Belén Lozano, fotógrafa de Lugo: «Sigue existiendo la idea de que el arte es una afición y no una profesión»

Paula Álvarez García
PAULA ÁLVAREZ LUGO / LA VOZ

LUGO

La exposición de Belén lleva varios meses disponible sin una fecha concreta de finalización
La exposición de Belén lleva varios meses disponible sin una fecha concreta de finalización CEDIDA

La joven, que hizo el ciclo superior de fotografía en la Ramón Falcón,  presenta una exposición en O Vello Cárcere en la que profundiza sobre la identidad

03 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La trayectoria profesional de Belén Lozano, de 25 años, parte de las casualidades de la vida. Cuando era pequeña quería ser enfermera. Hasta que cayó en sus manos una cámara que le regalaron sus padres y de la que no volvió a separarse. Gracias a aquel regalo, la ahora fotógrafa encontró su vocación y tuvo claro que perseguiría lo que la hacía feliz. «Se puede vivir perfectamente de la fotografía, aunque te digan que no», sostiene. «Sigue habiendo esa idea —añade— de que el arte es una afición y no una profesión».

Belén hizo un ciclo de fotografía durante dos años en la Ramón Falcón, en Lugo, y esa formación le abrió puertas para presentar su trabajo integrado de fin de ciclo en O Vello Cárcere. Allí está disponible su exposición, a la que llama Io...Magari, sin una fecha fija de finalización. Detrás de ese nombre, se esconde una historia de vida, de profesión y de identidad. Lozano trabaja como fotógrafa en una empresa de interiores en Lugo.

Su trabajo se divide en tres partes: una fotográfica, una audiovisual y otra de manipulación fotográfica. Todas tienen como eje central la identidad y la liberación del ser más profundo. Y es que para ella el proyecto representa «una liberación del yo más profundo de cada ser humano, un grito en la inmensidad de cada entorno fotografiado, en el cual nada ni nadie condiciona la propia manera de ser o de vivir».

Además, el titulo esconde una profunda reflexión que responde a las inquietudes que tuvo la fotógrafa desde un primer momento antes de lanzar su exposición. «El título viene dado por la utilización autorretratos sin rostro que invitan a cuestionar la identidad de la modelo», explica Belén. Además, la fotógrafa aclara que «el uso del italiano hace que el pronombre se convierta en metáfora visual del proyecto. La I representa mi imagen siempre erguida y unida en cada instantánea al espejo circular, representado por la O».

El uso del espejo

En su exposición, Lozano utiliza autorretratos, pero muy especiales porque no se ve el rostro al ser hechos con un espejo que tapa la cara de la modelo. «De esta forma refuerzo la idea de que nuestra esencia es una gran desconocida par aquellos que nos rodean», explica. En este sentido, introduce también lo que ella llama «las cadenas arrastradas del qué dirán».

Los diferentes entornos en los que tienen lugar las tomas fotográficas están ubicados en la naturaleza. Son, según ella, localizaciones en las que la presencia humana se minimiza y, por lo tanto, reflejan esa soledad de la que me hago eco en mis reflexiones. Asimismo, «contribuyen a generar una sensación atemporal en cada una de las instantáneas».  

El último retrato: la manipulación fotográfica

«Nosotros somos únicos y quería que mi proyecto también lo fuese», dice Belén. Para lograrlo, quiso convertir la última instantánea del proyecto en una obra singular, única e irrepetible «como lo es cada persona». Cierra su exposición apostando por la manipulación fotográfica, con una litografía estampada en telas de diferentes texturas  que la convierte en una pieza única. «Es una copia única para transmitir la idea de que si algún día se pierde, no habrá nada igual», asegura.