Las contradicciones que llevaron a Ana Sandamil a la prisión permanente revisable por matar a su hija Desirée

m.G. / m. C. LUGO / LA VOZ

LUGO

Ana Sandamil, en la sala de la Audiencia Provincial de Lugo, escuchando el veredicto del jurado
Ana Sandamil, en la sala de la Audiencia Provincial de Lugo, escuchando el veredicto del jurado Óscar Cela

La sentencia considera que no quedó ni una duda razonable a su favor y que le administró pastillas a la niña antes de asfixiarla

01 mar 2022 . Actualizado a las 09:23 h.

Un jurado popular consideró probado hace dos semanas que Ana Sandamil asfixió a su hija de siete años en su casa de Muimenta en la madrugada del tres de mayo de 2019. Este lunes, un tribunal de la Audiencia Provincial presidido por Ana Rosa Pérez Quintana hacía pública una larga y razonada sentencia de 80 páginas en la que se explican y ponderan los razonamientos del jurado popular, ratificando además la pena: prisión permanente revisable para Ana Sandamil por asesinato de su hija de siete años mediante asfixia. Le aplican la agravante de parentesco y maternidad sobre la niña y la atenuante de una cierta falta de capacidad debido a una alteración mental que, sin embargo, no le impedía saber lo que hacía.

La sentencia dice que «las explicaciones de Ana Sandamil Novo y su confrontación con las demás pruebas, no permiten sostener una duda razonable a su favor, ni siquiera en lo que se refiriere a su supuesta falta de capacidad».

La falta de memoria

A mayores de todo lo explicado por el jurado popular tras su veredicto, la sentencia hace hincapié en varias contradicciones de la mujer ya condenada. La primera de ellas es que en el juicio oral Ana Sandamil optó por declarar e insistió en su falta de recuerdo acerca de los hechos. «Una amnesia puesta en entredicho por la prueba pericial y que, además, se apreciaba selectiva; prueba de lo cual fue su precisión acerca de lo que ella le habría dicho a su madre ese día y de forma inmediata al hecho, pues insistió en que no le dijo que Desirée había muerto, sino que lo que le dijo fue que no reaccionaba, aunque ella lo había intentado».

Además de esa supuesta falta de memoria, la sentencia pone en evidencia más contracciones de la madre. Otra de ellas es la relativa a las botellas de plástico en las que Ana Sandamil había depositado pastillas de trazodona para beber y suicidarse supuestamente y de la que, según ella, podría haber bebido la niña, y que serían la causa de la muerte. «Aunque siempre Ana Sandamil apuntó a que la niña pudiera haber bebido de la botella, no siempre afirmó que la tuviera preparada con intención de suicidarse ella». Una de las psiquiatras que la atendió en el HULA dijo en el juicio: «Dio varias explicaciones, pues en algunos momentos decía que era algo que había preparado hacía tiempo para hacerse daño a sí misma y otras veces decía que solo eran uno o dos comprimidos en agua para tomarlos solo si no dormía».

Pero por otra parte, las pruebas científicas demuestran otra cosa: tras ser analizados los tapones de ambas botellas, se descubrieron restos de ADN de la niña, pero en ningún caso de la madre. Es decir, Ana Sandamil hizo beber de ambas botellas con trazodona a su hija, pero ella no llegó a beber. En el estómago de la niña aparecieron restos del medicamento y también había una pequeña dosis en la sangre, pero nada en la orina. Según los forenses, eso significa que la niña bebió el preparado pocas horas antes de morir, porque una parte del medicamento todavía estaba en el estómago; solo un pequeño porcentaje había pasado a la sangre, y todavía no había llegado nada a la orina. Es decir, le administró el medicamento pocas horas antes de asfixiarla.

Donde dormía la niña

Otra de las contradicciones que apreciaron los jueces y plasman en la sentencia es la relativa al lugar donde dormía la niña. «Ana Sandamil Novo dijo en el juicio que la niña dormía en el lado izquierdo, el lado de la galería, y ella del lado derecho. Es decir, que la niña dormía del lado de la cama donde apareció la sangre y el lado en el que ella la habría visto en el suelo. Sin embargo, la madre de Ana dijo que la pequeña no dormía del lado de la galería, aunque después, de forma muy poco clara, apuntó a que la pequeña a veces se cambiaba de lado», recoge la sentencia de la Audiencia.

El veredicto del jurado y la sentencia del tribunal, un todo armónico

La magistrada Ana Rosa Pérez Quintana, que presidió el tribunal de la Audiencia Provincial que enjuició a Ana Sandamil, dice en la sentencia que «el veredicto forma con la sentencia un todo armónico e inescindible, que integra la culminación del proceso. El magistrado-presidente realiza, a través de su sentencia, una función complementadora de la motivación de los jurados, a los que es obvio no puede exigírseles el mismo grado de razonamiento intelectual y técnico que a un juez profesional», dice.

Un trastorno psicológico que ella exageraba pero que no le impedía ser consciente

El jurado popular y los jueces llegaron al convencimiento tras las declaraciones de los profesionales de la medicina forense que aunque Ana Sandamil tuvo episodios de algún trastorno en los meses anteriores al crimen, no están relacionados ni fueron causa suficiente para cometer el crimen. Dice además la sentencia que esas patologías psíquicas fueron exageradas por ella para evadir sus responsabilidades, y especialmente los trastornos de memoria, en los cuales quedó probado que olvidaba unas cosas pero no otras que ocurrieron el mismo día y a la misma hora. Consideran probado que sufría un gran estrés porque la niña pudiese tener cada vez más relación con el padre y eso le afectaba sus capacidades de conocer y querer, pero solo de forma parcial y no relevante, por lo que era consciente de lo que hacía cuando asfixió a su hija de siete años.

«Ella sabía que el padre de Desirée quería estar más tiempo con su hija»

En la sentencia se dedica una parte a analizar las causas probables que pudieron desencadenar el horrible asesinato en la cabeza de Ana Sandamil. Y una de ellas es el temor y el estrés que le suponía a la asesina el hecho de que su ex marido y padre de Desirée quisiese tener más tiempo a la niña. La sentencia de custodia de la niña, emitida por un juzgado de A Coruña en el 2014, cuando tenía tres años y los padres se separaron, le concedió la custodia a la madre. Y el padre solo tenía a Desirée en fines de semana alternos, que empezaban el viernes por la tarde. Ahora el padre quería pelear judicialmente por tener más tiempo de visita o incluso la custodia compartida, porque aseguraba que la niña se lo demandaba. Sin embargo, Ana Sandamil dijo desconocer tal intención José Manuel Leal, aunque una amiga de ella declaró en el juicio que efectivamente Ana Sandamil le había confesado que su ex pareja le enviaba mensajes y pretendía ganar tiempo de estancia con su hija. Uno de los médicos que trató a la condenada dijo en el juicio que ella llegó a un estado de angustia existencial en el que solo contemplaba dos salidas: la mato (a la niña) o nos matamos. Sin embargo, en el juicio, Ana Sandamil negó rotundamente que el padre tuviese tal intención, ni que a ella le preocupase. «Desligó el hecho de que pudiera haber matado a su hija de su problemática con el padre. En el juicio incluso negó que esa problemática pudiese existir y aseguró que no había pruebas de ello. Pero lo cierto es que existían esas pruebas, tanto de la difícil relación entre ella y el padre de la niña como de que ella tenía conocimiento de que José Manuel Leal quería tener más relación con su hija, incluso intentar la custodia compartida. Conocía el deseo de la propia niña de relacionarse más con su padre, y esto generaba un gran estrés en la vida de Ana Sandamil», recoge textualmente la sentencia.