La pandemia reactiva las carpinterías con la demanda de mamparas de seguridad

La Voz LUGO

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carlos Castro

Los pedidos provienen en su mayoría de las farmacias, que buscan salvaguardar así la salud de clientes y empleados

19 mar 2020 . Actualizado a las 07:52 h.

En las carpinterías de la capital apenas se escucha más que el crujir espontáneo de la maquinaria parada, pero en otras se trabaja el vidrio como nunca para atender una demanda inusitada: mamparas de protección para aquellos establecimientos que sí están abiertos al público durante la cuarentena por el coronavirus. Al menos tres carpinterías metálicas de la capital han recibido esta semana encargos para elaborarlas. La mayoría de los pedidos proceden de las farmacias, que las instalan para proteger de manera más eficaz a su clientela, muchas veces en edad avanzada, y también a sus trabajadores.

«A semana pasada empezamos a recibir chamadas, pero a principios desta xa foi moito e eu enténdoo co medo que hai, pero claro, esto leva o seu tempo facelo», explica Carlos Vilanova, de Metalúrgicas Lugo. Su taller en Fontiñas ha visto cómo en apenas unos días ha pasado del parón total de la actividad a cierto despertar. Su labor hasta ahora se centraba en ventanas de aluminio, puertas y PVC y nunca antes había elaborado una mampara de este tipo, pero en estos días ha atendido ya cuatro solicitudes, tres de ellas de farmacias.

«Queixábanse de que a xente se acercaba moito, sobre todo ao pagar», señala este carpintero. En su caso, ha instalado mamparas con un cristal de uno y tres metros con un hueco de veinte centímetros por debajo sobre el mostrador para facilitar las transacciones de productos y de dinero. La mayoría de las fabricadas esta semana en Lugo son estructuras de aluminio con un vidrio laminado de seguridad, aunque el tamaño varía según las necesidades del cliente. El precio oscila entre los 85 y los 250 euros y el tiempo de entrega puede ser de tan solo unas horas. «Polo menos non tes contacto directo coa xente», explica Carlos Vilanova, al que las farmacias le han transmitido su alivio al poder contar con esta medida.

Toda la actividad que no sea atender los pedidos para elaborar las mamparas está totalmente congelada. «Máis que nada é un tema de seguridade, a min non me gusta ir neste momento ás casas e supoño que á xente tampouco lle gusta que vaiamos, entón eu agora estou no taller porque fago traballo atrasado e de aquí para a casa e da casa para aquí», relata. Después de elaborar los encargos ya no tiene solicitudes pendientes y, de todas formas, precisa que tampoco dispone de material para poder continuar.

Azario Prado es el gerente de la carpintería metálica VyP, donde tiene dos empleados. Cerrada a cal y canto desde que se estableció la cuarentena, decidió abrir para atender algunos encargos especiales como los que han supuesto las mamparas. En su caso ha atendido la demanda de tres farmacias de Lugo, Vilalba y Begonte.

carlos Castro

El último pedido que ha recibido José Luis Valiño, propietario de Luar Ventanas, fue para un estanco en Baiona, en Pontevedra. «No creo que sea un nicho de negocio, esto es una cosa muy pequeña y hay mucha gente que puede fabricarlo, digamos que es poca cosa», explica desde su taller, ubicado en el polígono de O Ceao. Su socio y él trabajan con normalidad dentro de las instalaciones, pero ya no pueden ir a casa de particulares a instalar las piezas que elaboran, así que se mantienen a medio gas. Las llamadas en las que les solicitaban las mamparas les cogieron por sorpresa la semana pasada y se pusieron manos a la obra. «No pensamos en parar, pero a ver qué pasa la semana que viene, a ver qué medidas van a tomar, está todo tan inestable que no se sabe qué ocurrirá. Trabajar habrá que trabajar porque si no esto se va al carajo», razona José Luis.

En Luar Ventanas saben navegar con cierta sabiduría en tiempos de incertidumbre. Cuando la crisis de la construcción se llevó por delante la empresa en la que trabajaban junto a unos 30 empleados decidieron impulsar un negocio propio. Ahora, que lleva siete años por su cuenta, considera que «es más fácil soportar una crisis en una empresa pequeña, de dos personas, que en una grande».