La Protectora de Animales de Lugo: humedad, peleas, hacinamiento y más de 200 perros

María Guntín
María Guntín LUGO / LA VOZ

LUGO

Desde la directiva aspiran a que Xunta, Concello y Diputación se pongan de acuerdo para que se pueda realizar la ampliación en las instalaciones de Muxa

25 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La lluvia concede una pequeña tregua a media mañana. La Protectora de Animales y Plantas de Lugo es un frenesí de ladridos mientras que los trabajadores limpian los caniles y los veterinarios administran medicación a los animales que lo necesitan. La humedad penetra en las jaulas y los perros tiemblan. Está por determinar si lo hacen por frío o por miedo, o por ambas.

Al pasar el portón de entrada, Billy es el primero en aparecer. Está en la zona de cuarentena, después de ser recogido. Llevaba meses vagando por las inmediaciones de Castro de Rei. «El primer día echaba la boca, pero el segundo ya dejaba que lo acariciasen», explica una de las veterinarias. Billy no deja de temblar. Estas jaulas que sirven de cuarentena es una de las principales denuncias que hace el presidente del albergue de animales lucense, Alberto Losada: «Es terrible que haya perros grandes aquí metidos porque no pueden ni darse la vuelta, pero no hay otro sitio», lamenta. Como ejemplo, una hembra de San Bernardo preñada ocupa todo el espacio del habitáculo, intenta ponerse en pie y termina llorando.

Los trabajadores proceden con la limpieza diaria. Son las 11 de la mañana y pasarán pocas horas hasta que los caniles vuelvan a estar repletos de heces, con los comederos tirados y las camas mojadas. La falta de espacio también provoca que los perros tengan comportamientos extraños y que destrocen lo poco que tienen a su alcance. El número de canes varía en función del canil, pero las peleas ya son una constante en el refugio: «Tenemos un perro ingresado en el Rof Codina precisamente por eso, lo atacaron e hirieron mucho», detalla Losada.

Por el pasillo central, con caniles a ambos lados, hay perros que se asoman para saludar. Otros miran desde lejos con desconfianza y los hay que no dudan en enseñar los dientes. Alguno tiene collar isabelino o cicatrices en el hocico, fruto de las peleas. «Cada uno ha vivido algo completamente distinto. Han sido abandonados, maltratados o llevan toda su vida aquí», comenta un trabajador del albergue lucense. 

Las urgencias más inmediatas: zona de cuarentena, más caniles y espacio para los gatos

Entre tarea y tarea, un padre y su hija llegan buscando un perro. «Tenéis para elegir lo que queráis». Se quedan atónitos. Hay 200 perros dentro de las instalaciones, que son insuficientes, tal y como denuncian desde hace años. Aunque la protectora cobrará próximamente la herencia de una mujer que le dejó su casa, los 100.000 euros que percibirán no son suficientes, teniendo en cuenta la magnitud que debería cobrar la obra para ser efectiva y ajustarse a las necesidades actuales. «Eso no llega para ampliar. Mientras esperamos por las obras necesitamos reparar esto para que los animales no sigan viviendo así. Lo primero son las jaulas de cuarentena y la idea es hacer caniles para perros grandes, ya que al final pasan días en las jaulas y es un crimen que apenas puedan moverse», desgrana Losada.

En segundo lugar, el presidente del albergue lucense explica que son necesarios más caniles. «No es de recibo llevar un año con una nave alquilada, en la que metemos cachorros y gatos. Además, tenemos más de 12 canes en residencias privadas, tratándose de casos especiales. Algunos están recien operados, otros son casos complicados... Pero es algo que nos cuesta dinero mes a mes», añade. 

Otro problema importante es la gestión de los gatos que llegan al refugio. El año pasado entraron un total de 260 y alrededor de un centenar está en casas de acogida. «El 2023 fue una locura y nosotros no tenemos instalaciones para gatos. Los vamos metiendo en jaulas en la parte de atrás y sí es cierto que tienen su manta o su bombilla de calor, pero llegamos a un punto de saturación que ya tenemos que amontonar hasta las jaulas».

Por último, Losada considera que, ante la avalancha de abandono animal que se sucede año tras año, es necesario actuar con previsión: «Queremos una protectora con muchas más plazas para poder atender a concellos que nos llaman porque quieren firmar con nosotros el convenio de recogida de animales abandonados que marca la ley y no podemos hacerlo. Ahora mismo atendemos a siete ayuntamientos en la provincia, pero mi pregunta es la siguiente. ¿Qué hacen con los perros en concellos que no tienen?».

Propuestas

Desde la directiva de la protectora coinciden al decir que los «parches» deben acabar y que es necesaria una solución definitiva. Este mes, el PP propondrá en plenos de la Diputación y del Concello que las obras en la protectora se hagan con la colaboración de las tres administraciones, incluyendo la Xunta de Galicia. 

«Queremos intentar hacer las obras en la parcela que tenemos aquí, que es muy grande y perfectamente válida. Hay un regato, que en principio era el que lo impedía pero lo cierto es que respetando las distancias que establece la Confederación Hidrográfica Miño-Sil, queremos intentarlo. El compromiso de la Xunta es financiar una parte, así que esperamos la implicación de las otras administraciones porque de no ser así, esto es la historia de nunca acabar», explica Alberto Losada.

Denuncia ante la Fiscalía

Asimismo, desde la protectora recibieron en días pasados una denuncia ante la Fiscalía, por lo que ya entregaron al Seprona los distintos requerimientos. «El problema no somos nosotros, que hacemos lo que podemos», asegura el presidente.

Reunión abierta al público

Por otra parte, el próximo ocho de marzo la Protectora de Lugo organizará una reunión para agradecer a los lucenses su asistencia a la manifestación celebrada hace unas semanas para exigir el cumplimiento de la Ley de Bienestar Animal y, por tanto, mejorar las condiciones de vida de los perros del albergue. Asimismo, en la jornada informarán al público que quiera asistir sobre la situación actual y las previsiones para los próximos meses. «En cuanto sepamos lugar y hora, lo diremos», dice Losada.