Ángeles

Emilio R.Pérez DESDE EL ALTO

LUGO

20 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde el alto pilla cerca el cielo. Será por eso que los ángeles custodios proliferan y, al igual que en la película de Capra, Qué bello es vivir, se pasean tan campantes por ahí fuera e incluso llaman a tu puerta.

El otro día sonó el timbre de la mía. Era un joven de Cruz Roja con su típico chaleco. Me preguntó que cómo estaba, que cómo iba llevando todo esto; y en tanto hablaba, su sonrisa equivalente a palmo y medio sobresalía a ambos lados de la mascarilla. Y me quedé muy bien cuando cerré la puerta, me sentí eufórico por dentro.

Las visitas de este tipo se agradecen; pero esa simpatía, esa amable cercanía no son nuevas para mí. Hay un alma cerca que se ocupa. Un encanto. Su corazón es algo así como una cálida sonrisa equivalente a palmo y medio; y eso me hace sospechar que más que un ser de carne y hueso bien pudiera ser quizá una de ellos: un corazón así no lo soporta un pecho. Alguna tarde suena el móvil y al oír su voz me vengo arriba. Mantenemos una charla deliciosa que me abstrae y me libera de esa lánguida tertulia que mantengo con mi sombra; y cuando cuelgo, me siento eufórico por dentro.

Expresarse de palabra no es sencillo cuando tratas de explicar lo que no captan los sentidos; por eso, sin decir ni pío, puse un poco de mi parte regalándole unas flores. Y aunque ramos a montones no darán para llenar un corazón tan tierno, el aroma de una sola, espero, sí dará para expresar lo que uno vive y no le sale con palabras: sentimiento.

Cuando cierra alguna noche sus persianas me saluda, y yo duermo como un tronco pues me siento eufórico por dentro. Aquí en el alto pasa eso. Será que pilla cerca el cielo. Será por eso.