Toulouse

Emilio R. Pérez DESDE EL ALTO

LUGO

12 dic 2024 . Actualizado a las 21:50 h.

Parece que a esta artrosis mía no le gusta Francia. Ese dolor ya asimilado que hasta hace un par de días se extendía de rodilla para abajo, le debió coger gusto a la cosa y hoy me sorprende con matices nuevos de rodilla para arriba. Callejeando por aquí, por el centro de la ville, me están diciendo basta ya mis piernas; de buena gana me sentaba y escribía hoy el artículo desde una silla de cualquier terraza aún a pesar de que hace un frío que pela. Llevo más de dos semanas por Toulouse y no me adapto, oigan, no logré cogerle el tranganillo a ese run run diario con que se suliveyan los tolosanos. Para encontrar un bar normal, tienes que hacer un curso online. Aquí todo es de crêpes, infusiones y demás delicatesen. Y encima cierran cuando en Lugo se merienda. Hay cervecerías con cervezas de mil colores. El otro día entré en una castiza de 12 grifos, pedí una caña rubia, me preguntaron no sé qué, dije que oui y me sirvieron una de color naranja que sabía a rayos. Amo la 1906, carajo. Conseguí encontrar por fin una taberna acorde con mis gustos; mis piernas lo agradecen y el resto de mi sufrido cuerpo está también de acuerdo. Bien hecho, viejo, siéntate y escribe de esto. Y escribo lo que he escrito hasta el momento en tanto tomo un Vin Blanc Sec. Está muy bueno. Eso sí: siete euros. Un Godello en Lugo no pasa de tres. Mis piernas echan humo, pero el estómago también, es hora de comer, voy a coger el metro. No sé cuánto voy a quedarme por aquí, depende de las circunstancias, así es que cabe la posibilidad de que cuando vea esto la luz ande de nuevo en mi ventana contemplando el panorama. No canten victoria, seguiré dando la vara.