El viaje de Santiago de Compostela a Ribadeo se hizo en coche, con el presidente al volante. Hubo una parada en Guitiriz para comprar una torta de maíz y un pequeño desvío en la costa, ya que el político y su esposa, Pilar Ibáñez-Martín, comieron en un restaurante de las afueras de Foz. El programa del fin de semana tuvo la ría de Ribadeo como elemento destacado, algo muy habitual en las estancias vacacionales de Calvo Sotelo a lo largo de décadas. El sábado subió al monte de Santa Cruz, que ofrece unas amplias vistas del estuario del Eo y del occidente asturiano. El domingo oyó misa en la capilla de San Miguel, situada en la orilla gallega de la desembocadura y cerca de su casa, y cruzó en lancha a Figueras (Castropol) para comer. Luego paseó con su esposa por el muelle, volvió a Ribadeo y cogió el coche para tomar en Lavacolla el avión de regreso a Madrid. De nuevo paró en Guitiriz para comprar una torta. Vino a descansar, si bien se reunió con la corporación de Ribadeo, que le expuso necesidades del municipio.
Aunque nacido en Madrid, sus raíces ribadenses y gallegas eran firmes. Su abuelo paterno, Pedro Calvo Camina, fue juez en Castropol, y su abuela materna, Elisa Sotelo, nació en Viveiro y vivió en Ribadeo. Su abuelo materno, Ramón Bustelo, fue diputado por Ribadeo en la primeras décadas del siglo pasado, y en esa villa vivió con su esposa, Rosario Vázquez, nacida en Monterroso. Calvo-Sotelo vivió en Ribadeo en su niñez, está enterrado en la localidad y Juan Carlos I le concedió el título de marqués de la ría de Ribadeo. Sus viajes a Ribadeo se mantuvieron siendo presidente y tras dejar la política.