Solo algunos particulares encendieron fuegos en los concellos limítrofes
23 jun 2021 . Actualizado a las 23:41 h.Tras recorrer algunas de las principales carreteras secundarias que conectan Lugo con Terra Chá el titular es claro y convincente. Una noche de San Juan sin hogueras, con una luna llena preciosa y un cielo que adquirió con la llegada de la noche unas tonalidades dignas de fotografiar. Sin embargo, las aldeas ofrecían una panorámica distinta a la que se vivía en la provincia antes de que llegase la pandemia de coronavirus. Eran pocos los fuegos que sobrevivían al frío que se despertó nada más caer el sol y las que lo hacían eran minúsculas en comparación con lo que en tiempos fue la noche de San Juan.
Una de las zonas con más tradición de cacharelas es A Piringalla. Aunque no hubo fuego por el decreto de la Xunta, en una de las explanadas se podía observar la intención que tenían algunos de prender la llama por San Juan. Sin embargo, el montículo de palés de madera y enseres se quedó en un intento y pasadas las nueve de la noche, la zona era un desierto en la que solo quedaban perros paseando con sus dueños y unos pedazos de madera que recordaron lo atípica que resultaba la fiesta un año más.
Parecía que el panorama de San Juan cambiaría al salir del ayuntamiento de Lugo, pero eran pocas las casas que se animaban a encender hoguera y apenas había pequeños fuegos. Los que se divisaban desde el asfalto tampoco fueron motivo de celebración. Eran tan solo la vía para desechar viejos muebles y trastos que debían pasar a la historia. Por segundo año consecutivo, los lucenses se quedaron sin su noche de San Juan.