

—¿No llegó a ser alcaldesa?

—No. Siempre por pocos votos. Pero estaban muy controlados.

Pilar Canicoba

—Llega la campaña. ¿Va a participar?

—No, yo ayudo desde casa, ja, ja.

—¿Le parece que ya estamos preparados para tener una presidenta de Galicia o de España?

—Hay mujeres tan competentes como cualquier hombre para gobernar, pero hay mucha gente que todavía no está mentalizada para que una mujer presida un Gobierno. Y ahí es donde hay que trabajar para que la sociedad se conciencie. Aún nos ven con un poco de condescendencia.

—¿A quién ve capacitada?

—No voy a decir ninguna, porque igual digo una y se me enfadan las otras, ja, ja.

—Dígame, ¿cómo pasa el día?

—Pues me levanto cuando me apetece, desayuno y leo la prensa, que me lleva media hora. Arreglo la habitación y hago la comida para mi hija y para mi yerno. Y luego salgo si me apetece o voy a la peluquería. En la tele veo la novela y las noticias. Y por la noche pongo la radio. También hago ganchillo, algún bordadito...

—¿Celta o Deportivo?

—Yo soy del Real Madrid, así que me mete en un aprieto, pero el Dépor. No tienen mucha suerte, pero a ver si mejoran.

—¿Cómo diría que es usted en pocas palabras?

—Soy una mujer muy normal; me gusta la paz, la tranquilidad y que todo el mundo se lleve bien.

—Dígame una canción.

—Alguna de Plácido Domingo.

—¿Lo más importante en la vida?

—La conformidad. Conformarse con lo que cada uno tiene. Vivir tranquilos.