Enrique Rozas: «De los militares valoro la disciplina, el honor y la lealtad, que echaré de menos»

Miguel Cabana
Miguel cabana LUGO / LA VOZ

LUGO

OSCAR CELA

El funcionario civil del Ministerio de Defensa se jubila, tras 42 años de servicio, recordando lo feliz que fue en su trabajo y algunas anécdotas

31 jul 2020 . Actualizado a las 09:17 h.

Hoy es el último día de trabajo en la Subdelegación de Defensa de Enrique Rozas López (Lugo 1957) porque se jubila. Mañana, 1 de agosto, se cumplen exactamente 42 años de su entrada en las oficinas del Ministerio de Defensa en Lugo. En aquel agosto de 1978 aún estaban en el viejo cuartel de San Fernando.

-¡Cuánto habrá cambiado todo entre aquellas instalaciones militares en las que usted entró y las actuales!

-La fundamental es la desaparición del servicio militar. Cuando yo entré, el cuartel de San Fernando estaba a tope de soldados, y había oficinas y servicios que hoy ya no existen. Casi 200 vivían, pernoctaban y trabajaban allí: intervención de armas, intendencia, Gobierno Militar, comandancia de obras, farmacia militar, juzgado militar, negociado de transportes para llevara a los soldados, caja de reclutas, etc. El propio cuartel disponía de comedor, de barbería. Y lo que siempre me llamó la atención e impresionó era que soldados que habían estudiado enseñaban a leer y escribir a otros que eran analfabetos. Aquello era una labor social que hacía el ejército y que sirvió para que muchos volviesen a sus casas en mejores condiciones de enfrentar la vida.

-¿Cuál era su función como personal civil?

-Mi primer destino fue la comandancia de obras, y allí tuve relación con todos los soldados que tenía una profesión, que eran los que hacían todas las obras y mantenimientos de las instalaciones, tanto cuarteles como polvorines o campos de tiro: Garabolos, San Cibrao, Gándaras, el propio San Fernando, el campo de tiro de Parga... Antes de que llegase la externalización de los trabajos, todo lo hacían los soldados. Había fontaneros, albañiles, carpinteros y demás, y ellos hacían las obras y también el mantenimiento. Por ejemplo, recuerdo la construcción de los hangares en Garabolos para las autoametralladoras, que hicieron los soldados. Igual que los polvorines, a pesar de que es una obra que necesita mucha especialización y cuidado.

-Llevaba menos de tres años en el cuartel aquel 23-F de 1981.

-Si. Recuerdo que al día siguiente, cuando entré a trabajar por la mañana, las literas estaban montadas porque muchos militares de graduación habían tenido que ir a dormir allí y todavía se notaba mucha inquietud. Pero aquel día, tanto civiles como militares (yo no era el único civil), estábamos muy preocupados por el futuro del país.

-También vivió la época de los atentados terroristas a militares.

-Si, pero los civiles estábamos al menos igual de protegidos que los militares. Nos pasaban la misma información que a los militares, y de hecho también acudíamos al trabajo por itinerarios alternativos. Ellos nos trataban y nos protegían igual que a ellos, con las mismas advertencias y medidas de seguridad.

-Los momentos de mala imagen o de tensión para el ejército, también los sufren los civiles.

-Bueno, en cierta medida. Por ejemplo en la época de las manifestaciones contra la guerra de Irak había gente que pasaba mirando al cuartel y nos gritaba «asesinos» si te veían al entrar o salir, y al día siguiente se avergonzaban de aquello cuando los veías por la calle y les explicabas que no te podían hacer responsable a ti de aquello.

-¿Se trabaja fácil con los militares siendo civil?

-Mis jefes eran y son militares, y yo no nunca me moví del Ministerio de Defensa, aunque podía haberlo hecho. Personalmente me sirvió de mucho trabajar en el estamento militar. Aunque era un civil, aprendí, valoré y sigo valorando muchas cualidades como la lealtad, la disciplina, la jerarquía, unos principios y unos valores como el honor que me gustaron y me marcaron. Y que hoy echo mucho de menos en muchas facetas de la vida donde no quedan. Casi todos los jefes que he tenido han sido gente seria y responsable y con unos valores de los que he aprendido y procuro llevar a la práctica.

-¿Pero habría momentos duros?

-Supongo que hubo momentos buenos y malos, porque son 42 año de trabajo de 63 que tengo, pero yo casi no recuerdo ninguno malo. Soy el más antiguo del cuartel y me siento orgulloso de haber pertenecido al estamento militar. Nos fuimos de San Fernando en 2005 y desde entonces estamos en la Subdelegación de Defensa, en la Ronda da Muralla, y en uno y otro lugar me encontré con muy buena gente. Un muy buen momento fue mi reingreso hace un año, cuando volví desde el ayuntamiento. Me reencontré con muchos compañeros y jefes que me dieron días muy gratificantes.

-Por otra parte, usted siempre vivió mucho en la vida civil y es muy conocido entre la sociedad lucense en general.

-Sí, porque tuve mucha actividad. Por ejemplo, era árbitro de baloncesto y compaginaba mi trabajo por la semana con el arbitraje los fines de semana. A partir del 83 empecé a colaborar con Vicente Quiroga, que fue quien me introdujo en la política, hasta que en 1987 formalicé mi entrada como gerente del Patronado de Deportes, en el segundo mandato de Quiroga. En política estuve 14 años de gerente del patronato y 16 años de concejal. Son 30 años participando en la vida pública. Si no te conocen ...

 «No descarto nada. Ahora tengo tiempo y seguiré madrugando»

-Usted, que aparecía en las encuestas como el político mejor valorado y el más conocido de su partido y arrastra voto de otros partidos ¿Se plantea ahora jubilado volver a la política?

-No descarto nada. Cuando me aparté de la primera linea dije que seguiría en el PP porque soy del Partido Popular. De hecho sigo con algunos cargos y colaborando con el partido. Como en las últimas elecciones autonómicas, en las que lo hice como un afiliado más. No soy de cerrar puertas sin motivo alguno y por tanto mientras me acompañen la salud y las ganas, que las tengo, veremos lo que depara el futuro. Estoy muy agradecido del apoyo que sigo recibiendo después de tantos años. De momento cojo vacaciones y luego ya veremos. No soy de cerrar puertas ni de decir «de esta agua no beberé». Me aparté de la primera linea, pero ahora no sé cual va a ser el futuro. Yo soy de madrugar mucho y de actividad constante y no voy a dejar de trabajar de un día para otro; porque el cuerpo me pide actividad.