Quique Bordell, pintor de Lugo: «Podría ser banquero y estar rodeado de billetes, pero eso no me haría feliz»
LUGO
El artista dará clases este último trimestre a los alumnos de pintura infantil del Círculo de las Artes
06 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Enrique Vila (Lugo, 1962), más conocido como Quique Bordell, uno de los artistas más exitosos de la provincia, se incorporará como profesor del curso de pintura infantil del Círculo de las Artes este último trimestre para llevar su arte y sus conocimientos a los más pequeños.
El reconocido pintor lucense, que cuenta con una amplia trayectoria artística, en la que destaca su formación en Nueva York junto a Murado y la participación en el grupo Bacabú, se atreve con todo y llega dipuesto a enseñar, pero también a «aprender de los alumnos».
—¿Qué le motivó a dar clases de pintura a niños? ¿Es su primera vez?
—Ya había dado clases a niños hace bastantes años con cursos de cómic y la experiencia fue bastante buena. Puede parecer algo banal, pero la realidad es que aprendes muchísimo de ellos. Me encantan los chavales, pero mejor de otros, porque así puedes llegar a casa y desconectar un poco.
—¿En qué van a consistir sus clases de pintura?
—Primero tendré que ver el nivel que tienen y lo que les interesa. Para mí, lo más importante es que ellos experimenten y que descubran nuevas técnicas que les permitan expresar lo que quieren. Me gustaría tocar la figuración, la abstracción, el collage y distintas texturas. La pintura ahora bebe de muchos campos y la tecnología está muy presente, así que también intentaré integrarla en las clases.
—Entonces, ¿cree que las tecnologías son una herramienta de utilidad para los pintores actuales?
—Desde luego. Cuantos más formatos tengamos mucho mejor. Adaptarse está bien, cada uno tiene que buscar el lugar donde se sienta más cómodo. Lo importante es contar lo que quieres.
—¿El arte es un oficio que se puede aprender?
—Más que una enseñanza es una actitud. Para mi, un artista es aquella persona que se atreve a jugar y que se olvida de la vergüenza. Cierto es que son necesarios ciertos conocimientos técnicos para mejorar y para aprender a moverse en nuevos formatos, pero creo que es algo con lo que naces, por forma de ser. La gente tiene muchos prejuicios, y eso es lo que nos impide ser más creativos. Es necesario liberar más la mente.
—Y usted, ¿con qué frecuencia pinta?
—Todos los días. La pintura es igual que la música, que si la dejas de lado te vas olvidando y pierdes la práctica. Es un entrenamiento constante. Yo dejo que me inspire mi subconsciente. Procuro empezar a trabajar cada día sin demasiadas ideas preconcebidas para sorprenderme incluso a mi mismo. Cuando analizas un conjunto de obras, después te das cuenta de cuál era tu estado de ánimo en esos momentos, pero es más la pintura la que te lleva. Ni yo sé lo que estoy haciendo muchas veces.
—¿Alguna vez ha pensado en dejar el arte?
—Se me ha pasado por la cabeza alguna vez, porque es un mundo muy precario, pero esto es lo mío y no me veo haciendo otra cosa. Podría ser banquero y estar rodeado de billetes, pero eso no me haría feliz. Cierto es que el mundo del arte se vende como muy glamouroso, pero tampoco es así. Da igual que vayas a Nueva York, como estuve yo, o que estés aquí, la situación es similar.
—Y la jubilación, ¿se le pasa por la cabeza, o desecha esta idea?
—Sin pintar me aburriría soberanamente y es lo que llevo haciendo toda la vida, así que no creo que me jubile nunca.
—¿Tiene algún otro proyecto entre manos?
—El grupo Bacabú y yo expondremos una nueva muestra el 16 de abril en el Círculo de las Artes, y es un privilegio poder traer mis obras aquí.