Airiños, la sala mítica de la montaña en la que hubo movida «pero sin pegamoides»

M. Fernández / Xosé Carreira A FONSAGRADA / LA VOZ

A FONSAGRADA

JOSÉ PARDO

Hace casi 40 años que empezó a funcionar en la capital fonsagradina Airiños, la gran sala de fiestas de la montaña lucense

07 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Justo con el inicio de la movida madrileña, en el año 1980, nació en A Fonsagrada, Airiños, una sala de fiestas que llegó a ser mítica en una parte de la montaña lucense. Podría decirse que la de aquí fue la contra movida. Nada tenía que ver lo que sucedía en la pequeña sala del bajo de un edificio de la avenida de Asturias con lo que se cocía en otros locales madrileños para modernos como, por ejemplo, el Rock Ola, la Vía Láctea o El Sol. Airiños sucumbió al vendaval del cambio y acabó cerrando sus puertas hace ahora 13 años.

«Aquí había «pegamoides» de pelos colorados. A Airiños iamos botar un pé, ligar e, como moito, fumar un Winston de batea. Non saiamos en ningunha revista, pero eramos tan felices e divertiámonos tanto como os da movida madrileña». Quien esto cuenta es un fonsagradino que ahora supera los 55 y vivió intensamente la movida local; fue la otra movida.

Recuerda también ese vecino que Airiños fue mucho más que sala de fiestas. Se convirtió en el gran centro cultural. No había otro sito mejor para hacer los desfiles de carnaval, los festivales para recaudar fondos para las excursiones de fin de curso e incluso su escenario sirvió para que el personal de la zona pudiera escuchar los primeros mítines políticos. Además, fue como un «Meeting» en directo en unos tiempos en los que no había móviles y la única aplicación para ligar era aplicarse en el propio local. «De aquí saíron moitos matrimonios e, se cadra, tamén moitos nenos», cuenta otro delos clientes asiduos.

En la sala se fumaba y mucho. Tanto que se formaba una gran nube de humo en las noches en los que los escasos 500 metros cuadrados de local (que acabó siendo ampliado) se ponía a reventar. Por el escenario, recuerda Luis Valledor, uno de los propietarios del negocio hasta el año 2003, llegaron a pasar hasta cincuenta orquestas al año, las mejores de Galicia y algunas también de Asturias.

Hubo sesiones especiales a las que asistieron 1.300 personas como, por ejemplo, alguna noche de fin de año. Los sábados, recuerda Valledor, eran los días fuertes aunque la sala también abría los festivos y durante algún tiempo los jueves y los domingos. Todos los sábados actuaba una orquesta y, además, había sesión discoteca. Trabajaban una decena de empleados y en taquilla despachaban sobre 600 entradas. Los hombres pagaban 600 pesetas y tenían derecho a una consumición y las mujeres 400. Por cierto que una noche de las normales en cuanto a asistencia ventilaban unas 30 cajas de Coca Cola y otras 20 de refrescos

El 40% de la clientela, recordó en su momento Valledor, procedía de los municipios asturianos. El resto era de A Pontenova, Navia y de otros municipios lucenses próximos.

Fue la primera y única discoteca que funcionó en A Fonsagrada porque anteriormente la localidad solo llegó a tener un salón de baile. En su historia pasó por varias manos, entre ellas las de Luis Valledor y su socio Pedro Viadé. El primer propietario fue Eduardo Fernández González.

Además de numerosas orquestas, por el escenario de la sala de fiestas Airiños pasaron, Los Chichos, Ana Kiro, María Jesús y su Acordeón (que abarrotó por completo el local) y Manolo Escobar. Este último, a pesar de su gran popularidad, no consiguió el lleno esperado en los dos pases que hizo. En la localidad algunos recuerdan la anécdota del antojo que tuvo el cantante que le sacó una rentabilidad impresionante a su carro. «Entre función e función mandou a Anita a buscar un bocadillo porque debía ter fame. A súa esposa saíu á rúa en busca dun establecemento no que lle fixeran un “bocata” de xamón. «Es que mi marido tiene antojo de jamón», díxolle no local de hostalería na que a atenderon», recordó uno de los clientes de Airiños.

La entrada costaba 600 pesetas y en una noche despachaban 30 cajas de Coca Cola