«Os bosques que nos deixaron no Courel seguen aí, esa é a mensaxe»

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

LUGO

Los estragos del incendio ponen el foco en el valor del arbolado autóctono

27 jul 2022 . Actualizado a las 20:16 h.

Son muchos los frentes que abre la catástrofe ambiental de los incendios que asolaron la sierra de O Courel. El fuego deja profundas heridas en la fauna y la flora de este refugio de la biodiversidad, que tardarán más o menos tiempo en cicatrizar y también escuecen a sus gentes. Animales muertos, suelos sin vida para los hongos o las abejas, riesgo de erosión y de arrastres a los ríos... No todo tiene, sin embargo, el color negro de las laderas en las que se cebaron las llamas. «A paisaxe tradicional do Courel resistiu o lume. Os bosques que nos deixaron os antergos seguen aí, esa é a mensaxe», dice Marcos Reinoso, presidente de la Asociación de Desenvolvemento Rural Serra do Courel.

En la parte alta de la sierra, se disponen a recuperar el festival CourelSon que organiza desde hace años este colectivo. Por encima de Ferreirós, el fuego se detuvo. Quedó a salvo la devesa de A Rogueira —no sin dificultades— y los bosques autóctonos de Paderne y Río Pequeno. «Por sorte, o lume non pasou ao Courel alto. No Courel baixo e do lado de Quiroga, tristemente, foi un pequeno Prestige», apunta Xavier Trepat, propietario del cámping de Esperante.

El verano, perdido

Situada entre Seoane y Visuña, en la parte alta de O Courel, esta parroquia tuvo más suerte que las del tramo inferior del Lor. El cámping pudo abrir de nuevo el pasado viernes, coincidiendo con la desactivación del nivel 2 de riesgo. El verano, pese a ello, se presenta crudo. «Coa pandemia foinos ben, pero este verán douno por perdido. As reservas canceláronse, estou devolvendo os cartos», dice Trepat.

Biólogo de formación, Marcos Reinoso se instaló hace diez años en Paderne, donde tiene una empresa de actividades turísticas ligadas a la naturaleza. Desde la asociación que preside quieren que la desgracia que acaba de sufrir la sierra sirva de oportunidad para repensar la gestión del territorio. «Ardeu o Courel dos pinos, non o das devesas e os soutos. A xente vive dos cartos e non do ar, pero o lume freouno o bosque de toda a vida. Se a mensaxe non cala hoxe, non sei cando vai ser», opina Reinoso.

El fuego originado por la tormenta del 14 de julio —que en O Courel descargó abundante aparato eléctrico sin que llegase a llover— adquirió tal virulencia que ni siquiera el arbolado autóctono pudo con su furia en muchos puntos. Ardió el souto de Vilar y en la devesa de O Loureiro, del lado de A Pobra do Brollón, las llamas devoraron castaños centenarios. El sentimiento generalizado entre los vecinos afectados es que el operativo de extinción falló en el arranque de los incendios de Vilamor y Saa, que dejan a su paso al menos 10.000 hectáreas quemadas.

«Eu cheguei o sábado [el día 18 de julio] ao Courel. Quería ir ao festival a Vilamor e atopeime con que estaba anulado. Vin o incendio e parecía controlable, nin se me pasou pola cabeza que puidese chegar a Mercurín», dice Reme Fernández Campo. Nacida en Vigo, tiene sus raíces en esa última aldea, donde se dispone a restaurar una vivienda junto a la casa familiar. El lunes, al día siguiente de que se marchase, un grupo vecinos que se negaron a ser evacuados salvaron el pueblo de las llamas codo con codo con los servicios de extinción.

«O monte vaise recuperar. Non sei se todo será o mesmo, pero son optimista. Aínda así, hai cousas que teñen que cambiar. Falta formación ambiental e hai demasiado individualismo», dice esta profesora que vive a caballo entre Vigo y Mercurín. Estos días se escucha en O Courel que las comunidades de montes de las zonas más afectadas no van a plantar pinos de nuevo en los montes ardidos. El tiempo dirá.