Investigan en Lugo a un ganadero por tirar los cadáveres de dos perros y a un veterinario por eutanasiarlos

María Guntín
María Guntín LUGO / LA VOZ

LUGO

Foto de archivo de un agente del Seprona en el monte
Foto de archivo de un agente del Seprona en el monte Ramón Leiro

Algunas pesquisas indican que pudo tratarse de un trato de favor entre los dos hombres

27 nov 2021 . Actualizado a las 17:00 h.

Un ganadero está siendo investigado por pedir la eutanasia para dos perros en el lugar conocido como ensenada de Coedo, en Rinlo, Ribadeo. Fuentes internas del Seprona confirman que la investigación empezó tras la aparición de un saco de grandes dimensiones. Los agentes comprobaron que en su interior había dos perros muertos: un macho mestizo de tamaño mediano y un mastín grande. Uno de ellos tenía microchip; el otro, no.

Las pesquisas permitieron a los funcionarios ponerse en contacto con el titular de los animales, que confirmó su propiedad e indicó que un veterinario los eutanasió el día 12 de noviembre por la noche. Entonces, el facultativo confirmó la versión del titular de los canes a los agentes del Seprona, y dijo que en días posteriores daría de baja al perro que estaba identificado en el registro de animales de compañía.

Los agentes denunciaron al propietario de los animales, un ganadero de Castropol, por una infracción a la ley de sanidad animal, al abandonar los cadáveres de los perros. Asimismo, está en proceso de prestar declaración al veterinario, que tendrá que justificar las dos eutanasias y exponer los motivos de las mismas.

Los perros, en «buen estado»

Los animales pertenecían a un matrimonio que está separado. La mujer alegó que los canes se encontraban bien unas semanas antes de ser eutanasiados. Por otra parte, el veterinario que los trató es especialista en ganado y las pesquisas apuntan a que pudo tratarse de un trato de favor entre los dos hombres, con el trágico desenlace para los animales. Algunas fuentes apuntan que los canes estaban notablemente delgados y podrían presentar signos de desnutrición, pero carecían de problemas de salud que justificasen su muerte.

El abandono de animales y de sus cadáveres entraña un riesgo sanitario para la sanidad animal, para la salud pública y para el medio ambiente, puesto que contaminan. Por ello, hay que proceder a su incineración.