Estoy sorprendido por la cantidad de analistas que tenemos en Lugo, y en otros pueblos y ciudades que conozco de la provincia. No voy a decir nada relacionado con el fútbol o los deportes en general porque uno, que es profano en estos temas, tampoco les dedico mucho tiempo es la verdad, aunque el Lugiño, el Breogán y el Celtiña, que no pierdan ni en los entrenamientos, sí me preocupo de conocer sus resultados y a ser posible, que estos sean favorables.
Pero bueno, centrémonos en el asunto. En cafetería, tabernas, comercios, e incluso en la calle, es frecuente que escuche con frecuencia conservaciones con opinadores, verdaderos expertos analistas en los temas que se están tratando, que defienden, no a capa y espada porque no están los tiempos para ello, pero sí con razonamientos que al escucharlos, parecen totalmente lógicos, o eso me parecen aunque por veces me creo que son todos razonables excepto, claro está, cuando derivan en un vocerío en el que se pasa a la sin razón, al dogmatismo o el fanatismo.
Ya sea del gobierno o de la oposición, de lo sucedido en Valencia y el comportamiento del presidente de la Generalitat, las cañas y el Madrid chulapo de su presidenta, Feijoo con sus pros y sus contras dentro de su propio partido o su postura con Galicia, el hermanísimo de Sánchez, sus fontaneros, o el conselleiro denunciado por presunto acosador. Todo vale para que los lucenses expresen sus opiniones libremente, que es de lo que se trata, ahí la libertad de expresión, con más o menos vehemencia.
No queda todo en la política porque tenemos expertos en el tren, la intermodal, las obras del centro o los apartamentos turísticos. En resumen, somos una tribu de analistas. De entendidos, vamo