Maite Novo Aramburu es Soldado en el CMT de Parga y explica que ha trabajado en condiciones extremas, con riesgos impredecibles
07 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Maite Novo Aramburu es Soldado en el CMT de Parga. Con vocación, esfuerzo y empatía lidera un trabajo que requiere de mucho esfuerzo físico, pero también de preparación psicológica .
—¿Cuál es su puesto de trabajo y cuáles son sus funciones?
—Soy Soldado de Infantería Ligera, estoy destinada en el CMT de Parga y en la actualidad mi puesto está encuadrado en el Equipo de Seguridad y Mantenimiento de Monte. La principal función consiste en la vigilancia y control de instalaciones, así como la conservación del medio ambiente y limpieza del monte. Todo ello tiene como misión que las unidades que acudan a realizar sus ejercicios puedan hacerlo en unas condiciones óptimas.
—¿Desempeña una mujer en el Ejército los mismos puestos que un hombre?
—Claro que desempeñamos las mismas funciones y optamos a los mismos puestos que nuestros compañeros. El mando trata de colocar al personal más adecuado en los puestos donde se pueda aportar el mayor rendimiento Un ejemplo de igualdad a la hora de ocupar los mismos puestos es del nombramiento de la primera mujer General en el año 2019, la General de Brigada Ortega.
—¿Influye la forma física?
—En cuanto a la forma física, todo se consigue con el afán de superación y la preparación. Al fin y al cabo tenemos que estar igual de preparadas que ellos a la hora de desempeñar nuestro trabajo, en cualquier momento y bajo escenarios distintos.
—¿Cuándo sintió la vocación o decidió incorporarse a las Fuerzas Armadas y por qué?
—Siendo pequeña me impactó mucho el ver una guerra televisada, la guerra de los Balcanes. El ver a los cascos azules españoles en la zona, cómo garantizaban la llegada de ayuda humanitaria y sobre todo el ver la protección que ejercían sobre la población civil me cautivó. La ayuda a hombres, mujeres y niños en cualquier conflicto es vital pues al final ellos son los principales perjudicados. Toda esa información generó en mi gran curiosidad, que con el paso de los años me impulsó a ingresar el las Fuerzas Armadas. Entendí que no era un trabajo cualquiera y que, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, el garantizar la seguridad y brindar ayuda era lo más importante.
—¿Su puesto de trabajo le permite conciliar con su papel de madre?
— Las Fuerzas Armadas proporcionan tanto a hombres como mujeres herramientas como la conciliación para sobrellevar en mi caso el papel de madre. Particularmente se me han brindado facilidades por parte de los mandos a la hora de compatibilizar los servicios.
—¿Recomendaría el Ejército a una mujer que se sienta atraída por la vida castrense?
—No solo se lo recomendaría, le animaría a que se informase sobre las distintas formas de acceso y de las herramientas de que dispone para elegir la especialidad que le gustaría desempeñar en las Fuerzas Armadas. En la Subdelegación de Defensa en Lugo o en la página de Defensa en Internet pueden encontrar toda la información que necesiten.
—Cuéntenos algunas cosas que hizo usted o que hace en el Ejército que la gente no suele conocer.
— La participación en ejercicios con compañeros en condiciones extremas tales como aperturas de brechas en campos de minas simulados. También la preparación de un ejercicio de combate en población, en la que hay que asumir un riesgo impredecible tanto por el entorno como por la variantes que el ejercicio requiere. En la actualidad el trabajo que desempeño con mis compañeros es de Apoyo a la Preparación en el CMT Parga, es menos visible pero no por ello menos importante.
—¿Cuál o cuáles han sido las misiones que más le han gustado como Soldado?
— El trabajo en equipo. No creo que tenga una actividad en concreto, de todas se adquiere un aprendizaje para desempeñar un trabajo. Cualquier función que se me haya encomendado como gestionar los campos para la realización de ejercicios de tiro, los actos divulgativos en los colegios o el puesto que vuelvo a ocupar en la actualidad me gustan. De todos siempre se saca algo y sería difícil elegir. Particularmente, los trabajos operativos son los más atractivos.
«Somos un 13 % dentro de la institución, nosotras entramos a partir de 1988»
—Ha participado en varios actos divulgativos sobre el Ejército. ¿Cómo recuerda su paso por los colegios?
— Fue una experiencia muy gratificante. Tengo que agradecer al oportunidad que me ofrecieron los que en ese momento eran mis superiores en la Subdelegación de Defensa en Lugo. Tuve la oportunidad de explicar qué son las Fuerzas Armadas, qué funciones desempeñamos y lo más importante de todo fue aclarar dudas y dejar que participaran abiertamente. Traté de acercarles una institución que para ellos era un poco desconocida.
—¿Qué porcentaje de mujeres tiene el Ejército de Tierra?
—En este momento rondaremos cerca de 13%. Parece una cifra pequeña, pero la incorporación de la mujer en el Ejército fue en el año 1988. Hubo cambios y adaptaciones que aun hoy en día se siguen produciendo y ayudan a que este proceso vaya avanzando de forma progresiva.
—¿A qué edad tiene que jubilarse del Ejército? ¿Qué hará en ese momento?
—En realidad no me jubilo, a los 45 años pasamos a ser Reservistas de Especial Disponibilidad hasta la edad de jubilación. Durante este período se nos asigna una pensión que nos ayuda económicamente a compatibilizar la inserción en la vida laboral fuera ya del Ejército.
— ¿Cuántos kilómetros puede marchar en un solo día?
—Hay distintos tipos de marchas y cada una tiene diferentes distancias y requiere de equipos distintos. Podemos hablar de marchas de endurecimiento, de aproximación o incluso de unidad. Se puede pasar de los 10 kilómetros en un tiempo de 90 minutos hasta los 100, todo esto con un equipo que va desde una mochila básica individual a otra que lleva un equipo completo y que ronda los 32 kilos.