El dinamismo del barrio se desvaneció

Laura López LUGO / LA VOZ

LUGO

ALBERTO LÓPEZ

Las restricciones, el temor y la lluvia dejaron vacíos parques, negocios y calles en A Milagrosa

30 ago 2020 . Actualizado a las 13:03 h.

El barrio de A Milagrosa amaneció ayer bajo la sombra de las nubes que dejaron caer más de un chaparrón y de las restricciones dictadas por la Consellería de Sanidade para tratar de frenar el avance del covid-19. La zona, una de las más dinámicas de la ciudad, mostraba ayer una estampa bastante diferente: negocios cerrados, vacíos o con muy poca clientela, terrazas sin consumidores, parques y calles con poca afluencia de gente. En el ánimo del vecindario convivían el estupor, con el temor e incluso con el enfado ante las nuevas medidas sanitarias.

ALBERTO LÓPEZ

En uno de los negocios de pastelería y panadería del barrio, que dispone también de servicio de cafetería, no ocultaban ayer su malestar por la nueva normativa. Echar un vistazo a sus instalaciones bastaba para darse cuenta del motivo: un solo cliente para comprar el pan. La lluvia espantó a las escasas personas que estaban dispuestas a tomar algo en alguna de las numerosas mesas de terraza. «Un día normal pasan por aquí más de 300 personas, y mira cómo está ahora. Esta mañana llegaba gente mayor que no se había enterado de las nuevas normas, y al decirles que tenían que tomar el café en la terraza, se iban», explicaba una trabajadora. ¿Miedo? «Yo creo que la gente está más rebotada que asustada», afirmaba.

«Volvemos a empezar», se lamentaba ayer un vecino del barrio, Jesús Villamor, que considera que las medidas deberían aplicarse por igual en toda la ciudad: «Sabía que había un brote por un local en Marina Española, pero también es cierto que en la calle Divina Pastora se veía a mucha gente sin mascarillas y en grupos grandes». En su opinión, también se tendrían que realizar más controles e imponer más multas a quienes incumplen estas normas.

Eso mismo opinaba otra vecina del barrio que salió a hacer unos recados: «Había que castigar máis a quen non cumpre, porque algúns son peores cás vacas cando se lles abre a porta da corte, saen sen control, e isto é unha cousa moi seria, estamos falando da nosa saúde e das nosas vidas».

ALBERTO LÓPEZ

«Este é un problema colectivo, non dun grupo»

El párroco de A Milagrosa, José Antonio Ferreiro, se mostraba ayer preocupado, tanto por la evolución de la situación sanitaria, como por el hecho de que las restricciones se apliquen con más dureza en el barrio de A Milagrosa: «Non se trata de cuestionar as medidas sanitarias, que se deben cumprir sempre para protexer a saúde, pero creo que sinalar zonas concretas ou barrios crea desconfianza entre os veciños, e iso penso que non vai levar a que os cidadáns sexan máis responsables, que entendo que sería a finalidade das medidas».

Considera que se está poniendo el foco sobre un barrio en concreto y sobre la comunidad inmigrante, cuando «este é un problema de toda a cidade, colectivo, non dun grupo, e parece que se transmite que o problema é dun grupo que non é o suficientemente responsable». Añade que le produce mucha pena que «se marque a unha zona, porque estas mensaxes calan, acaban influíndo na mentalidade dos cidadáns, asustan, crean confusión e poden estigmatizar un barrio», continúa.

La actividad de la parroquia se ha visto también afectada por estas restricciones, pues el aforo de las celebraciones de culto debe reducirse al 50%. En cuanto a la celebración de bodas, bautizos y comuniones, el párroco explica que las que había previstas para este fin de semana ya se habían suspendido con anterioridad al brote. En la iglesia aplican desde el inicio de la pandemia todo el protocolo de limpieza y desinfección porque «hai que ser responsables e tomar todas as medidas de precaución necesarias». Además, la distribución de los fieles en el templo, al que solo se puede acceder con mascarilla, se realiza respetando las distancias de seguridad. Para ello, han colocado señalización y cartelería, tanto en la entrada como en el interior de la iglesia, explicando las normas sanitarias.

Más usuarios en Cáritas

La otra cara oscura de la pandemia, además de los contagiados, son los efectos económicos y sociales, algo que en la parroquia de A Milagrosa conocen de primera mano. A Cáritas llegaron peticiones de ayuda de numerosos vecinos del barrio: «A crise cébase sempre máis cos inmigrantes e coas mulleres, pero neste caso afectou tamén a outras persoas que non son inmigrantes, porque este é un barrio obreiro».

Tanto es así que durante el confinamiento se sumaron 97 nuevas familias a las 150 que atiende habitualmente Cáritas de A Milagrosa. La situación ha mejorado, pero desde la parroquia continúan con varias iniciativas para favorecer la inserción laboral de los vecinos del barrio y mejorar su calidad de vida: campaña escolar, mesas solidarias los fines de semana (este quedaron suspendidas), elaboración y venta de mascarillas con fines solidarios, el programa «Apadriña unha familia», o «Sempre xuntos» (puesto en marcha desde la Diócesis, para ayudar a personas enfermas).