El empresario lucense que pasó de llenar sus locales con miles de invitados a sobrevivir con treinta

U.C. LUGO / LA VOZ

LUGO

Foto de archivo de Ramiro López en La Casa Grande da Fervenza, en O Corgo
Foto de archivo de Ramiro López en La Casa Grande da Fervenza, en O Corgo Alberto Vazquez

Ramiro López, al frente de La Palloza, habla de su situación límite, pero asume que no pierde la esperanza

04 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Para algunos sectores la recuperación de la pandemia es mucho más lenta o todavía no ha llegado. En el mundo de la restauración, el ocio nocturno y los organizadores de eventos aún no ven la luz al final del túnel. Ni siquiera se libran los históricos, como cuenta Ramiro López, de La Palloza. El empresario no quiere tirar la toalla pero se encuentra en una situación límite: «Esto é un sen vivir», resume.

Sus negocios actualmente están dirigidos a la hostelería para adaptarse a las restricciones, pero su punto fuerte siempre serán los grandes eventos, que todavía no le aportan rentabilidad.Tras un año de crisis, pasando por varias fases y «moitas medidas», López centraba su optimismo en que este 2021 «non sexa peor que o ano anterior», pero ahora ve cómo su sector está abocado y va «costa abaixo sen freos». «A estas alturas, se me preguntan se prefiro morrer polo bicho ou de fame, digo ao bicho. Sería un hospital e coidado polo persoal sanitario, pero morrer de fame é morrer sen dignidade», sentencia. El derrotismo del histórico empresario es fruto de encadenar meses y meses facturando, como mucho, un 20% de lo que serían sus ingresos.

Llenaba sus fincas con miles de personas, pero el verano pasado reabrió por primera vez con un aforo mucho más limitado, «que agora sona a loucura». La primera boda celebrada fue el 4 de julio, recuerda López, con un máximo de 150 personas dentro y 250 fuera. «Na primeira volta das medidas meteron mesas de 25 persoas, pero en agosto cambiárono a un máximo de 10. Iso xa tiña máis lóxica», cuenta. Además, se adelantó la hora de cierre de las dos a la una. «Todo saíu perfecto», resume el empresario. López relata que, si el servicio estaba un poco encima de los clientes, las medidas se cumplían a la perfección. Además, destaca que las restricciones han estado centradas en todo momento en la restauración, «a pesar de que os contaxios vinculados a este sector non sexan nin do tres por cento». Después de la remontada de verano, la actividad volvió a bajar con las olas de coronavirus. Desde entonces, los negocios dedicados a las grandes citas no han tenido una suavización de las medidas, pero sí que hacer frente a los mismos gastos.

«Na hostalería o custe da luz é alto porque precisas unha potencia moi alta. Os mínimos do aire acondicionado, dos conxeladores e dalgunha maquinaria hai que seguila pagando incluso se os establecementos están pechados», recalca. Mientras tanto, actualmente el aforo de los eventos es de 30 personas en el interior y 50 en el exterior con una capacidad de 30 mesas. Para este verano, sus fincas ya tienen reservas e incluso para el año que viene de los que prefieren esperar para celebrar un evento en condiciones de «vieja normalidad». Aun así, el empresario no se atreve a determinar si se podrán realizar como están planeadas. De toda la plantilla de los locales de López solo ha vuelto un 30 o 40 %. «Hai aínda bastante xente en ERTE, pero e que é imposible recuperalos con este nivel de traballo», explica.

50 años trabajando, ni una baja

La situación límite en la que se encuentra el gerente de La Palloza no tiene trayectoria que la salve: «nós non somos nin mellores nin peores por levar máis anos, toda a restauración está no mesmo barco». A sus 66 años se define como «xubilado activo» y tras 52 trabajando no recuerda una situación semejante a la actual. Defiende que «como non lle metan un xiro de 360 grados a isto, ímonos fóra». Para López, ahora mismo todo depende de lo que pase después del nueve de mayo, con el fin del estado de alarma, y del proceso de vacunación. «Eu quero seguir con isto, polos meus fillos, os meus empregados e os clientes. Loitarei ata gastar o último cartucho. Teño esperanza en que cambie, pero non se pode seguir así», concluye.