La Galicia vaciada, sin casas para habitar: «Es imposible encontrar una vivienda en condiciones»

PAULA ÁLVAREZ / M. C LUGO / LA VOZ

LUGO

Foto de archivo de una casa abandonada en la parroquia de Bonxe.
Foto de archivo de una casa abandonada en la parroquia de Bonxe. Óscar Cela

Comprar o alquilar una casa en el rural es difícil debido a la falta de oferta y al estado de abandono en el que se encuentran la mayoría de ellas

18 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada vez son más las personas que buscan construir una nueva vida en las aldeas. Algo positivo para estos lugares que afrontan una constante pérdida de población, pero también algo que, contradictoriamente, no es nada fácil de llevar a cabo.

De hecho, encontrar vivienda en Os Ancares se presenta como uno de los mayores retos para los interesados: «Es imposible. Dejaron estropear demasiado las casas». Así lo define Isabel Novoa, que visitó varias viviendas para comprar cuyo estado era de abandono total. Además, según cuenta, en ocasiones resulta muy complicado localizar y llegar a mantener contacto con los propietarios. «Casi siempre pertenecen por herencia a varios familiares que ni se ponen de acuerdo entre ellos para vender o arreglar», manifiesta esta madrileña que aún no consiguió encontrar una casa para comprar en los alrededores del Concello de As Nogais. Mientras tanto, se aloja en una antigua casa familiar de su abuelo sobre la que tampoco puede tomar ninguna determinación, pues es propiedad de ocho nietos. Confiesa que «por eso me gustaría comprar».

Complicaciones para arreglar

Hablando de la posibilidad de arreglar las viviendas destrozadas, Isabel insiste en la crisis que vive el sector de la construcción, que también dificulta totalmente este proceso. «Hay muy pocos constructores -explica- y los que hay dan un presupuesto con plazos muy largos. Pero son casas que si no se arreglan ya, desaparecen».

Desde la experiencia habla también Marta Cuba, que lleva un año viviendo en una casa de alquiler entre estos montes. Después de muchos días buscando un hogar, alojada en la vivienda de un amigo, encontró la casa a través del contacto con unos familiares y por «una cuestión de suerte y casualidad». Según explica esta mujer, que antes vivía en A Coruña, «la oferta es casi inexistente». Pero es que además, el estado de abandono de la mayoría de las casas implicaría esa gran reforma que «no todo el mundo puede permitirse».

Precios poco estables

Además, en lo que se refiere a los precios, Isabel explica que «supuestamente dependen de las condiciones, pero después siempre los están cambiando». En su opinión, es necesario tener en cuenta que las casas en el rural «no traen tantos servicios como en otros lugares» y eso es, para ella, un factor determinante a la hora de fijar los precios.

Falta de servicios inmobiliarios

En este sentido, también los afectados por esta situación reclaman servicios inmobiliarios, en la medida de lo posible, para que el proceso de búsqueda de una casa en el entorno rural no sea misión imposible. «Siempre se dice que no quiere venir gente, pero se están cayendo casas al mismo tiempo que la gente interesada en comprarlas no puede hacerse con ellas». Y «es una pena, porque no se pierden solo casas, se pierde con cada una de ellas gran parte de la identidad y el patrimonio gallego que mantienen viva a Galicia». Pero Isabel no se rinde y espera encontrar alguna casa antes de que se vea completamente destruída.

«Hay gente con grandes iniciativas que se está marchando a otros lugares»

Ubicada en Navia de Suarna (Lugo), Casa Quiñones es un apartamento rural, con estancias privadas, pero que cuenta también con un espacio común de «co-working» para trabajar. Su dueño, el ingeniero vigués Pedro Álvarez, descubrió la falta de lugares que hay con conexión a Internet para teletrabajar desde el rural, y desde ese momento, tuvo claro que su nuevo negocio cubriría esa necesidad. «Cuando llegué me di cuenta de que en las zonas rurales no había espacios para trabajar con conexión más allá de las cafeterías», explica al recordar como nació su proyecto.

Por el apartamento de Pedro pasan muchas personas a las que les gustaría quedarse a vivir en el rural.
Por el apartamento de Pedro pasan muchas personas a las que les gustaría quedarse a vivir en el rural.

De todas las personas que pasan por Casa Quiñones, hay muchas a las que les gustaría quedarse a vivir en una aldea como Navia de Suarna, pero no lo hacen porque «hay conexión aquí donde estoy yo, en la capital del Concello, pero es que hay pueblos en la montaña que no tienen ni señal móvil. Y eso, lógicamente, bloquea cualquier posibilidad de desarrollo».

Además, también Pedro insiste en lo difícil que resulta encontrar una vivienda. Y es que «no existe manera de comprar una casa. Hay muchas cuyos dueños no quieren vender, pero también hay una gran cantidad de ellas abandonadas y que se están cayendo». Él explica que «en muchas ocasiones los dueños no son localizables y, en cierta medida, es ahí donde debería intervenir la Administración Pública para facilitar su adquisición».

«Yo pude comprar la vivienda sobre la que monté el negocio porque era de mi familia y llegamos a un acuerdo, pero si no, tengo claro que sería imposible» explica Pedro al mismo tiempo que se pregunta de forma irónica: «¿Cuántas casas están a la venta en Os Ancares? Prácticamente ninguna». Y, «¿Cuántas se están cayendo? Prácticamente todas», añade.

Para este ingeniero, lo que falla es «un plan de desarrollo». Según cuenta, la falta de viviendas para habitar «es un problema estructural complejo al que hay que darle respuesta no solo porque impide que se asiente gente en el rural, sino por las graves consecuencias que tiene esa falta de población», matiza. «Esto afecta a todos, gallegos y no gallegos. Está claro que si no hay casas, tampoco hay árboles. Ya vemos lo que ocurre con los incendios; que arda O Courel, uno de los espacios más importantes de Galicia, es también problema de la ciudad».

En palabras de Pedro, «hay mucha gente que quiere instalarse aquí y no le estamos dando los medios para que lo haga. Y ya no es solo triste a nivel económico, que también, es que no somos capaces de atraer a personas con grandes iniciativas tan necesarias para este entorno. Son oportunidades que, desgraciadamente, se están yendo a otros lugares por culpa de ese dificultoso acceso a la vivienda».