Italia toma Portomarín: dos hermanos abren un restaurante y un bar de comida rápida

Uxía Carrera Fernández
UXÍA CARRERA PORTOMARÍN / LA VOZ

LUGO

Cristina y Efrén Branca, responsables cada uno de un local de hostelería en Portomarín en los que ofrecen comida tradicional italiana
Cristina y Efrén Branca, responsables cada uno de un local de hostelería en Portomarín en los que ofrecen comida tradicional italiana ALBERTO LÓPEZ

Primero llegó Efrén y después Cristina, conquistados por la calidad de vida, para ponerse al frente de los primeros locales internacionales del pueblo

17 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Se lanzaron porque no tenían nada que perder y terminaron ganando calidad de vida y un trabajo que les apasiona. Los hermanos Efrén y Cristina Branca dejaron Italia para establecerse en España, aunque más concretamente en Galicia. Fue en Portomarín donde les surgió la oportunidad de ponerse al frente de sus propios negocios. Efrén tiene un mesón italiano y Cristina un restaurante de comida rápida típica de su país. «Venimos de un mundo totalmente diferente, pero la hostelería nos está dando una buena vida», asegura el hermano mayor.

El primero de los Branca que llegó a Portomarín fue él, Efrén. Se asentó en el municipio de Lugo después de un periplo por España. «Hice mi primer Camino de Santiago con 29 años y me quedé aquí». Empezó a caminar desde Milán, donde vivía, hasta llegar a Santiago y continuar hasta Fátima, en una caminata de seis meses. La idea de vivir en España ya le rondaba la cabeza, pero no sabía cómo.

El punto de anclaje fue su expareja, que conoció en El Bierzo en plena ruta jacobea. Entonces, se mudó a Madrid. La experiencia le marcó tanto que volvió a peregrinar y, a la tercera vez, se topó con un restaurante en alquiler en Portomarín y decidió lanzarse. Transformó el local en Osteria, un restaurante italiano con elaboraciones hechas por él de comida tradicional de su país. «Siempre tuvo gusto por la cocina», reconoce su hermana.

Cristina siguió sus pasos

Tras el éxito de Efrén, Cristina también vio en Portomarín una vía de escape para su vida en Italia. «Estaba en un punto en el que ya no tenía nada, aparte de trabajar y estar con mis hijos», recuerda. Fueron precisamente sus dos hijos, de 16 y 17 años, los que se plantaron ante su madre y le propusieron mudarse adonde estaba su tío. «Fue en plena pandemia, que todo tuvimos mucho tiempo para reflexionar».

Así que Cristina y sus dos hijos hicieron las maletas, cogieron a sus dos perros y recorrieron miles de kilómetros hasta la localidad lucense. Estuvo un tiempo trabajando con su hermano, pero también se le planteó la oportunidad de hacerse con una cafetería que se alquilaba y se puso al frente. En su caso, el cambio fue para establecer un local de comida rápida italiana, Slurp.

«Por lo que yo vi, Galicia es la mejor comunidad para vivir»

Los dos hermanos proceden de una villa italiana del norte de un tamaño similar a Sarria y ambos decidieron vivir en Portomarín. Efrén reside en la aldea de San Fiz de Rozas: «Vivir en un sitio pequeño me gusta, puedo moverme adonde quiera de todas formas», relata. Asegura que después de lo que vio en el resto de España, «Galicia es la mejor comunidad para vivir, con más calidad de vida». Cristina concuerda con su hermano. Uno de sus hijos regresó a Italia y ahora ella vive junto a su hija en el casco urbano de Portomarín. «Es un lugar más tranquilo que permite disfrutar del día a día pero durante la temporada también tiene mucha vida», opina. 

La comida más internacional de Portomarín para clientes de todo el mundo

La oferta gastronómica de Efrén y Cristina añade a Portomarín una opción diferente, donde la mayoría de los restaurantes están especializados en comida tradicional gallega. Efrén ya tuvo otro restaurante en la ciudad de Lugo, la Malafemmina, que cerró en pandemia porque no tenía capacidad para gestionar los dos locales. En su caso, aunque trabajó 13 años en la construcción, lo que llevaba dentro era ser chef. Sus elaboraciones traen a Portomarín el sabor italiano de una manera más detallada. «Aprendí trabajando en Madrid, porque cuando un italiano llega a España lo único de lo que puede trabajar es en hostelería, y me encantó», explica. 

El italiano estaba más cómodo con los tiempos de trabajo de la ciudad de Lugo. «Estás abierto todo el año, yo aquí todavía no me acostumbré a tener que parar cuatro meses, me da la sensación de que estoy tirando el tiempo», confiesa. De noviembre a febrero el Camino para -«contra mi voluntad»-, algo que según su opinión debería empezar a cambiar. «Ahora estoy planteando abrir aunque sea los fines de semana de inverno para los turistas locales».

Aunque lo que gana trabajando en Portomarín es escuchar las historias llegadas desde todos los puntos del mundo de los clientes que saborean sus platos. Su resultado como chef fue un éxito y cada año fue ampliando y renovando el local. «La hostelería nos está dando una buena vida, yo ya no pienso moverme de aquí, aunque no quiero morir en suelo español», bromea.

«Los clientes no solo vienen a comer, disfrutan de la experiencia italiana»

La percepción de la clientela peregrina es algo diferente para Cristina. Dejando a un lado el componente económico, ella sí disfruta más de los cuatro meses de parón. «Es el momento de volver a Italia y reencontrarme con mis padres y mi hijo, además me gustaría aprovechar para viajar». Aunque ella también destaca el trato con los caminantes como uno de los aspectos que más le gusta. «Cada día es gente diferente, de puntos diferentes y distintas culturas». Además, nota que no solo van a Slurp a comer y ya sino a «disfrutar de la experiencia italiana». En su caso, el bar se ajusta más a su estilo «loco». Ella misma cocina comida tradicional italiana, pero de estilo «street food». 

Más allá de la comida, estos dos italianos aportaron «vidilla» al pueblo lucense. Por una parte por sumar población y, por otra, por compartir costumbres: «Le dimos música a Portomarín, como se hace en los locales italianos».