Juan Carlos Quintana: «Las artes marciales son una filosofía de vida»

Xosé María Palacios Muruais
xosé maría palacios VILALBA / LA VOZ

LUGO

PALACIOS

Este entrenador de taekuondo, nacido en Ribadeo y afincado en Vilalba, destaca la función de desarrollo personal que realiza al desempeñar su trabajo con gente joven

18 feb 2020 . Actualizado a las 17:00 h.

En las paredes del despacho de Juan Carlos Quintana, nacido en Ribadeo en 1961 y residente en Vilalba desde hace décadas, hay diplomas; en el pasillo por el que se llega a la zona del gimnasio donde se entrenan los clientes hay trofeos. Los premios no son mal recibidos, aunque explica por qué: «Cuando vienen, se agradece; sobre todo, por los chavales, por la ilusión», dice el impulsor del club Jansu.

Ilusión todavía se le nota, desde luego, en cuanto se pone a hablar de artes marciales en general y de taekuondo en particular. Para él, asegura, se trata sobre todo de formación personal y no de la búsqueda de un palmarés, puesto que los que están bajo su dirección son chicas y chicos.

-¿Qué son realmente las artes marciales?

-Las artes marciales son una filosofía, una forma de vida. El taekuondo tiene cinco pilares: integridad, perseverancia, autocontrol, cortesía y espíritu indomable. Con esos cinco pilares, aplicados debidamente, puedes lograr que el taekuondo sea para una persona un modo de vida. El taekuondo se define como artes marcial coreana, con empleo de manos y de pies en defensa y en ataque.

-¿Cómo se puede convencer a alguien de que llegue a practicarlo?

-No tienes que convencerla. La persona tiene que sentir que la llama ese mundo. No puedes convencer a nadie; cada uno tiene que ser lo que quiere ser.

-¿Hay en las artes marciales una exigencia física mayor que en otras actividades?

-Ninguna. Las artes marciales tienen que adaptarse a la persona, no la persona a las artes marciales. Hay que colocar el nivel correcto para que alguien haga algo: por una limitación, no debes dejar de hacer algo.

-¿Hay un plus de violencia?

-Al contrario. Las artes marciales tienen un plus de sosiego, de tranquilidad, de paz... Cuando explico estas cuestiones a chicos de doce o de trece años, les pregunto a qué vienen. Cuando les digo que yo no enseño a pelear, les desmonto las ideas que traen. Hay que hablarles con claridad y saber llegar a ellos. Al final se dan cuenta de lo que les digo, y aquellos que no se dan cuenta dejan de practicar taekuondo durante un tiempo.

-¿Se necesita una entrega mayor?

-Cualquier deporte es sacrificio. ¿Una entrega mayor? No la veo. Lo que sí veo es lo que puede aportar a una persona que lo practica. La sociedad le da hoy ese matiz de deporte, y hay que conseguir medallas para ser alguien: la sociedad quiere medallas, yo quiero personas.

-¿Quedan esos cinco pilares dentro de quien practica esta arte marcial?

-Siempre. Lo curioso de las artes marciales es que los números van al revés: el primero es el diez, y luego van bajando.

-¿Ha cambiado en la sociedad la percepción que hay de las artes marciales?

-Hace años, las artes marciales se veían como algo místico. Hoy hay más conocimiento, se ven de otra manera.

-¿Se gana autocontrol, seguridad...?

-El taekuondo te da tranquilidad. Hay peleas que empiezan por inseguridad: si transmites seguridad, hay personas que ya no se acercan a ti.

-¿Se engancha uno?

-Tienes que aprender a gestionar esa relación. Cuando practicas algo y en algún momento no lo haces, sientes que te falta algo. Lo que más engancha es ver los resultados de tu actividad.

-¿Se pueden practicar las artes marciales toda la vida?

-Siempre. Aunque dejes de practicarlas, siempre van a dejar algo dentro de ti. A veces, el simple hecho de hablar con alguien te vale para sacar lo que llevas dentro; y por eso digo que las artes marciales son más que un deporte. De hecho, el taekuondo que practicamos aquí es una parte cultural del pueblo coreano.

-¿Es más difícil la práctica en un sitio pequeño?

-No. Depende de la capacidad que se tenga. En un núcleo grande hay más oferta y más demanda. En los pequeños, a veces, se encarecen las cosas: no puedes abaratar porque no hay un gran campo que te permita ganar por la cantidad de gente.

-Hay obsesión por el cuerpo?

-Ya hubo más de la que hay. Yo veo el gimnasio como un centro de salud. Si puedes mejorar alguna parte del cuerpo, perfecto; pero ni siquiera en ese caso deja de ser una cuestión de salud. Las obsesiones son malas, y entonces los ejercicios se vuelven perjudiciales. Pero el deporte puede ayudar mucho.

 Una actividad de gran arraigo en Vilalba

El taekuondo tiene arraigo en Vilalba, y esa afición se extendió a otros municipios de la Terra Chá. Quintana reconoce que la práctica se consolidó de manera notable y compara la afición que llegó a haber con el menor interés de una comarca cercana como A Mariña. Desde que empezó, también ha cambiado la relación con el deporte: «Recuerdo los tiempos en los que la gente no estaba acostumbrada a ver a otra gente haciendo ejercicio», dice.