
A sus 30 años, es el director pedagógico del Colegio Diocesano San Lorenzo y tiene a su cargo más de una decena de parroquias
13 ene 2023 . Actualizado a las 22:24 h.A sus 30 años, Nicolás Susena Presas puede presumir de ser uno de los sacerdotes más jóvenes de toda la provincia de Lugo. Además de ser el director pedagógico del Colegio Diocesano San Lorenzo y ocupar otros cargos de responsabilidad, es el párroco de Castroverde desde el 1 de marzo de 2020. Nacido en Lalín, explica que celebra misa todos los días, a las que suma tres los fines de semana. Y celebraciones aparte.
—¿Cuántas parroquias lleva?
—Diez parroquias y a mayores, Bascuas. Esta es la tendencia y en algún momento Castroverde llegará a tener un solo cura para todo el ayuntamiento.
—¿Por qué es la tendencia?
—Hay que reunificar y centralizar. No tiene sentido hacer 20 misas el fin de semana, cuando los feligreses se tienen que desplazar, como mucho, uno o dos kilómetros. Hay que cuidar iglesias y parroquias, pero también debemos generar un sentimiento de comunidad. Y sí, aun así cada cierto tiempo tiene que haber misa en algunas parroquias.
—Háblenos de sus comienzos.
—Me ordené de cura en 2018, con 25 años. Estaba en A Milagrosa, pero estudiando en Madrid. En septiembre del 19 volví de la capital, y el obispo me pidió que me dedicase a la capellanía del hospital. Empecé a sumar cosas según llegué, de hecho en aquel momento ya me hicieron director de la fundación que tenemos que cuida a las familias, y delegado de familia. Vino la pandemia, y justo antes me hicieron párroco de Castroverde porque el anterior se jubilaba... Las cosas de Dios son así, a veces muy fortuitas.
—¿Cuánto lleva en el colegio San Lorenzo?
—En 2020 me vine a vivir al seminario, y fue cuando empecé a dar clase y demás.
—¿Cómo se ha formado?
—Estudié en la Universidad San Dámaso y en el Centro Juan Pablo II. Hice dos máster, uno en etología moral y otro en matrimonio y familia. Mis dos puntales son la familia y la educación, por ello soy el director pedagógico del colegio San Lorenzo, que coordino junto al de A Milagrosa.
—¿Lo suyo fue vocacional?
—Lo tenía claro desde niño. Según van pasando los años la idea puede pasar más desapercibida, pero en segundo de bachillerato una conversación sobre mi felicidad desembocó en que retomase este deseo. Estoy aquí, con sus más y sus menos, pero como ocurre con todo.
—¿Qué le diría a los jóvenes?
—Este es un camino de entrega y servicio vocacional, como todo en la vida. Cuando lo haces desde la llamada... el poder acompañar a la gente llena y mucho.
—¿Cómo organiza su día a día?
—Como puedo (ríe). No tengo un horario muy fijado, vivo a golpe de agenda para todo, incluso para ver a mi propia familia. Si no está organizado en mi agenda, no lo puedo hacer. Es duro decirlo, pero real. A las 8.15 horas ya estoy pendiente del colegio, por las mañanas intento dedicarme a dar clase y a la dirección. Por la tarde, tocan parroquias, delegación de familia y fundación. Así se me van los días.
—Es muy joven...
—Soy el cura más joven que más cosas tiene, pero seguro. Somos los que somos y si me toca a mí es porque otro también descansa. Hay que aprender a vivir en equilibrio entre trabajar y descansar.
—¿Y los fines de semana?
—Los dedico a la parroquia.
—Le sobra trabajo.
—Siempre hay la concepción de que los curas no hacen nada, pero cuando cuento lo que hago, todos alucinan. Yo hay veces que es de noche, acabo de cenar, y tengo que seguir trabajando para zanjar cosas pendientes.
—¿Qué hace para que la gente joven se acerque a la iglesia?
—Los jóvenes necesitan que se les haga cercana la iglesia y a mí es algo que me gusta y resulta fácil. Intento estar con ellos. La cercanía hace que la gente responda. Yo, que soy más tímido al principio, me cuesta un pelín más, pero con esfuerzo se consigue.
—Es más persona que otra cosa.
—Sí, y al final la gente ve que eres sacerdote, pero también humano. Así estableces un vínculo fuerte y que agradecen mucho.
—¿Cómo reacciona la gente?
—Con lo poco que llevo en las parroquias y la pandemia por el medio, me alucina la cantidad de gente que me invita a comer a su casa. Los días de fiesta tengo que decirles que no porque no me puedo dividir. Intento ir a todas las casas que puedo, para visitar y estar con la gente.
—¿Está más contacto en una zona rural como Castroverde?
—En las zonas rurales el trato es distinto. Los conoces a todos en profundidad, sabes sus problemas...
—¿Y celebra muchas bodas?
—Este año bastantes para lo que estamos habituados. Ya oficié la cuarta boda, e igual ocurre con los bautizos. Hay gente más reacia, pero cuando los conoces, resulta más fácil y se animan.