«Estoy sola, hago mi vida tranquila y salgo a comprar una vez por semana»

LUGO

Esther Piñeiro vive sola el confinamiento por coronavirus.
Esther Piñeiro vive sola el confinamiento por coronavirus. Óscar Cela

Esther Piñeiro lleva de manera positiva el cambio de rutina, alterada ya como consecuencia de la muerte de su marido

16 abr 2020 . Actualizado a las 14:28 h.

El tono de voz al otro lado del teléfono suena enérgico: «Cuenta que lo estoy llevando muy bien, soy muy positiva y no tengo miedo a la enfermedad». Esther Piñeiro trabajó 35 años como auxiliar de clínica en los quirófanos y eso la provee de cierta calma a la hora de afrontar el sinfín de precauciones para evitar contagios. La muerte de su marido el año pasado la preparó de alguna manera para este confinamiento. Sin él, su rutina ya se había alterado y ahora, como antes, sale de casa solo a por lo imprescindible.

«Estoy sola, hago mi vida tranquila y salgo un día a la semana a la compra», resume Esther, que hace un año tuvo que despedirse de su marido Kike. Desde entonces, reconoce que su actividad fuera de casa mermó y que por eso el confinamiento establecido por el estado de alarma tampoco alteró mucho su día a día. «No puedo decir que llevara un año sin salir, pero sí que lo hacía muy poco, para la compra y poco más», señala.

Procura levantarse siempre a la misma hora, desayunar, leer el periódico y permitirse pequeños placeres como detenerse más tiempo en su lectura. «Ahora leo la mayoría de los artículos cuando antes solo pasaba por el enunciado, pero como no tengo prisa de salir a ninguna parte...», explica. Su voz es una sonrisa que cada poco detiene el relato para reafirmarse: «Soy una persona muy positiva».

Esther Piñeiro vive sola el confinamiento por coronavirus.
Esther Piñeiro vive sola el confinamiento por coronavirus. Óscar Cela

Esa naturaleza optimista no le impide apreciar la dimensión de la pandemia: «Es terrible porque es mundial». Pero anima a enfrentarse a ella con la misma determinación con la que a sus 30 años dio un giro a su vida para ganar autonomía y se presentó a un examen que le permitiría ejercer como auxiliar de clínica el resto de su vida. Lo aprobó. «En el momento, fue más necesidad que vocación, pero me gustaba mucho mi trabajo», recuerda.

Práctica

De sus más de tres décadas como profesional sanitaria saca lecciones útiles para días como estos, tan parecidos unos a los otros. Como auxiliar de clínica trabajó con personas que padecían enfermedades contagiosas graves y aprendió a ser práctica. Ahora aplica esa misma actitud para protegerse ante un virus invisible contra el que se multiplican las medidas de contención.

«Soy tranquila, no soy de esas personas escrupulosas, lo que está de Dios no lo lleva el demonio... A lo mejor eres una escrupulosa y al final te contagias igual», razona.

Esther es la cuarta Piñeiro de cinco hermanas y dos de ellas viven también en Lugo y reciben sus consejos por teléfono: «A veces me llaman preocupadas por si tienen los síntomas».

Medidas de protección

En su caso, hace apenas unos días que ha sumado el uso de la mascarilla como elemento de protección, además de la distancia de seguridad con otras personas y los guantes: «Me los quito como me los tengo que quitar y salgo ya con ellos desde casa, no espero a que me los den en los establecimientos».

Su experiencia le dice que el riesgo cero no existe, así que vuelve a tirar de pragmatismo para concluir: «Lo que tenga que venir, que venga, pero yo estoy muy tranquila».