La pandemia amenaza con el fin del tradicional «E para comer, Lugo»

André Siso Zapata
ANDRÉ S. ZAPATA LUGO / LA VOZ

LUGO

Manuel López y Celia Veiga, los dueños del histórico restaurante A Nosa Terra, en Lugo
Manuel López y Celia Veiga, los dueños del histórico restaurante A Nosa Terra, en Lugo Óscar Cela

Locales «de toda la vida» podrían echar el cierre por la falta de ingresos

21 feb 2021 . Actualizado a las 22:03 h.

Hace varias décadas, la hostelería de la ciudad amurallada decidió buscar una forma de dar un salto de calidad y popularizar la gastronomía de la provincia lucense. Fue entonces cuando nació el histórico eslogan «E para comer, Lugo». Desde entonces, el turismo cambió para siempre y se alcanzaron unos niveles de visitantes nunca antes vistos. Ahora, la pandemia que ha asolado al mundo durante el último año amenaza con el cierre de varios de los locales más tradicionales del mítico «E para comer, Lugo». 

Posible adiós de un histórico

 Uno de los casos más sangrantes podría ser el del restaurante A Nosa Terra, uno de los más históricos de la ciudad lucense. Tras 48 años abierto, Manuel López y Celia Veiga, los dueños, todavía no saben si podrán volver a abrir. «Eu xa levo retirado dous anos, pero á miña muller aínda lle faltan catro. Levamos pechando e abrindo desde marzo e aínda non sabemos cando poderemos volver completamente. A situación é limite», explica López. Tras contagiarse del covid-19 su cocinero el pasado agosto, ya no pudieron volver a subir la persiana. Manuel afirma que solo volverían al negocio si tuviesen «garantías» de que tendrán un alto nivel de clientela. Otra opción sería alquilarlo, pero se muestra reticente: «Só o faría se sei que o que ven detrás vai facer negocio, non vir por vir». Según sus cálculos, habrá perdido más de 50.000 euros este año de pandemia.

Tan tradicional es su local, que asegura que le llaman «catro ou cinco veces tódolos días» para preguntarle si sigue abierto. El cariño recibido le abruma: «Chámame xente que hai anos que non vén. Incluso desde Inglaterra, Italia ou Francia. Un día un amigo inglés púxoseme a chorar por teléfono porque pensaba que todos os recordos que tiña no noso restaurante íanse perder se pechábamos. Estou moi agradecido, é un orgullo indescriptible que se acorden dun despois de tanto tempo». 

Toni Portela, la peor suerte

 Una historia de pésima fortuna es la de Toni Portela, un hostelero lucense que se aventuró a comprar un local en noviembre del 2019. El antiguo Verruga, otro habitual de Lugo, pasaba a sus manos. Entonces, empezó unas ambiciosas obras de reforma, que calculaba terminar justo antes de la Semana Santa del año 2020. «Cuando quedaban unas semanas para terminar, llegó la pandemia. Con el local casi renovado y recién comprado, llevo desde que lo cogí sin poder abrir».

Según él, los negocios que no han tenido actividad son «los grandes olvidados» de la pandemia. Dice haber echado de menos ayuda institucional. Su idea era abrir un restaurante de comidas, al estilo del «E para comer, Lugo», pero su plan se truncó muy pronto. Desde entonces no han podido abrir, y sus previsiones no son optimistas para antes de la Semana Santa de este año, doce meses después. «Habré perdido casi 15.000 euros desde que entré en el negocio», cuenta.

Ramiro López en la Casa Grande da Fervenza en el 2019
Ramiro López en la Casa Grande da Fervenza en el 2019 OSCAR CELA

Ramiro López:  «Nos cerraron seis meses, y los otros seis fueron a medias. Así no se puede»

Los restaurantes de Lugo están en una situación crítica. Una de las personas que más sabe de este sector es, sin duda, Ramiro López, hostelero lucense, y dueño de casi una decena de establecimientos en la provincia. Con negocios en Lugo, O Corgo o Castro de Rei, se muestra pesimista con respecto al futuro de la hostelería lucense.

—¿Cómo de tocado queda el «E para comer, Lugo» del que tanto presumía la ciudad?

—Es una situación crítica. Personalmente yo creo que acabaré volviendo a abrir mis negocios, porque tengo un colchón y me lo puedo permitir, pero hay gente que no podrá recuperarse de esto. Aún así, yo ni siquiera he abierto con las restricciones para hacer comidas para llevar, porque no compensa. Y como yo, piensa mucha gente. Las pérdidas son de decenas de miles de euros en muchos casos.

—¿Cómo se ha llegado a este momento tan delicado?

—Creo que la gestión política no ha sido la mejor. Se ha perjudicado a la hostelería sin pruebas de que sea un foco de contagios. Y es que esto no nos afecta solo a nosotros. Los proveedores, los ganaderos... Muchos están arruinados. Nos han tenido seis meses en total cerrados, y los otros seis meses han sido con restricciones durísimas.