El centro tiene tres salas de lactancia y un cinturón verde de 30.000 metros cuadrados

María Guntín
Graduada en Periodismo por la UCM y Máster en Periodismo Avanzado Multiplataforma de La Voz de Galicia. Yo escribo desde la delegación de Lugo, pero tú puedes escribirme a maria.guntin@lavoz.es

Al entrar en el HULA, lo primero que aparece es un amplio hall con bancos, un punto de información y la cafetería. Esta es una zona recurrente de exposiciones que organizaciones o particulares eligen prestar al hospital para hacer de este un lugar amable y acogedor. Es el caso de tres de las obras de Paco Pestana, que llevan ya en el centro diez años. «Esto es como la plaza del pueblo, un punto de encuentro que conecta también a los pacientes», explica la supervisora de Humanización Hospitalaria, Gloria Enríquez. Ella y Pilar Ledo, subdirectora de este servicio, son las encargadas de recordar que el HULA cuenta con muchos lugares en los que es posible evadirse del ambiente hospitalario y encontrar un poco de espacio para la tranquilidad.

Los jardines interiores del hospital regalan luz natural que es terapéutica y que «adelanta la curación del paciente». Un cinturón verde rodea todo el recinto y forma un jardín de más de 30.000 metros cuadrados, con pequeños senderos para que los acompañantes puedan caminar un rato y despejarse.

Salas orientadas al sur

En el HULA, todo es simétrico y las salas de espera están orientadas al sur porque buscan ser confortables y servir también de lugar de ocio para los pacientes, que pueden leer el periódico o jugar a las cartas. En la sala de cardiología se hacen sesiones de educación sanitaria dos veces al mes, aunque ahora han sido interrumpidas por el covid-19. «La sala es de colores tierra, de estilo diofílico, ya que busca proporcionar la mejor sensación posible al paciente», cuenta Gloria. En la unidad de Paliativos, dentro de la sala de espera hay otra de información que trata de dar intimidad a profesionales y pacientes en momentos duros. Los colores son cálidos y, a media mañana, el sol llena de luz todo el espacio. Hay además un microondas y una nevera. «El tipo de paciente ingresado aquí no puede estar solo mucho tiempo, esto es para facilitar la vida de los acompañantes», explica Pilar.

Al cambiar de lugar, aparecen una serie de cuadros de Purriños sobre la lactancia materna. En Obstetricia hay también murales que muestran cómo la cigüeña aparece a veces con un regalo entre las patas. En esta unidad hay una sala de lactancia para las madres, pero también para las profesionales que trabajan en el hospital. Lucía Vázquez es la supervisora y explica que «la lactancia es algo cultural» y que, en estos momentos, «recibe más apoyo que antes». En total, en el HULA hay tres salas de lactancia.

Los beneficios de los libros

La biblioteca del hospital tiene un espacio «con herramientas que facilitan la innovación y la creación», explica Pilar. Allí hay también una zona de estudio para los residentes y libros que provienen de donaciones.

Un grupo de voluntarios reparte ejemplares una vez a la semana por las distintas plantas del hospital. «Los libros son curativos», dicen Pilar y Gloria, que también explican orgullosas que el proyecto de biblioterapia tiene beneficios directos sobre la salud de los pacientes.