Una capilla cerrada en Paradela, lo único que queda en pie del origen de la Orden de los Caballeros de Santiago

Uxía Carrera Fernández
UXÍA CARRERA PARADELA / LA VOZ

LUGO

La única familia que vive en la aldea de Loio custodia las llaves de la iglesia: «É como a nosa casa»

11 dic 2021 . Actualizado a las 17:36 h.

Hace más de mil años que la Orden de los Caballeros de Santiago se unió para proteger a los peregrinos que caminaban hasta la tumba del apóstol. Sus primeras reuniones se celebraron en el municipio lucense de Paradela, en el monasterio de Santa María de Loio, que actualmente está en ruinas. Lo único que queda en pie de su creación es la capela de Loio, en la aldea con el mismo nombre. El santuario está cerrado al público y la única familia que vive en la aldea donde se ubica es la que custodia sus llaves. En el interior de la iglesia del siglo XIII, Santiago Apóstol preside un retablo como muestra de su historia.

La parroquia de San Salvador das Cortes se encuentra a apenas cinco minutos del núcleo de Portomarín, aunque pertenece al concello de Paradela. En ella se fundó en el siglo V el monasterio de Santa María de Loio para agrupar a los eremitas de la zona, pero no fue hasta el siglo XI cuando se adhirió a la comunidad de la Regla de San Agustín. A partir de este momento, se convirtió en un lugar clave para el Camino de Santiago. A lo largo de la ruta jacobea son numerosos los monasterios de esta comunidad monacal.

Miembros de una orden corrupta

Años más tarde, el monarca Fernando II creó en Cáceres la orden de los Fratres de la Espada, conocidos también como Caballeros Cambiantes. Las discrepancias y las corrupciones que surgieron entre los miembros de esta caballería propiciaron que se separasen en dos bandos y algunos de los miembros fueron enviados a Loio.

En Paradela iniciaron una nueva etapa y, por estar ubicados en un enclave del Camino, se dedicaron a proteger a los peregrinos que viajaban hasta el sepulcro del apóstol. Fundaron entonces la Orden de los Caballeros de Santiago. En Loio, además de su sede, también hubo hospital y hospedaje para los caminantes, como relata el escritor e investigador Alberto Cacharrón en su libro El Monasterio de Loyo y los Caballeros de la Orden de Santiago.

El nacimiento de esta orden en Paradela prueba que el trazado del Camino pasaba por esta parroquia, pero cuando se comenzó a explotar la ruta, se desvió. Tras años de abandono, del monasterio tan solo quedan ruinas de sepulturas, del horno y algunas piedras originales. El acceso se tiene que realizar a pie, pero es complicado por la falta de limpieza. Además, no hay señalización.

La capilla del monasterio

Por la notoriedad que consiguió el monasterio en sus primeros siglos de actividad, en el siglo XIII se construyó la Capela do Loio, en la aldea con ese mismo nombre y que pertenece también a la parroquia de San Salvador das Cortes. Nunca perteneció a la diócesis de Lugo sino que directamente estuvo vinculada al arzobispado de Santiago de Compostela, según el cronista de Sarria Félix López Arias.

En este santuario oficiaban misa los monjes del monasterio a peregrinos y vecinos. A su alrededor creció un núcleo rural y, a diferencia del monasterio, todavía se conserva. De hecho, un cartel informativo indica su historia. Es lo único visible del origen de los Caballeros de Santiago aunque también cayó en el olvido.

La reforma más reciente dejó sin tocar el retablo original, que está roto y torcido

La capilla del siglo XIII, por su importancia histórica en el Camino de Santiago, fue restaurada hace 16 años porque «o teito estaba caéndose», como cuenta un vecino.

En el 2005, se renovó completamente la cubierta porque el agua entraba en la iglesia, algo de lo que todavía quedan marcas en la pared actualmente. Además, se incorporó mobiliario nuevo procedente de otras iglesias. Lo que no se tocó fue lo más antiguo y valioso de la capilla: el retablo ubicado en el altar. Data del siglo XIII y está centrado en Santiago Apóstol, cuya figura ocupa la zona alta central, por encima de la estatua de la Virgen patronal de la parroquia. Esta simbología revela la importancia del origen de la capilla y también la relevancia que tenía la figura de Santiago en aquel momento. La falta de rehabilitación de esta obra fue provocando su deterioro y actualmente está rota, por lo que la parte izquierda se ve torcida y semeja que puede caerse.

«Abrímola só o día 15 de agosto; moita xente vén porque quere visitala, pero non pode»

Los únicos que se ocupan de la capilla son los miembros de la familia de la casa ubicada enfrente, que son los últimos habitantes habituales de la aldea de Loio. Custodian las llaves de la iglesia porque ya no se oficia misa. La única actividad que tiene el histórico edificio es acoger la celebración patronal de la aldea el 15 de agosto. «Collemos a figura da virxe a facemos unha procesión colocándolle un racimo de uvas porque esta é unha zona de viño», explica el vecino que guarda las llaves. Así que antes de las fiestas, esta familia se encarga de limpiar y acondicionar la capilla, e incluso conecta la corriente a la de su casa porque no tiene instalación eléctrica.

Para estos lucenses, la iglesia «é como a nosa casa». A pesar de que no se oficien misas, la familia aprovechó alguna ocasión especial para llamar a un cura y poder realizar celebraciones puntuales: «A miña irmá quixo casar aquí e o meu fillo fixo a comuñón», explica. En los últimos dos años, la iglesia no abrió ni un solo día porque con la irrupción de la pandemia los vecinos de Loio prefirieron no celebrar las fiestas patronales.

Visitas

El vecino que guarda la llave cuenta que en numerosas ocasiones vienen peregrinos o turistas hasta la aldea para visitar el monasterio o la capilla, pero tienen que dar media vuelta. «Non saben que temos nós as chaves e non poden entrar». A estos vecinos de Loio les gustaría que acondicionasen adecuadamente la capilla así que confía en el impulso del Xacobeo y de las últimas rutas de senderismo que se crearon en la zona.