Carlos Melchor: «Estoy seguro de que muchos niños acabarán dedicándose al atletismo por Adrián Ben»

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS LUGO / LA VOZ

LUGO

Melchor reconoce que el atletismo le dio mucho, aunque acabó  distanciado tras muchos años de dedicación constante
Melchor reconoce que el atletismo le dio mucho, aunque acabó distanciado tras muchos años de dedicación constante CEDIDA

Asegura que el deporte le dio valores y amigos, pero que le cogió algo de rechazo tras un esfuerzo que pagó con lesiones

08 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Carlos Melchor nació en 1980, un año importante para el atletismo español con la medalla de plata que consiguió Jordi Llopart, en los Juegos Olímpicos de Moscú, en los 50 kilómetros marcha, prueba en la que fue sexto Josep Marín, que alcanzó además un quinto puesto en los 20 kilómetros marcha. Carlos Melchor empezó siendo alumno de un colegio lucense, Quiroga Ballesteros, aunque en quinto de EGB se cambió a otro. En el nuevo, el de la Compañía de María, empezó a correr y tardó en parar.

«Soy nervioso, muy inquieto», confiesa. El fútbol sala y el fútbol fueron los deportes que empezó a practicar. «En fútbol sala era malillo; en atletismo, también, pero me enganché», dice. En sus palabras hay bastante modestia, pues en la prueba en la que se especializó (400 metros vallas) tuvo un récord provincial que tardó años en ser superado. No hay duda, desde luego, de que se relacionó con el atletismo de manera intensa.

«Mi vida era el atletismo y también el deporte en general. El deporte es mi vocación», afirma. Para que no haya dudas de lo que dice, basta con agrega que estudió en el INEF Galicia, situado en Bastiagueiro (Oleiros) y hoy convertido en Facultade de Ciencias do Deporte e a Educación Física de la Universidade da Coruña (UDC).

—¿Es todavía el atletismo su vocación?

—Sí, pero desde el asiento de atrás. Desde que dejé el atletismo, las ganas de correr ya se me pasaron. Le cogí rechazo porque sufrí mucho.

—¿Por qué sufrió?

—A los 23 años tuve que dejarlo por dos lesiones de rodilla que fueron crónicas. Me sacrifiqué tanto que hoy no tengo ganas de hacer actividad física. Juego al golf, que me encanta. El deporte me genera hoy un poco de rechazo.

—¿Cuál fue la causa concreta que lo llevó a ser atleta?

—En la Compañía de María encontré un grupo de gente con la que hice mi vida de adolescente, hasta que fui a la Universidad. Allí encontré un lugar en el que me refugiaba una hora o una hora y media cada día. Lo importante es que los niños se lo pasen bien y tengan amigos en el atletismo

—¿Le dio mucho el deporte?

—Me lo dio todo. Echando la vista atrás, gracias a lo mucho que me dio el atletismo forjé mi personalidad y aprendí valores que me han sido de utilidad, como el sacrificio o el trabajo; me dio la posibilidad de viajar. El deporte me dio mucho más de lo que yo le di, y me permitió ir [como espectador] a los Juegos Olímpicos de Londres (2012) .

—¿Sigue considerándose atleta?

—Sí. Tengo un grupo de WhatsApp con amigos con los que comento cosas. Sigo siendo atleta porque el atletismo es el deporte de mi vida y me di cosas que no podría haber conseguido. Es una relación de amor-odio..

—¿Hay más amor o más odio en esa relación con el atletismo?

—Más amor. Lo echo de menos. Mato el gusanillo echando una mano a amigos míos. Cuando me entrenaba, al final estaba con los compañeros 24 horas al día los siete días de la semana. El atletismo engancha, pero es incompatible con una vida de familia o de pareja.

—Su especialidad, los 400 metros vallas, no tenía especial arraigo en Lugo. ¿Ayuda que haya figuras para que los chicos elijan una determinada modalidad?

—Quizá sí. Es lo de siempre: si no hay una referencia que gane, la gente no se engancha. Si no hubiese un Fernando Alonso, no se aficionaría tanto a la fórmula 1. El que gana genera interés.

—Usted fue corredor antes que entrenador. ¿Cree que el entrenador que ha sido deportista entiende mejor a quienes lo practican a sus órdenes?

—Totalmente. Se necesita haber experimentado esas sensaciones; si no, no puedes ponerte en el lugar de ellos. Si no le das algo a cambio a esa persona, si no sabes lo que ella piensa, no a va a creer en ti.

—¿Ve un buen futuro para el atletismo en Lugo?

—Sí. Es importante que los entrenadores sepan de qué va esto, que estamos en el 2004 y que apliquen métodos actuales. Hay también dos equipos, el Lucus y la Escuela Atlética Lucense, que hacen las cosas bien. En Lugo hay una buena tradición, y creo que en Lugo siempre habrá una parte de gente que siga haciendo atletismo. No hay por qué sacar campeones, pero el atletismo en Lugo está muy vivo.

—¿Ayudará Adrián Ben a popularizar el atletismo en estos años?

—Sí. Recuerdo de mi época casos como Alesandra Aguilar, María Abel o Alberto Álvarez, a los que entrenaba Mariano Castiñeira. Para nosotros eran referentes, igual que los es hoy Adrián Ben. Me consta que es un chaval muy llano, y estoy seguro de que muchos niños acabarán dedicándose al atletismo por él.

—Volvería a ser atleta si volviese a empezar, supongo.

—Sí. Me fui a trabajar dos años a Oklahoma dos años. Me venía bien esa oferta, pero también tenía un grupo de gente al que entrenaba y me daba mucha pena dejarlos. Era como decir ‘hasta aquí, amigos'. Este es un deporte que se practica casi sin medios y por amor al arte, poniendo mucho tiempo y, casi, también dinero.

Inicio. Carlos Melchor nació en Lugo en 1980. Empezó a practicar atletismo en el deporte base, en el equipo del colegio de la Compañía de María y continuó en el de los Franciscanos.

Trayectoria. Luego pasó por el Lucus Caixa Rural, por la Escuela Atlética Lucense, por el Ourense Atletismo y por el Esmena Gijón. Al retirarse fue entrenador de atletas que competían en diversos equipos.

Actualidad. Es profesor y vive en Oza dos Ríos.

Una modalidad que requería una gran entrega

Carlos Melchor habla con distancia sobre los 400 metros vallas, la modalidad que practicó. Recuerda la dureza de los entrenamientos, más fuertes que los de los 400 metros lisos, aunque con esa constante dedicación batió el récord provincial con un tiempo, 55 segundos y 81 centésimas, que duró bastantes años. Con esa misma distancia, admite que seguramente no demostraba en las carreras todo su potencial: «No era buen competidor», dice.