Panaderías de Lugo ya dejan de repartir o reducen los días de servicio

Uxía Carrera Fernández
UXÍA CARRERA LUGO / LA VOZ

LUGO

Francisco, de Pan Artesán de Manuel, de Outeiro, tuvo que subir el precio para mantener el reparto
Francisco, de Pan Artesán de Manuel, de Outeiro, tuvo que subir el precio para mantener el reparto ALBERTO LÓPEZ

Otros locales se vieron obligados a subir el precio del pan hasta tres veces para mantener la entrega a domicilio: «A pensión do meu marido non daba nin para pagar a luz», cuenta una panadera

08 dic 2022 . Actualizado a las 17:02 h.

La subida de las facturas y del precio de las materias primas ha obligado a hacer cambios en las panaderías. Menos drásticos, como subir el precio de los productos tres veces en un año, o más determinantes, como dejar de repartir el pan o cerrar locales. Un ejemplo es el negocio de Palas de Rei Fernando Valín, que cubre toda la Galicia interior y llega hasta León. «Vímonos obrigados a empezar a reducir os días de reparto e pechamos os despachos en Ponferrada», cuenta Mila Neira. Cada vez llegará menos pan a las aldeas lucenses y, además, será más caro.

En las décadas de historia de Fornos Fernando Valín no se habían topado con cifras como la factura de la luz duplicada o un 30 % más en el precio de la harina, que resultan cada mes con un aumentos de los gastos en un 40 % con respecto al año pasado. El negocio de Palas, que lleva pan a aldeas en el medio de la montaña, lucense y leonesa, donde solo vive una persona, se vio ahogada por los gastos y redujo sus servicios. «Se antes iamos ao Bierzo ou a algunhas zonas do Courel tres días á semana, agora imos un». Esta decisión es beneficiosa tanto para ellos como para los clientes: «Tamén é entendible que é difícil para unha persoa pagar catro euros por unha bola de pan, así procuramos levar máis produtos dunha vez». Además, la histórica panadería lucense también decidió cerrar los despachos en Ponferrada y así ahorrar los gastos del local.

Decisiones incluso más drásticas tomó Ana, responsable de la panadería Tuiriz, en Monforte de Lemos. Esta lucense cerró uno de los dos locales y dejó de repartir por completo. «Entregaba o pan só por Monforte, pero pasei de gastar cada día dez euros a vinte», cuenta. El establecimiento que cerró era donde se encontraban originalmente el horno y el negocio, en casa de ella y su marido, y se quedó con un local más pequeño. «A pensión do meu marido xubilado non daba para pagar a luz», relata. Además, en mayo se vio obligada a despedir a la empleada con la que llevaba siete años: «Deume moita pena, quedeime eu soa, traballando máis para ganar menos». Esta panadera asegura que si le ofrecieran un puesto fijo en otro trabajo hasta su jubilación, no dudaba en cambiarse.

Otras panaderías logran resistir con el reparto, aunque sea casi a pérdidas, por los clientes más antiguos. «Pasamos de pagar 700 euros de luz mensuais a 3.000», sentencian desde la panadería Caldas de Sarria. Este local reparte el pan piso a piso en la localidad, además de por las aldeas de la comarca. Belén, la encargada, afirma con rotundidad que «no compensa» hacer el reparto a domicilio del producto, pero por el momento quiere mantener a los clientes que hace años. «Si los demás lo hacen, tú también tiene que seguir y en Sarria vamos resistiendo», explica. En la montaña de Lugo, en A Fonsagrada, la panadería O Pan de Iria tiene que enfrentarse cada día a «unha zona moi extensa» en la que entregar casa a casa el pan. «Non queremos deixar a ninguén maior sen a entrega», asegura Tamara. Por eso, lo que decidió hacer este negocio es cambiar y reorganizar las rutas para economizar al máximo los viajes.

«Tivemos que subir o prezo do pan tres veces nun ano»

De lo que no se libró prácticamente ninguna panadería es de tener que subir el precio de los productos. En Pan Artesán do Manuel, de Outeiro de Rei, que reparte hasta Ferrol o A Mariña, no cambiaron su ruta de reparto a pesar de que todos sus gastos se duplicaron. Lo que no pudieron evitar es ir subiendo el precio del pan para ajustar los gastos. «Tivemos que subilo tres veces no último ano e antes de que remate o ano teremos que volver facelo», explica Francisco, el encargado. En las visitas que siguen haciendo casa por casa en las aldeas intentan aumentar la venta lo máximo posible. «En vez de vender só unha barra facemos para que tamén compren unha empanada ou máis cousas». Procurar facturar más es el único modo de poder mantener el reparto.

La misma situación es la de Panadería Modesto, en Paradela. Este histórico local reparte por toda la comarca sarriana. Al ser aldeas en las que resisten los vecinos más longevos, los mayoritarios en el rural, el reparto supone una parte muy importante de sus clientes. Para mantener estas rutas, tuvo que subir el pan por primera vez el pasado mes de agosto.

También subió los precios la panadería Raposo para intentar seguir trabajando igual. Este local, que alcanza gastos de luz mensuales de hasta 7.000 euros, cree aun así que el precio del producto final es imposible que logre compensar el desajuste de ganancias.