Así se tira un edificio como O Garañón

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo LUGO / LA VOZ

LUGO

Una de las grúas de J. Carreira durante la demolición de un edificio
Una de las grúas de J. Carreira durante la demolición de un edificio cedida

Los especialistas dicen que con máquinas de demolición y un tren de machaqueo se puede derribar el edificio en seis meses por un millón

18 jun 2021 . Actualizado a las 12:29 h.

A lo largo del 2022, 15 años después de que comenzase a construirse, está previsto que el Concello de Lugo le meta la piqueta al Garañón. Derribar la enorme mole de hormigón que ensombrece las Costas do Parque de Rosalía es una tarea compleja que sin embargo no asusta a los especialistas del sector. Máquinas específicas de demolición, seis meses de plazo y alrededor de un millón de euros, y del edificio solo quedará el recuerdo.

«Unha demolición como a do Garañón pode ser semellante á que fixemos no hospital de Vigo», explica José Manuel Carreira, de J. Carreira, «aquela fixémola con dúas máquinas específicas para demolición de brazo longo. Consiste en que unha máquina apoia á outra, é como se unha fixera de man e suxeitase un anaco de edificio, e a outra o cortase», aclara. La empresa lucense es toda una especialista en trabajos de este tipo y opera por toda España. Ellos fueron los que se encargaron de demoler el viejo edificio de la Residencia, y ahora se encuentran en Tarragona desmontando unas gigantescas naves industriales de 30 metros de alto.

«Nun edificio como o do Garañón é imposible usar explosivos, e menos nunha zona protexida. Con máquinas de demolición faise rápido e ben», asegura José Manuel. Convertir en cenizas el Garañón podría llevar, con ese método, unos seis meses, estima, y en cuanto a la inversión, calcula que el millón de euros que consignará el Concello para el trabajo se ajusta bastante a lo que puede suponer una operación de esta envergadura.

Pero, ¿cómo es todo el procedimiento? Según Carreira, sencillo, pero laborioso. Las máquinas van cortando el edificio y bajando ya al suelo el escombro. A pie de obra se sitúan unos equipos especiales (plantas de trituración y reciclaje móvil) que convierten los restos en materiales a los que se da una segunda vida. Y todo, sin salir de la parcela.

Allí comienza la segunda fase con unos martillos triturando el escombro. Luego, un imán separa los restos de hierro de los demás materiales, y más tarde esto pasa por un soplador que emite aire continuo y cuyo objetivo es separar los materiales más ligeros, de los más pesados. Así, paso a paso hasta que el hormigón acaba en un colector, los metales en otro, etcétera... Luego se transporta todo al lugar de destino.

«Estas son as chamadas demolicións selectivas, que son as que se están facendo hoxe en día en todos os edificios. Primeiro, porque o establece a normativa vixente; segundo, porque se ti chegas a un vertedoiro con todo mesturado, cóbranche 50 euros por metro cúbico; e terceiro, porque todo o formigón dese edificio pode volver a utilizarse», argumenta Carreira.

Porque este tipo de trabajos cierran de algún modo el círculo. Toman todo el material y le dan una segunda existencia. «Por exemplo, o formigón pode usarse para subbases dunha estrada, dun aparcadoiro ou dunha nave. Ou mesmo para pistas. Se se fai ben todo o proceso, o formigón pode quedar como un polvo moi, moi fino que ao mollarse con auga fai como se fora un cemento», abunda el especialista. De hecho, para quien la necesite, esta zahorra reciclada, dice Carreira, es todavía mejor que la natural. «O fundamental é facer de principio a fin un proceso de seleccionado moi bo».

 Así, paso a paso, es como se borran del mapa grandes edificaciones como O Garañón. Con maquinaria muy específica y de gran envergadura, un equipo de trabajo especializado que puede rondar las 20 personas, y medio año por delante.