Un talento excepcional para evitar que su familia regrese a un país en guerra: «Si volvemos a Ucrania, estaremos en peligro»

André Siso Zapata
ANDRÉ S. ZAPATA LUGO / LA VOZ

LUGO

Olga, Aleksandra y Oleksandr Kostenko, en su casa de Lugo.
Olga, Aleksandra y Oleksandr Kostenko, en su casa de Lugo. Carlos Castro

Tres ucranianos residentes en Lugo, pendientes de ser deportados tras terminar su permiso de residencia, esperan que el talento deportivo de su hija sirva como argumento para conseguir el asilo

30 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En abril del 2014, Rusia invadió Ucrania. Fue la gota que colmó el vaso de una relación que pendía de un hilo desde hacía tiempo, entre dos países que nunca habían terminado de limar las asperezas que los enfrentaban desde la caída del Telón de Acero. El Euromaidán, las protestas prorrusas, la anexión del Donbás y de la península de Crimea y la represión del gigante euroasiático en la zona de conflicto se sucedieron a una velocidad vertiginosa, cogiendo por el camino a miles de familias que residían en el este del país. Este fue el caso de Oleksandr, Olga y Aleksandra Kostenko, una familia que se agarra al excepcional talento atlético de la primogénita para obtener un asilo político que cada vez ven más lejano.

Los tres, residentes en la ciudad de Donetsk, una de las más golpeadas por el conflicto, tuvieron que huir del país en el año 2018. La persecución a la que sometieron las milicias prorrusas, que controlan la parte oriental del país, al padre de familia, fue «insoportable», según cuenta él mismo, por lo que tuvieron que salir de Ucrania para evitar males mayores. «Nunca formé parte de ningún partido político, pero me pronuncié públicamente contra la triste situación que estaba viviendo nuestro país. Para los rusos, eso fue suficiente. Me tuvieron en cautiverio varios días, tengo heridas de bala en una pierna, amenazaron a mi familia... No tuvimos otra opción que escapar», explica.

Huyeron de Ucrania a España «sin saber muy bien por qué», dice la madre. «Escogimos un país en el que no nos pudiesen encontrar, y por eso llegamos a Bilbao», añade. Y es que el País Vasco fue el primer destino. Llegaron a España «sin nada más que unas cuantas maletas», dice Olga. Una vez allí, solicitaron ayuda a la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) y a la Cruz Roja. Estas instituciones fueron dándole cobijo a la familia, que se pasó meses durmiendo en albergues a la espera de un destino fijo. «Llegamos a España el 24 de diciembre del 2018, en Nochebuena. Vinimos en busca de un futuro mejor», explica Oleksandr.

Fue unos meses después cuando les explicaron que podían mudarse a Lugo. «Estamos muy agradecidos a todo el mundo que nos ayudó. Lugo nos recibió maravillosamente, no podíamos imaginar nada mejor», explica Olga. Ahora, están perfectamente integrados. Los tres hablan un español impecable, sobre todo su hija, que va a un colegio y compite en marcha atlética (forma parte de la Escuela Atlética Lucense) con total normalidad. Ella es profesora de idiomas, y lleva trabajando en una academia de Lugo desde poco después de arribar en la ciudad amurallada. Su marido es electricista y soldador, y encontró trabajo al poco tiempo de llegar, aunque lleva unos meses sin poder ejercer debido a la pérdida del permiso de residencia.

Este es, en definitiva, el gran problema de la familia Kostenko. El fin de la vigencia de este permiso les obligó a solicitar un asilo político que no termina de llegar. Esperan el resultado de un recurso, que se está tramitando desde el mes de septiembre en Madrid, pero guardan poca esperanza. «Nos dicen que la mayoría de recursos vuelven rechazados», se lamenta Aleksandra.

Una atleta «de otro nivel»

La pequeña, de 15 años, sin embargo, puede ser la llave que les de acceso a este asilo. Es campeona de marcha en categorías inferiores a nivel regional y nacional, y las posibilidades de que sea reclamada por la selección española de atletismo para una competición europea son muy altas, debido a su extraordinario talento y nivel. Esta capacidad excepcional podría abrirle la puerta a su familia de un posible asilo por motivos deportivos, aunque no hay certezas en este sentido. Desde la Escuela Atlética Lucense están intentando ayudar a la causa, con el objetivo de que la familia pueda obtener sus papeles y quedarse en Lugo.

«No tenemos adónde ir. Si volvemos a Ucrania, toda la familia está en peligro», explica el padre. Los tres se mantienen, ahora, a la espera de un trámite, un documento que decidirá el futuro de una familia que se agarra a un talento excepcional para huir de un país en guerra.