Un futuro prometedor para Quiroga Ballesteros

Luis Latorre, presidente de Lugo Monumental

LUGO

24 jun 2021 . Actualizado a las 13:48 h.

La peatonalización de la calle Quiroga Ballesteros es algo magnífico para el casco histórico. Todo cuanto se gane en espacio para el peatón es bienvenido, y más cuando se trata de zonas tan útiles y transitables como ésta, que está llamada a convertirse, sin duda alguna, en una de las más importantes áreas comerciales del recinto amurallado. Hay que felicitar al gobierno de Lara Méndez por esta iniciativa, que transforma una calle gris, oscura y triste en un lugar luminoso, accesible y que se llenará de vida.

Lamentablemente, y sin entrar en cuestiones de estética que siempre son subjetivas, sí es cierto que se ha perdido una ocasión de huir de las “plazas duras” tan poco acogedoras y que por desgracia son la norma en Lugo. Es llamativo que un ayuntamiento que presume de ecológico haya reducido las zonas verdes a unas minúsculas tiras que, además, están situadas en el peor lugar posible, ya que en los habituales días de lluvia de Lugo impiden a los viandantes caminar bajo el voladizo de la Plaza de Abastos.

También es peculiar que, de nuevo, se incumpla el PEPRI, esa normativa con la que atizan a los pequeños comerciantes pero que ignoran cuando se trata de grandes empresas o, sencillamente, no les viene bien. Recordemos que dejó fuera de ordenación el cableado aéreo el siglo pasado y que manda soterrarlos aprovechando las obras, algo que como es notorio no se ha hecho. Tampoco se ha llevado a cabo, a pesar de que se informó de lo contrario, el obligado túnel de servicios que impediría que una calle recién terminada esté salpicada con nada menos que 140 tapas de registros de diverso pelaje y que, si algún día se quieren retirar los cables, seguramente habrá que volver a levantar aunque sea parcialmente.

La ejecución de la obra tampoco estuvo exenta de polémica. Cerraron el paso arbitrariamente, alegando razones de seguridad que se ignoraron cuando se llegó al siguiente tramo de la obra. En la parte de Santo Domingo “era obligatorio” un paso vallado, pero, milagrosamente, los transeúntes podían andar entre las máquinas cuando se intervino en la parte opuesta.

Los demás inconvenientes aparejados a la peatonalización son más o menos subsanables. El servicio a domicilio que ofrecen los industriales de la plaza de abastos y el mercado corrigen, por ejemplo, el problema de los clientes que no pueden cargar con sus pesadas compras, y recuerden que el aparcamiento de Santo Domingo tiene una conexión directa con la Plaza, lo que también ayuda.

Todo cambio necesita siempre un periodo de adaptación, y a pesar de los errores cometidos tenemos que ver esto como una mejora en el casco histórico que confiemos que repercuta en un futuro prometedor para la zona.