Anualmente supone unos 150.000 euros. Por ejemplo, los gastos ordinarios de calefacción, luz y agua rondan los 33.000 euros

lorena garcía calvo
lorena.garcia@lavoz.es

Visitar la Catedral de Lugo es un regalo para los sentidos. Cada metro cuadrado de superficie rezuma historia y espiritualidad, y su reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad atestigua que se trata de un bien único. Pero, ¿cuánto cuesta mantener un templo con 800 años de existencia y arte en cada piedra y en cada repisa? La respuesta, a grosso modo, la tiene César Carnero, fabriquero de la Catedral lucense y un auténtico defensor del histórico edificio: unos 150.000 euros al año.

«Esta é unha catedral mediana que necesita uns 150.000 euros anuais, unha cifra que se pode considerar razoable para un ben que é Patrimonio da Humanidade», explica Carnero, que subraya que la clave para conservar y mantener en buen estado un edificio de este tipo está en el mantenimiento diario. Sin mimos y cuidados constantes, el inmueble podría sufrir deterioros difíciles de revertir y que, además, serían más costosos.

Dentro de esa partida de 150.000 euros no entrarían los grandes trabajos de rehabilitación y restauración que cada cierto tiempo requieren distintas partes del templo, como puede ser el claustro, en el que se efectuará una actuación importante próximamente, y que correrá a cargo de la Xunta. Sí se incluye en esa estimación de gastos las pequeñas intervenciones, como pueden ser trabajos de electricidad, carpintería, etc...

Una gran turbina es la que atrae el aire que luego se calienta en la caldera. César Carnero es el fabriquero de la Catedral de Lugo
Una gran turbina es la que atrae el aire que luego se calienta en la caldera. César Carnero es el fabriquero de la Catedral de Lugo ALBERTO LÓPEZ

Los gastos ordinarios de la Catedral lucense se llevan un buen pico del total del mantenimiento, y dentro de estos la partida más importante es la destinada a calefacción. Anualmente la factura de gasoil puede rondar los 20.000 euros, teniendo en cuenta que templar un espacio de estas dimensiones es complejo. El sistema que utilizan es el siguiente: una gran turbina situada en las entrañas del templo capta el aire de la nave central y lo deriva hacia la caldera; en ella se calienta y gracias a la propia turbina y a pequeños ventiladores se distribuye por los túneles soterrados a lo largo de todo el edificio. Estos túneles tienen rejillas cada pocos metros por las que el aire caliente sale a las naves, de manera que se templa el ambiente, pero sin resecarlo en exceso, algo que sería perjudicial para el patrimonio artístico que se conserva en el interior. 

La energía eléctrica

Hace tres años una empresa realizó un estudio para comprobar si habría algún sistema más funcional para calefactar el edificio, pero llegó a la conclusión de que el actual, que podría rondar los 70 años, era el más adecuado. Sí se podría cambiar la caldera por una versión más sostenible, pero requeriría una inversión importante. La actual funciona con gasoil y tomó el relevo de la original, que se alimentaba de fueloil y en su época producía ingentes cantidades de humo que posiblemente también acabaron generando la pátina oscura que acompañaba a algunas obras artísticas del edificio, hoy ya recuperadas.

Además de consumir combustible, la calefacción, al usar la turbina, también necesita electricidad. La media mensual que la Catedral destina a cubrir la factura de la luz puede rondar los 1.000 euros, es decir, unos 12.000 cada año. A esto hay que añadir unos 100 euros mensuales del recibo del agua.

Este capítulo presenta también alguna curiosidad. En la actualidad, solo hay instalación de agua en al sacristía, un edificio diseñado en su momento por Domingo de Andrade y que también necesitaría una reforma importante. Hace unas semanas se produjo un reventón que obligó a hacer una instalación provisional de cobre, pero en un futuro no muy lejano, la intención es poder rehabilitar como se merece toda la sacristía para poner en valor ese espacio de la Catedral, a la que no llega el agua caliente.

La calefeacción de la catedral funciona con aire calentado que se distribuye a través de rejillas en todo el templo
La calefeacción de la catedral funciona con aire calentado que se distribuye a través de rejillas en todo el templo ALBERTO LÓPEZ

La parte más tecnológica

La Catedral de Lugo, románica, comenzó a levantarse allá por el siglo XII y a lo largo de los últimos 800 años ha ido «adaptándose» a las distintas épocas, por eso en el interior del edificio también se han aprovechado avances tecnológicos destinados, por ejemplo, a la seguridad del edificio. Para ello, echan mano de cámaras de videovigilancia y otros dispositivos, necesitando por lo tanto estar conectados a una central de alarmas y disponer de fibra óptica. Así, cada mes destinan unos 250 euros a abonar la conexión a Internet, y anualmente unos 800 al servicio de seguridad.

Cuatro trabajadores

Explica César Carnero que hay catedrales en las que el equipo de mantenimiento puede superar incluso la decena de personas. En la de Lugo se queda en cuatro. Además del propio fabriquero del templo, que no duda en remangarse para realizar la tarea que sea, desde limpiar canalones a aspirar el polvo en las obras de arte, está la sacristana, que también colabora en el mantenimiento del edificio, y dos personas contratadas. Una que acostumbra a hacer las labores de mantenimiento más en alturas, y otra que trabaja sobre todo en el interior del templo. En total, son tres salarios que entran dentro de ese cómputo global de 150.000 euros.

Los donativos de los fieles sustentan la conservación del templo

Cubrir los 150.000 euros que requiere el mantenimiento anual de la Catedral de Lugo no es sencillo en estos tiempos. Hasta no hace mucho, entre las aportaciones de los fieles y los ahorrillos que tenía la propia Catedral, salían más o menos las cuentas. Con vistas a tener mayor solvencia, hace algo más de un año incorporaron a una empresa para gestionar turísticamente la visita al templo, pero el coronavirus también ha interferido.

Desde marzo los ingresos de la compañía turística cayeron en picado, y el cierre perimetral puso la puntilla. Los trabajadores han tenido que irse a un ERTE y desde principios de mes ya no hay visitas al templo.

A mayores, las donaciones también han caído a causa del coronavirus, por lo que cubrir el presupuesto será más difícil este año.

El museo de la Catedral de Lugo
El museo de la Catedral de Lugo ALBERTO LÓPEZ

El santuario de O Corpiño financia la restauración de un retablo del templo lucense

El mantenimiento corriente de la Catedral de Lugo se financia, básicamente, gracias a las donaciones de los fieles, pero las restauraciones importantes son otro cantar. Las administraciones se encargan de muchas de ellas, pero de vez en cuando aparece algún organismo que echa una mano. Es el caso de la restauración del retablo del Buen Jesús, situado frente a la entrada principal, una obra de finales del siglo XVIII en la que se ha hecho un trabajo de retirada de repintados, consolidación de la policromía e reintegración cromática que ha corrido a cargo del santuario de O Corpiño. Este, que pertenece a la diócesis lucense, consciente de que los recursos que genera en estos momentos la Catedral no llegan para atender todos los gastos, decidió correr con la restauración.

«É un xesto realmente bonito pola súa parte, algo que agradecemos», explica César Carnero, muy agradecido hacia el santuario lalinense. Pero la generosidad también llega en ocasiones por parte de los fieles, y recuerda el fabriquero que también fue una persona anónima, un mecenas del siglo XXI, el que financió la restauración del retablo de San Antonio. «Son xestos que agradecemos de verdade».