La lluvia daña el mercado semanal de Castro más que el coronavirus

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS CASTRO DE RIBEIRAS DE LEA

LUGO

Personal de una pulpería, trabajando este miércoles en la carballeira
Personal de una pulpería, trabajando este miércoles en la carballeira Carlos Castro

El mal tiempo restó animación a una jornada que se esperaba concurrida

13 ago 2020 . Actualizado a las 16:15 h.

Un miércoles de paraguas y de chubasqueros en Castro de Ribeiras de Lea. El mercado semanal se vio ayer por el empeoramiento del tiempo, que influyó en el descenso de la actividad y de la animación, según las impresiones facilitadas, más que los casos de coronavirus descubiertos en la localidad. Las perspectivas se encontraron con un tiempo poco veraniego en uno de los días del año, el miércoles siguiente a las fiestas de la villa, en los que se espera más afluencia de gente al mercado.

A primeras horas de la tarde, en la carballeira de Castro de Ribeiras de Lea las pulperías trabajaban lejos del ritmo habitual en verano. Mientras los primeros comensales se sentaban y se preparaban las raciones, en uno de los establecimientos se admitía que la animación estaba lejos de la habitual. El descenso de la temperatura y los chaparrones rebajaron las ganas de pulpo más que los casos de coronavirus, seis en total, aparecidos en trabajadores residentes en la población.

Al otro lado de la calle, un vendedor de frutas y de verduras miraba la gente pasar sin nadie que se fijase en la mercancía. Con una mañana caracterizada por la lluvia y el ambiente casi fresco, a pocos se les ocurrió acercarse a Castro para comprar unos tomates o unas patatas. Si el comprador tuviese una cierta edad, hasta podría asombrarse de lo que cambian los tiempos: en una feria chairega se ponen a la venta sacos de patatas que no son de la comarca, antaño gran productora, sino de Ourense.

Un vendedor de frutas y verduras, con mercancía en su camión
Un vendedor de frutas y verduras, con mercancía en su camión Carlos Castro

En una panadería de la avenida da Terra Chá, en cambio, las ventas habían sido buenas, según manifestó la empleada. Piezas y barras de pan y empanadas se despacharon con un ritmo que parecía satisfactorio. El autor de esta información preguntó a la persona que atendía el negocio si en los clientes notaba temor por la situación creada en la localidad por los casos de coronavirus. No tuvo respuesta: «Acabouse a entrevista», dijo.

Ambiente por la mañana

A medida que las visitas a negocios se realizaban más lejos de la carballeira, menos animación se observaba, especialmente en los de hostelería, aunque en alguno de ellos se encontraban dos razones que explicaban la situación: en primer lugar, el tiempo no acompañaba ni animaba a salir de casa; en segundo, el momento de la mayor presencia de clientes, por la mañana, ya quedaba atrás.

Cerca ya de las dos de la tarde, en la carballeira se veía más animación, aunque nada que se acercase a las colas de otros años y al ambiente vacacional que se podía notar en el ambiente en un miércoles de agosto. Mientras unos, sentados, comenzaban a comer y otros, de pie, esperaban las raciones que se iban a llegar, en una de las pulperías encontraban una clara explicación para no tener un lleno hasta la bandera: los chubascos hicieron quedar a la gente en casa.

Clientes haciendo cola en una pulpería
Clientes haciendo cola en una pulpería Carlos Castro

Lo que se podría haber visto era otra cosa: «Este é sempre o mércores de máis xente do ano», decía una de las encargadas de una pulpería. El 2020 ha sido una excepción, aunque parece que más por el mal tiempo que por el covid-19.