«No era capaz de decir la palabra lesbiana, me ponía delante del espejo y lloraba»

Lorena García Calvo
Lorena García Calvo LUGO / LA VOZ

LUGO

El festival De perdidos, ao Miño concienció sobre diversidad sexual
El festival De perdidos, ao Miño concienció sobre diversidad sexual ALBERTO LÓPEZ

El festival lucense De perdidos, ao Miño arrancó con historias reales que apuestan por dar visibilidad a la diversidad sexual

07 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Imagínese ser un niño gay en una aldea de Chantada de hace 40 años. O darse cuenta de que eres transexual y lesbiana en una familia ultraconservadora de la Oklahoma profunda. O intentar adivinar si eres bisexual descartando un mínimo de perfiles de tu mismo sexo en Tinder: «si de diez no me gustan cinco, soy heterosexual». Por estos caminos transitaron en su día Luis Areán, Xácia Ceive o María González. Ellos, junto con la cómica Carolina Iglesias, la profesora Noemí Díaz y la fundadora de LesWorkinig, Marta Herráiz, dieron en su momento el paso de reconocer su sexualidad y hablar de ella abiertamente, y hoy no dudan en compartir su historia con quien quiera o necesite escucharlos. Este viernes tomaron la palabra en De perdidos, ao Miño, un festival que aboga por la diversidad sexual y que aspira a ser un referente internacional. Y desde Lugo.

Cuando, este viernes, Noemí Díaz se sentó al lado del río Miño de su infancia para contar su historia inspiró fuerte. «Isto é terapéutico», dijo. Su caso es el de muchas otras. Sufrió bullying de pequeña, en la universidad se marchó todo lo lejos que pudo y tuvo que pelear consigo misma para asumir que era lesbiana. «Tiña unha enorme lesbofobia interiorizada». Ese proceso tan duro de reconocerse a sí misma es el que la ha conducido hoy en día a ser una profesora lesbiana visible. «Quero que a rapazada non pase polo mesmo ca min, que teña referentes, e iso conséguese con visibilidade». 

El festival De perdidos, ao Miño concienció sobre diversidad sexual
El festival De perdidos, ao Miño concienció sobre diversidad sexual ALBERTO LÓPEZ

Cuando Noemí decidió dar el paso de organizar una charla en el instituto coruñés en el que imparte clase, de 600 estudiantes 300 se presentaron en el acto. Algunos, buscando esos referentes de los que la activista habla. Otros, porque quieren normalizar lo que para algunos sigue siendo un tabú. «Algúns dicíanme 'eres la primera lesbiana que conozco en persona'», cuenta entre risas, «animo a todo o mundo a visibilizarse porque a rapazada necesita referentes».

Diagnóstico, heterosexualidad

Marta, pareja de Noemí y con la que tiene una hija, vivió también su particular peregrinar por el desierto de la identidad sexual. «Hasta los 22 años estaba perdida. No estaba segura de lo que me gustaba, pero me enamoré de una chica». Decidió ir a una psicóloga porque quería manejar bien la situación, pero lo que se encontró, tras la tercera sesión, no se lo esperaba. «Me diagnosticó heterosexualidad. Me dijo que lo mío era solo una obsesión, que igual que era muy obsesiva para sacar buenas notas, que me había obsesionado con mis amigas», confiesa. 

El festival De perdidos, ao Miño concienció sobre diversidad sexual
El festival De perdidos, ao Miño concienció sobre diversidad sexual ALBERTO LÓPEZ

Ese «diagnóstico» llevó a Marta a seguir otros ocho años sin encontrarse a sí misma, hasta que una amiga la llevó de la mano y la ayudó a reconocerse como lesbiana. Pero el proceso fue complejo. «En ese momento no era capaz de decir la palabra lesbiana. Me ponía ante el espejo y decía 'soy lesbi', 'soy lesbi', y lloraba». El día que Marta fue capaz de pronunciar cada una de las letras se encontró ante una nueva realidad y se hizo dos promesas. «Me comprometí a decírselo a la gente para dejar de sentir vergüenza de mí misma y a intentar que no le pase lo mismo a nadie más. ¿Cómo podemos hacernos tanto daño con algo tan bonito como el amor?».

La bisexualidad de Carolina

«Contar o que nos pasou é un xeito de depurar as feridas», proclama Carolina Iglesias. Viendo el desparpajo y la gracia con la que cuenta su historia, parece difícil imaginarse a una adolescente que se sentía fuera de lugar y que tardó en asumir que era bisexual. Relata cómo con 13 años la falta de información y el oscurantismo que todavía se cernía sobre la diversidad sexual la llevaba a creer que ser lesbiana podía ser el último paso de una transición que comenzaba con la bisexualidad. «Paseino mal porque non sabía o que era ser bisexual e dábame vergoña dicilo porque as miñas amigas eran lesbianas», cuenta. 

El festival De perdidos, ao Miño concienció sobre diversidad sexual
El festival De perdidos, ao Miño concienció sobre diversidad sexual ALBERTO LÓPEZ

En su caso, también necesitó salir de su ciudad natal, Coruña, y su incómoda zona de confort para aceptar quién era. Fue, dice entre risas, atando cabos. Luego llegó la otra parte, la de reconocerse bisexual ante su gente. A su madre se lo contó un día de fin de año. «Faltaban tres minutos para as badaladas e díxenllo, démonos un abrazo e puxémonos a comer as uvas», recuerda. Luego se lo contó a su padre, pero quedaba alguien más ante quien desnudar su interior, su abuela. 

«Miña avoa preguntábame cando lle levaba o mozo á casa e díxenlle que tamén me gustaban as mulleres. Ela dixo que non fora educada niso, pero que se eu era feliz, que adiante. Choramos e abrazoume. Foi bonito. Cando me deron o premio Elisa e Marcela alí estaba ela, agarrando a pancarta como a que máis. Se unha muller de 84 anos o entende, non entendo como outra xente poden non comprendelo», se lamenta Carolina.

Un gay en una aldea de Chantada 

Si dar el paso fue duro para todas ellas, el reto que supuso para Luís no fue menor. «Na miña época non existía a adolescencia gay no rural. Robuáronnola», relata. A sus 52 años, cuando echa la vista atrás recuerda a un joven que a la primera oportunidad se marchó de su Chantada natal. «A miña historia retrotráese ao paleolítico do movemento. Eu non podía exteriorizar que era gay. Ata que fuxín de Galicia non puiden ser eu mesmo».

El festival De perdidos, ao Miño concienció sobre diversidad sexual
El festival De perdidos, ao Miño concienció sobre diversidad sexual ALBERTO LÓPEZ

Vivió en Madrid y también en San Francisco, donde experimentó lo que era vivir libremente su sentir sexual, y tardó una década en regresar a casa. «Cada un ten os seus tempos e custa», reconoce. Sobre todo, dar el paso ante una familia tradicional que no sabía cómo se lo tomaría. En su caso, optó por la vía más directa. Un buen día llegó a una comunión familiar con el pelo azul y un chico al lado. «Ninguén me preguntou nada. Era o ano 97 e eu marchara no 87. Todo o mundo o deu por feito e a miña familia aceptouno moi ben. Cando volvín de San Francisco xa sabía que non había marcha atrás». Pero esa firmeza no hace que el recorrido sea más sencillo. 

Conservadurismo estadounidense

También de Estados Unidos llegó a la provincia de Lugo Xácia Ceive. Criada en un entorno ultraconservador de Oklahoma, tuvo que huir de su hogar para ser ella misma. Una mujer transexual y lesbiana que ha encontrado en la Ribeira Sacra su pedacito de cielo. «Eu adoro ser transexual e bollera, e iso tamén é necesario dicilo. Agardemos que chegue o día no que non teñamos que presentarnos nin visibilizarnos, pero ese momento aínda non chegou», subraya. Y es que, haciéndose eco del sentir común, se trata de nuevo de salir de la normatividad. 

Reivindicar la diversidad sexual, desterrar estereotipos y mostrar a los más jóvenes nuevos referentes, «que vexan en nós a naturalidade, que enriquece», es el sentir común de cada una de las voces que se escucharon este viernes junto al río Miño. Voces orgullosas de haber dado el paso de visibilizarse y que reivindican un trato igualitario. «Non hai que tratarnos doutro xeito», concuerdan, «non hai que facer nada». Llegará el día en el que ser heterosexual no se dará por hecho. Ese será parte del cambio.