Una usuaria mayor de Cáritas: «Sobreviví gracias a las llamadas de las voluntarias preocupándose por mí»

Uxía Carrera Fernández
U. CARRERA LUGO / LA VOZ

LUGO

El ropero de Lugo atendió a 1.023 personas de la ciudad durante el año pasado
El ropero de Lugo atendió a 1.023 personas de la ciudad durante el año pasado ALBERTO LÓPEZ

El 2020 condenó a más de 4.000 lucenses a una situación de exclusión y más de 19.000 solicitaron ayuda a la ONG de Lugo

22 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Las entidades sociales trabajaron el año pasado como nunca antes. La pandemia destrozó la situación de muchos lucenses y empeoró la de aquellos que ya estaban en riesgo de exclusión. Lo demuestran las cifras de la memoria realizada por Cáritas de Lugo. Esta ONG atendió en el 2020 a 6.260 personas directamente. En total, recibieron casi 19.000 solicitudes de ayuda.

La mayor parte de los esfuerzos tuvieron que dirigirse a los lucenses en situación de marginación y exclusión. El programa de apoyo y asistencia atendió a 4.259 personas, una tercera parte de ellas, niños. La mitad de los asistidos eran de nacionalidad española y las demandas se centraron en alimentación, vivienda o salud. Cáritas les ofrece ayudas y asesoramiento jurídico. La pandemia también afectó a los más mayores asilándolos de su familia o de la rutina, por ser personas de riesgo. Un total de 120 mayores tuvieron visitas a domicilio, acompañamiento telefónico y cobertura de necesidades básicas.

Atención a mujeres

Las mujeres víctimas de violencia de género, trata o explotación a las que se le dio un espacio de acogida sumaron 332 en toda la comunidad.

El testimonio de una usuaria: «Sobreviví gracias a las llamadas de las voluntarias preocupándose por mí»

Miriam Díaz no es la socia de Cáritas más veterana, pero para ella ya es su familia. Esta retornada cubana de 75 años que vive sola en la ciudad de Lugo se adhirió el año pasado al programa para mayores de la ONG. «El covid lo complicó todo y pasé de acudir a la iglesia a tener que pedir allí ayuda», explica. Díaz no recibe ninguna paga ni ayuda, por lo que las facturas de electricidad, alquiler y los gastos de alimentación se empezaron a acumular sin poder ser subsanadas. «A pesar de que Cáritas no solo está para ser apoyo económico, me ayudaron muchos meses con el alquiler, junto a la asistenta social; a la vez que me daban alimentos», cuenta Díaz. Aunque para ella el sustento económico no es lo más importante: «El último año pude sobrevivir gracias a las llamadas de las chicas de Cáritas preocupándose por mí y hablando conmigo».

Miriam Díaz tiene a su familia lejos y a sus 75 años no puede tener la vida social que desea, pero las voluntarias de la ONG le hicieron compañía durante un año solitario en el que se notó más que nunca «el abandono de los mayores», opina. Gracias a los «ángeles caídos del cielo» que trabajan en Cáritas, Díaz pudo tener sus medicamentos, comida y alguien en quien apoyarse: «Se fijan en los detalles más importantes: desde hacer gimnasia para revertir los efectos físicos de estar tanto en casa por el covid a recibir una comida especial por Nochebuena. Están en todo».