El maestro Fritz Lang decía que el cine era el arte del siglo XX, y por tanto, cada vez que se hacía una película había que contar algo que mereciese la pena.
Cuando uno acaba de ver la películas «El hombre el norte» hay que hacerse la pregunta de Lang, y más siendo el autor hace casi cien años de la imprescindible «Los nibelungos», sobre la que en cierta parte esta cinta de vikingos es heredera. Más allá de que se trata de una obra, digámoslo claro, para ganar dinero con temática y estética propia de los tiempos que corren de seriales de Marvel y de Netflix, ¿qué aporta la película del encumbrado Eggers a la narrativa de los vikingos y las historias nórdicas?
A estas alturas de la historia del cine ofrecer un relato sobre venganzas, odios, familias, brujerías... que remiten a Shakespeare tiene que venir sazonado con algo más de picante, y no me refiero a sexo, esa parte de la condición humana que en el cine de Hollywood ha quedado arrinconada mientras que la maquinaria de la violencia, hasta extrema, está activa.
Precisamente esta película lo que aporta es mucha violencia, pero no como la entendían maestros como Kurosawa o Peckinpah tanto en contenido y en continente, si no como adorno estético, como artificio para dar una apariencia de realidad mientras sus personajes lucen buena dentadura y grandes pectorales (adiós a la verosimilitud). Lo que es innegable es su belleza visual y sus imágenes poderosas, en especial el duelo final.
Estados Unidos. 2022. Director: Robert Eggers. Reparto: Alexander Skarsgård, Nicole Kidman, Anya Taylor-Joy, Claes Bang, Ethan Hawke
Cines Yelmo y Cristal