Rumanos y marroquíes, el rostro de los brigadistas de montes en Galicia

CANDELA F. ROLDÁN LUGO/ LA VOZ

LUGO

Jamal Elfilali, Ayoub Azzakraoui, Gerardo Telo, Mohamed Elati y Jone Dumitru.
Jamal Elfilali, Ayoub Azzakraoui, Gerardo Telo, Mohamed Elati y Jone Dumitru. Óscar Cela

Las cuadrillas forestales gallegas cada vez cuentan con más trabajadores extranjeros

22 mar 2023 . Actualizado a las 20:59 h.

Jone Dumitru, natural de Rumanía, Jamal Elfilali, Mohamed Elati y Ayoub Azzakraoui, procedentes de Marruecos, y Gerardo Telo, de Becerreá, forman una de las cientos de brigadas forestales gallegas que se levantan cada madrugada para desbrozar los montes de la comunidad.

Esta cuadrilla, que trabaja en muchos casos para la Xunta de Galicia a través de otras empresas privadas de montes, suele levantarse a las seis de la mañana para emprender camino al trabajo, casi siempre en áreas de la provincia de Lugo y de Ourense, y regresan a las ocho o las nueve de la noche. En este caso, desde Becerreá, en la montaña de Lugo, uno de los puntos neurálgicos en los que confluyen una gran cantidad de brigadistas, y por la que cada vez más rumanos y marroquíes emigran a las puertas de Os Ancares en busca de trabajo.

Es el caso de Jamal Elfilali, que dejó atrás el calor de Casablanca hace ya 16 años en busca de trabajo en España, y después de andar «de aquí para allá», el marroquí decidió mudarse a Becerreá porque unos amigos le dijeron que buscaban a gente para desbrozar los montes. «Yo llevo aquí tres meses, y las temperaturas son muy duras cuando sales tan pronto a trabajar fuera, pero me muevo en función del empleo, así que no me lo pensé mucho», asegura.

Los cinco brigadistas, dirigidos por Gerardo Telo, más conocido como Minero entre ellos, desbrozan desde zonas con tendidos eléctricos para distintas compañías españolas, hasta la maleza de los bosques y montes de toda la comunidad, llegando a hacer jornadas de hasta unas 12 horas. «Cada vez hay más caras extranjeras, sobre todo rumanos y marroquíes, porque el trabajo es muy duro y los españoles se pueden permitir buscar otras opciones», explica Jamal Elfilali, que afirma que los terrenos por los que andan son muy costosos y peligrosos. «Yo envío el dinero que gano a mi mujer y a mi hija, que viven en Zaragoza, y me da para vivir porque la zona es barata, pero voy muy justo», dice.

Jone Dumitru vino de Rumanía en 1998, pero apenas lleva cinco meses trabajando en Becerreá, también recomendado por otros amigos que llevan años instalados en el municipio trabajando en los montes. «Yo vengo de Castilla-La Mancha porque aquí encontré mejores condiciones, pero ganamos poco para el trabajo que hacemos y los viajes que nos pegamos, muchas veces de más de dos horas ida y otra tanto a la vuelta», sostiene.

«Parecemos murciélagos, la gente nos ve llegar al pueblo ya casi de noche, sobre todo en invierno», dice Ayoub Azzakraoui, que reside solo en Becerreá desde hace dos meses, tras venir de Girona, donde estuvo trabajando como camarero, en el campo y como pintor de fachadas. «Aquí hay mucho trabajo en el monte, pero este trabajo no lo aguanta cualquiera», sostiene.

Las dificultades del alquiler

Los cuatro brigadistas foráneos, que llevan pocos meses residiendo en el municipio de Becerreá, pagan unos 300 euros de alquiler cada uno, y aseguran haber vivido muchas dificultades a la hora de encontrar alojamiento. «En cuanto les decía a los caseros que era marroquí ya empezaban a poner excusas, yo estuve un tiempo con un amigo, pero me llevó tres meses encontrar un sitio para mí. Nos pasó a todos igual, hay muchos prejuicios cuando dices tu nacionalidad», asegura Jamal Elfilali.

Una tendencia al alza

Solo en Becerreá, las cuadrillas de brigadistas que salen al monte cada mañana están formadas en su mayoría por trabajadores provenientes de Rumanía y Marruecos, que son unos 40 en la localidad, una tendencia en alza en toda la provincia, según aseguran fuentes cercanas a los servicios de Medio Rural, que en muchos casos cuentan con sus servicios a través de empresas privadas.