Robustiano Pego, neurólogo: «El peor enemigo del cerebro es estar muchas horas delante de la televisión»

Lucía Blanco
Lucía Blanco LUGO / LA VOZ

LUGO

Robustiano Pego participó este viernes en la jornada de Aspalu (Asociación Párkinson Lugo)
Robustiano Pego participó este viernes en la jornada de Aspalu (Asociación Párkinson Lugo) LAURA LEIRAS

El jefe de Neurología del HULA impartió este viernes una conferencia sobre el párkinson. «A mis pacientes les recomiendo que estén mentalmente activos leyendo, haciendo crucigramas o sopas de letras, jugando a las cartas y haciendo vida social», dice

14 abr 2025 . Actualizado a las 18:04 h.

La prevalencia del párkinson, que es la segunda enfermedad neurodegenerativa más común por detrás del alzhéimer, ha aumentando en los últimos años. Se calcula que en España puede haber entre 150.000 y 200.000 personas con este trastorno, que afecta al 2 % de los mayores de 65 años y al 4 % de los mayores de 85 años según la Sociedad Española de Neurología. «Pero no es exclusiva de personas mayores, la vemos en gente joven. De hecho, entre un 15 % y un 20 % de los casos tienen menos de 50 años en el momento del diagnóstico», explica el doctor Robustiano Pego, jefe de Neurología del HULA.

—¿Cuántos casos se detectan en la provincia?

—Teniendo en cuenta que en España hay una incidencia de 20 nuevos casos por cada 100.000 habitantes al año, calculamos que en el área sanitaria se diagnostican entre unos 60 y 70 casos. Pero Lugo es una provincia muy envejecida. Casi un 30 % de la población tiene más de 65 años. Entonces, si tenemos en cuenta que es más frecuente en gente mayor, esta cifra puede ser incluso mayor.

 —¿Cuál es el perfil del paciente?

—Es ligeramente más frecuente en hombres y la edad habitual de inicio oscila entre los 55 y los 65 años. Aunque normalmente tampoco hay un perfil muy determinado. Puede haber síntomas no motores que en algunos casos pueden ser un aviso de que uno va a tener párkinson.

—¿Cuáles serían esos avisos?

—Por ejemplo, el trastorno de la conducta del sueño REM por el que, durante la fase en la que dormimos profundamente y estamos muy relajados, el paciente tiene comportamientos motores anómalos. A veces se mueven mucho, gritan durante el sueño o tienen conductas motoras bastante complejas, incluso llegando a golpear inconscientemente a su pareja. Otro síntoma prodrómico de inicio de la enfermedad puede ser depresiones graves en fases más tempranas de la vida o trastornos en el olfato.

—Y también hay signos comunes, como el temblor en reposo.

—Es casi lo más conocido y lo que más se asocia al Párkinson. También puede darse  torpeza motora en un lado del cuerpo o, sin que haya un pérdida de fuerza, dificultad para hacer movimientos finos con una extremidad, agarrotamiento de dicha extremidad, cansancio, entumecimiento, problemas para caminar o para cambiar de postura de noche en la cama que no tenga que ver con una artrosis.

—¿Se puede hablar de prevención?

—Prevenir de verdad es cuando uno sabe con exactitud por qué ocurren las cosas. El párkinson todavía no sabemos porqué sucede con exactitud. Para prevenir damos las recomendaciones clásicas de un cerebro sano y una vida activa, porque la actividad física también estimula el cerebro. A mis pacientes les recomiendo que estén mentalmente activos leyendo, haciendo crucigramas o sopas de letras, jugando a las cartas y haciendo vida social

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—En resumen, que se evite el sedentarismo.

—Siempre digo que el peor enemigo del cerebro es estar muchas horas delante de una televisión porque hay gente que se sienta a las cuatro y se levanta para irse a la cama. Normalmente, ahí el cerebro no está estimulado y además es muy vago: cuanto menos se estimule, menos ganas tenemos de hacer cosas. Así que, en general, a mis pacientes les recomiendo estar activos.

—Cuando llega el momento del diagnóstico, ¿cuál es el principal miedo?

—Normalmente el miedo de toda persona con una enfermedad neurológica y en concreto con una neurodegenerativa es el futuro. Siempre preguntan por el tratamiento y por cómo van a estar dentro de 10 años. El miedo de todos es que cualquier enfermedad nos incapacite para hacer una vida aceptablemente normal. Queremos que nuestro día a día nos permita convivir con nuestra familia y amigos, poder salir a la calle y no depender de que nadie nos ponga la chaqueta o nos haga la comida.

 —¿Qué les contesta?

—No todos los casos son iguales y el párkinson evoluciona de manera distinta. Tengo pacientes que llevan 15 años conmigo y están muy estables y otros que están peor. Intento explicarles el diagnóstico y decirles que tenemos que ir viviendo cada momento de la enfermedad, que es muy difícil, intentando mandar un mensaje optimista porque ahora tenemos unos tratamientos que dentro de cinco años a lo mejor no tienen nada que ver.

 —Precisamente los tratamientos han evolucionado mucho.

—Tenemos los clásicos, la Levodopa, que llevamos dando desde hace 40 años; y luego han salido fármacos nuevos como los agonistas dopaminérgicos o inhibidores de determinados enzimas. Contamos con distintas formas de administración, desde subcutáneas a inhaladas, y con terapias avanzadas como la cirugía del párkinson o las bombas de infusión. Se busca mejorar la calidad de vida del paciente y del entorno, porque hay que acordarse siempre de quién cuida al paciente. Es muy duro cuidar a tu pareja o a tu madre, conlleva muchas horas y quema mucho psicológicamente. Por eso es importante que las asociaciones y la Administración den información y apoyo.